La fiebre por candidaturas

 

Felipe Victoria

 

Disfruten el fragmento del “Mensaje directo” entrecomillado de FABIOLA GUARNEROS SAAVEDRA en mi preferido Excélsior de Olegario Vázquez Aldir:

Independentitis”.08 de Octubre de 2017

“El independentismo electoral se nutrirá de políticos tradicionales que no hallaron cabida en el reparto de candidaturas y que salen muy enojados de sus partidos…

No, no hablo de Cataluña. Me refiero, por supuesto, a la fiebre por competir por la Presidencia de la República bajo la figura de candidato independiente, o lo que es lo mismo, no postulado por un partido político de los que actualmente tienen registro.

Perdón por mi pesimismo, pero algo en esta figura no está funcionando bien, o al menos no con la intención con la que fue creada.

Las candidaturas independientes surgieron como una alternativa al virtual monopolio impuesto por los partidos políticos para la obtención de cargos públicos. Una hegemonía que es herencia de la época priista y su corporativismo, que repartía puestos entre los sectores que le garantizaban votos y fortalecían su predominio.

En el antiguo régimen, al Revolucionario Institucional le bastaban los sufragios que por sí solos les garantizaban las organizaciones obreras, agrarias y populares, a cuyos líderes recompensaba con diputaciones, senadurías, ayuntamientos y gubernaturas.

Durante décadas fue imposible derrotar a aquella maquinaria, que comenzó a resquebrajarse cuando los movimientos sociales —el del 68, la solidaridad social que emergió por el terremoto de 1985, la rebelión del Consejo Estudiantil Universitario, la resistencia civil en Chihuahua en 1986, el neocardenismo— se tradujeron en sufragios, a los que el autoritarismo quiso burlar mediante fraudes, hasta que simplemente ya no se pudo.

El pluripartidismo y la alternancia en los poderes federales —sobre todo la Presidencia de la República— permitieron que líderes forjados desde la movilización ciudadana accedieran a cargos que sólo estaban reservados para la burocracia priista. Fue un avance que, por supuesto, debe aquilatarse en todo su valor.

Sin embargo, aunque ahora hay muchos partidos, en su conjunto han terminado replicando lo peor de aquel viejo corporativismo. Cada uno de ellos, con sus particularidades, ha creado sus propios grupos compactos en los que las candidaturas se reparten de acuerdo con la capacidad de grillar de grupos y dirigentes, y se establecen cuotas para tener contentas a las tribus, cuyo poder radica en la capacidad de garantizar votos. Sí, nada distinto de como lo hacían los antiguos bastiones del tricolor.

Penetrar las murallas impuestas por los partidos es imposible para el más bienintencionado de los ciudadanos que quisiera aspirar a una candidatura, la que sea.  Alguien que, por ejemplo, desde la nada aspire a ser jefe delegacional y cuente con el entusiasta apoyo de sus vecinos, difícilmente derrotará al abanderado de un partido que cuente con el voto cautivo de los comerciantes ambulantes, cuya permanencia depende, precisamente, de que siga gobernando ese partido.

Esta es la paradoja que desde un principio ha observado la figura de candidato independiente: tener la capacidad por sí mismo de derrotar estructuras ya muy aceitadas sin contar con una propia y lo peor, sin recursos económicos suficientes. Y lo que alimenta esa esperanza es el triunfo de personajes que, sin el logo de un partido en la boleta, demostraron que sí era posible vencerlas: Manuel Jesús Clouthier Carrillo, diputado federal por el distrito 5 de Sinaloa;  Jaime Rodríguez, El Bronco, gobernador de Nuevo León, y Pedro Kumamoto, diputado local de Jalisco.

Dos tendrán la oportunidad de demostrar que no fueron flores de un día, pues ya manifestaron su intención de contender por la Presidencia de la República, El Bronco, y por un escaño en el Senado, Kumamoto. Me temo que en esta nueva apuesta no contarán con los factores locales que contribuyeron a sus triunfos, más allá de su propia personalidad y carisma.

Tal como se está configurando el panorama, y salvo excepciones, el independentismo electoral no se nutrirá mayoritariamente de liderazgos ciudadanos espontáneos surgidos de la base social, sino de políticos tradicionales que simplemente no hallaron cabida en el reparto de candidaturas y que salen muy enojados de sus partidos.

Este último factor explica la reciente crisis en el Partido Acción Nacional. Con la presión de que originalmente hoy domingo vencía el plazo para informar al INE la intención de contender bajo la figura de candidato independiente, durante los días pasados se recrudeció la división interna que terminó con la renuncia de Margarita Zavala a su militancia panista.

El viernes, las autoridades electorales anunciaron una prórroga de una semana más para el registro de candidatos independientes, por la suspensión de actividades del INE obligada por los sismos. Si la prórroga se hubiera anunciado antes, probablemente se habría dado un mayor espacio de negociación entre la dirigencia panista y la exprimera dama antes de la ruptura final.

Pero ya es imposible saberlo. Si Zavala consolida su aspiración presidencial bajo la nueva figura de independiente, irremediablemente su caso será visto, junto con el de Armando Ríos Piter y si se suma Ricardo Monreal, quien aspira al gobierno de la Ciudad de México, como el del fracaso de una buena intención por abrir el juego político a los ciudadanos, pues esta figura está siendo monopolizada por expanistas, priistas, morenistas, perredistas, los mismos de siempre, pues.Twitter: @Fabiguarneros”

Caramba que ni qué poder alegarle a Fabiola Guarneros Saavedra…