Palemón Díaz

 

Una vez que el experimentado político sonorense, Lic. Manlio Fabio Beltrones, presentó su renuncia como Presidente del Partido Revolucionario Institucional tras el descalabro electoral del 5 de junio pasado, el presidente Peña Nieto sin darle largas al relevo escogió dentro del círculo cerrado de sus colaboradores al Lic. Enrique Ochoa Reza para que sea el nuevo líder del tricolor hasta el año 2019.

Esta designación no dejó de causar sorpresa tanto en el exterior del partido como entre sus militantes, ya que Ochoa Reza no ha desempeñado cargo alguno de representación popular ni ha sido militante distinguido del Partido del cual, según noticias difundidas, negó ser militante cuando aspiró a ser Consejero del entonces Instituto Federal Electoral (IFE); sin embargo, para el columnista Luis Carlos Ugalde “la mejor carta de presentación de Ochoa es quizá su falta de pasado en el PRI y es justamente su gran fortaleza”, (El Financiero, 11-Julio-2016).

Una vez dada la orden de la cargada, los diversos sectores y distinguidos príistas comenzaron a enaltecer las virtudes de éste abogado y economista quien es un hombre joven que representa la nueva sangre del partido, con una sólida preparación académica que le permitió participar en la redacción de las reformas educativa y energética hasta llegar a ser Sub-secretario de Hidrocarburos de la Secretaría de Energía y Director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) la cual con éxito reformaba; más en fin, que es el hombre indicado para hacer cambios profundos que permitan fortalecer y levantar el partido seriamente debilitado con miras a las elecciones, dentro de éstas, la presidencial en 2018.

En la ceremonia de asunción a la Presidencia del partido, el Lic. Ochoa Reza afirmó que con él da inicio una nueva etapa en el partido y dio a conocer algunas de sus propuestas:

  • Inicio de una nueva relación entre partido y gobierno que incluya acercamientos y gestión directa entre las Secretarias de estado, sectores y organizaciones del Instituto. También se pronunció por la fiscalización e incluso, la destitución de los gobernantes corruptos.
  • Con la misma firmeza con la que debemos limpiar la casa y contribuir a crear un Sistema Nacional Anticorrupción en el país, seremos exigentes para señalar y promover el castigo de los actos de corrupción de los otros partidos, sea el caso de sus gobernantes en funciones, ex gobernadores, candidatos electos o candidatos en competencia.
  • Que la política de comunicación debe cambiar en virtud de que el partido y el gobierno han estado alejados uno del otro y eso, es un error; por ello propuso construir una nueva y moderna relación entre el gobierno y el partido, donde el gobierno venga a rendir cuentas al partido y sea el partido el defensor de la ciudadanía frente al gobierno. Que los funcionarios de gobierno vayan a los estados a reunirse con el partido.
  • Propuso también crear un Sistema Anticorrupción en su partido que investigue la lacra de la corrupción que ha contribuido a la alta desaprobación de Peña Nieto. Prometió que en los próximos días dará a conocer su Declaración Patrimonial, Fiscal y de Interés (Ejercicio conocido como #3de3), lo que se supone también harán sus futuros colaboradores.
  • Que integrará el Comité Directivo Nacional del partido con una profunda representación regional, generacional y será paritario; y en los primeros 100 días de su gestión visitará las 32 entidades federativas para escuchar las observaciones de los militantes y hacer un “análisis riguroso para encontrar los errores que llevaron a perder las elecciones”.

 

No será fácil la implementación de éstas propuestas de trabajo porque significan un gran reto: hacer cambios profundos a las viejas estructuras y prácticas políticas en el partido que lo han llevado a la debacle.  “Aunque todos lo sabemos, el camino del éxito no dependerá solo de él (Ochoa Reza) sino de quien lo puso en ese lugar”; señala en su columna Raymundo Rivapalacio (El Financiero, 11 de Julio. 2016).

Lic. Ochoa, el pueblo de México ya está cansado de tantas promesas, lo que quiere ver son resultados de lo que le han prometido sus políticos y gobernantes; lo que quiere ver son “gobiernos de manos puras y no de puras manos”, decía el viejo cardenista arcelense Don Rufino Salgado Román.

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