* ¡Ay, Xavier! Una tras otra… ¡ya chole!

* Recorte de 300 MDP, otra infamia

* Zika, la pandemia, invade Acapulco

 

JORGE VALDEZ

 

El fiscal General del Estado (FGE) Xavier Olea Peláez, de plano, ignora a sus asesores.

No hay nadie en este planeta que lo haga ser cauto, centrado, sereno, equilibrado y ameno en sus declaraciones periodísticas. Está sobre el lomo de un toro salvaje, al que hinca la espuela cada que habla ante grabadoras y micrófonos. Su indomable espíritu de abogado litigante se impone al de un servidor público recatado, sobrio, ecuánime y hasta con silencios y pausas inteligentes en su quehacer.

Xavier Olea rompió protocolos –si los hubo, acaso— en el segundo periodo de una FGE con autonomía a medias del Poder Ejecutivo –sigue atada en lo presupuestal a la Sefina— que ha sido pobre en resultados ministeriales ante temas espinosos como los feminicidios, homicidios dolosos, extorsiones y desarticulación de bandas de secuestradores.

En la reinvención de una Fiscalía destrozada, que heredó Olea Peláez y por cierto nada hizo –ni hará— contra su antecesor que le dejó el tiradero, la ausencia de un jefe respetuoso de subalternos en todos los sentidos es lo que más adolece la FGE. Hay muestras de actitudes francamente contrarias al ambiente óptimo de cordialidad en el trabajo. Malos tratos, groserías, desplantes despóticos, son los buenos días en cada dependencia.

Y se le suman declaraciones poco afortunadas, en torno a la espiral violentísima en Acapulco, con hipótesis y especulaciones respecto al móvil de los homicidios de agentes de la Policía Vial.

La penosa inacción de cumplimentar órdenes de aprehensión contra mentores, por cuestiones lejanas al espíritu de una procuración de justicia despolitizada y no contaminada del vaivén de huestes políticas que han doblegado el Imperio de la Ley a su capricho. Ese pasaporte a la ilegalidad, es una tentación al ilícito contra la administración de la justicia.

¡Ay, Xavier! Una tras otra… ¡ya chole!

* * * *

Con una fuerte dosis de impotencia en el rostro, contrariado y sin esconder la emoción, Héctor Astudillo Flores tuvo que hacer de tripa corazón, con el recorte de 300 millones de pesos a dos rubros sensibles: educación y salud.

Como si en Guerrero las condiciones estuvieran tan ad hoc para que le den dos machetazos en cada brazo a quien tiene que hacer un trabajo arduo y a brazo partido. No, Dr. Luis Videgaray, no es con recortes como se hace una política hacendaria, donde parámetros de control se han salido de todos los escenarios más adversos de una desaceleración económica, producto del Brexit. La SHCP ha dado palos de ciego, a pesar de un férreo control de daños, que le da armas a sus enemigos con los gasolinazos –que prometieron no volverían jamás— y los recortes a entidades que enfrentan precariedad en sus de por sí menguados presupuestos.

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Acapulco ya es zona de alerta por el ZIKA. La Secretaría de Salud no lo dice, ni lo dirá Carlos de la Peña Pintos. Hay simulación de vectores en la fumigación, porque hay simulación en presupuestos. Total que es una pandemia donde los acapulqueños ya padecen la cepa de un virus incurable que trasmite el mosquito del dengue clásico, el hemorrágico y el chikungunya… Puras fumarolas como en el Popo…

Ahí andan los viejitos, con dolor de hueso, de cabeza, fiebres altas, malestar en piernas, cansancio, somnolencia y en los hospitales les dan aspirinas, antiinflamatorios, si bien les va. Es un paso a la declaratoria de gravedad en la pandemia de ZIKA en el puerto, cuando faltan 15 días para el periodo de vacaciones de verano.

Es explicable el silencio de De la Peña Pintos ante la cercanía del asueto, pero es cuestionable su actitud de no alertar a la población por radio, televisión, prensa y redes sociales que nada se puede hacer contra los mosquitos transmisores, que se reproducen por millones en las lagunas de Tres Palos y Coyuca de Benítez, y de allí vuelan a las colonias del anfiteatro y del valle de La Sabana a picar a los acapulqueños.

Nos leemos mañana… SIN MEDIAS TINTAS.