* Vidulfo y su frase “Pinches indios piojosos”

* Laura Caballero y su pacto con criminales

* Gobernar Guerrero no es heroísmo: Astudillo

 

JORGE VALDEZ REYCEN

 

Vildulfo Rosales Sierra mostró su desprecio hacia los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, según la divulgación de una conversación con su esposa. La frase discriminatoria de “pinches indios piojosos”, en el contexto de crítica no sólo a los padres que se forman para bañarse, sino al movimiento que defiende jurídicamente, revela la verdadera identidad de un farsante, que además acusa un hartazgo.

Vildulfo ha sido desnudado en las redes sociales como un personaje que persigue un lucro personal, cuando abraza la defensa jurídica y la representatividad de los padres de familia de los 43 desaparecidos. La separación con su familia es el motivo que detona un arranque de ofuscamiento, encabronamiento y aunado a una deuda que tiene en Tlapa con un personaje enigmático que les cobra un dinero a la esposa y ésta acusa un pesar.

El abogado de Tlachinollan vive momentos de definición, según se desprende de su plática con la esposa. Está molesto, indignado por el comportamiento de los padres de familia de los normalistas y por su lejanía de su esposa e hijo. Además, que no lo dejan “turistear” ni andar de compras por las marchas, mítines, conferencias y demás actos de protesta.

Vildulfo ya no tiene capucha. Se la arrancó para proferir insultos discriminatorios a los “pinches indios piojosos”. Como si él fuera un francés, finlandés o africano. Es la profunda contradicción de un farsante, pícaro bribón.

Y a propósito de farsas, Laura Caballero Rodríguez, dueña de una taquería frente a la playa condesa y con una asociación civil que le atribuye una representatividad de comerciantes en la franja turística de la costera Miguel Alemán –dividida con la formal Cámara Nacional de Comercio (CANACO)— ha puesto a las autoridades en un dilema perverso: sentarse a negociar y pactar (sic) con extorsionadores, que cobran derecho de piso a los comerciantes, el próximo 19 de abril.

Sin proponérselo, la señora que tiene un lenguaje que acusa síntomas de severas perturbaciones mentales, asociadas a un incontrolable ánimo de notoriedad, protagonismo y de conducta, hace el trabajo sucio a delincuentes, pues se asume como vocera de ellos, al grado de convencerlos a que pacten con quienes incurren en la comisión de un delito de alto impacto, como es la extorsión.

Ni siquiera aduce a la denuncia como arma de resistirse a caer en las pretensiones de quienes delinquen. No, pide colaboración y promete reunir a 50 organizaciones civiles, a los senadores del PRI (SIC) y hasta al gobernador del estado. Esto en el delirante episodio de una mujer perturbada, seriamente, ante el fenómeno delictivo.

Habrá quienes utilicen a la mujer en determinadas cuestiones político-electorales, pero en lo concerniente a un pacto con el hampa, sólo se había visto y escuchado de labios del obispo de Chilpancingo-Chilapa, monseñor Salvador Rangel Mendoza.

Y en Chilpancingo, desde la Sala de la República de Casa Guerrero, Héctor Astudillo Flores dijo que gobernar Guerrero no significa un acto de heroísmo personal. Ni se trata de ser un Superman o Batman… esto ya es de cosecha personal.

Lo que requiere Guerrero es que todos empujen la carreta al mismo tiempo, con ritmo y secuencia. Hasta ahorita, episodios como el autor de la frase “pinches indios piojosos”, el Vil-dulfo, y la señora que debería ver al mejor psicoterapeuta que le administre sus delirios de heroína acapulqueña, mejor nos quedamos con la ausencia de héroes.

Nos leemos mañana…SIN MEDIAS TINTAS.