Felipe Victoria Zepeda

 

Tras la angustia, la justificable rabia

 

Cuentan que las historias siempre se repiten, sobre todo las de cosas desagradables que ocurren en situaciones a veces imprevisibles, como el que de pronto un ser querido no regrese a casa cuando se le esperaba, máxime si se trata de un menor de edad.

Las horas transcurren mientras la angustia se agiganta y comienza la febril búsqueda por donde se calcula que debió haber pasado o ser vista la personita

Hoy en día es raro el adolescente que no cargue un teléfono celular, aunque sea para estar localizable todo el tiempo o reportarse a su hogar con la familia, por eso cuando no  contesta las llamadas el desasosiego y los temores se desatan.

Reportar una desaparición es una terrible experiencia por la falta de sensibilidad de personal burocrático que carece de calidad humana, desmoraliza y preocupa al más templado porque a veces hasta se es objeto de burlas.

El lapidario “espere a que le llamen para pedir rescate”, o el “investigue si no fue levantada la persona ausente o momentáneamente “perdida” es desquiciante y para pedirle a todos los santos y las divinidades un milagro, en tanto se pide la ayuda solidaria de las redes sociales que a veces sí funciona.

Estamos en la moda nacional de las desapariciones forzadas y los secuestros, aunque no se posean riquezas y alguien espantado suele imaginarse lo peor cada minuto que transcurre en la incertidumbre. Algo que no se le desearía ni al peor enemigo en caso de tenerlo.

En un extraño silencio de los medios, lo acontecido a una menor de edad, hija del abogado Alfredo López Rosas, con quien compartí programas de la radio y televisión, atraviesa por un amargo episodio pues le desaparecieron muchas horas una hija pequeña.

Se reabrieron cicatrices sociales nunca olvidadas por los acapulqueños… toda proporción guardada, el asunto de Alfredo López Rosas al principio acusó algunas similitudes con el aberrante caso del “Chacal de Acapulco” Alejandro Braun Díaz, que auxiliado por su mozo José Refugio Cortés Juárez secuestraron en el Fraccionamiento Costa Azul a la niñita de seis años de edad Merle Yuridia Mondaín Segura, a la que victimaron tras de abusos deshonestos muy graves.

Era octubre de 1986, ante la denuncia de los padres de la chamaquita, Jacques Maurice Mondain, Maitre del Hotel Crown Plaza y Luz María Segura, el personal de la tercera agencia del MP y la entonces Policía Judicial se hicieron guajes.

En cuanto surgieron telefonemas pidiendo rescate y luego apareció el cadáver en un predio contiguo a la casa de un político que después llegó a gobernador, disque tomaron cartas en el asunto por fin y hasta tenían confesos a unos albañiles.

Ante la inacción policial el detective privado Sergio Castillo Lambrey ubicó el criadero de perros desde donde  pedían el rescate y capturó al Chacal de Acapulco y el mozo José Refugio, siendo consignados ante el honesto Juez Cuarto Penal Manuel Añorve López, que no se dejó intimidar ni sobornar y les dictó formal prisión de inmediato.

El junior millonario se la pasó de fiesta en el penal de Las Cruces, hasta que el penalista Enrique Fuentes León compró en medio millón de dólares un amparo con dos magistrados de Chilpancingo, Gilberto Arredondo y Eufemio Zamudio, que avalados por el Ministro de la Suprema Corte, Ernesto Díaz Infante Aranda, le vendieron su libertad.

Indignado el gobernador José Francisco Ruiz Massieu patrocinó la coadyuvancia del bufete jurídico de Don Xavier Olea para esclarecer la sucia maniobra. A la prensa guerrerense le dio miedo meterse en el caso, pero desde el DF lo seguimos a profundidad y Roberto Braun Díaz, junto con los magistrados, fueron a prisión.

En marzo de 1993 mi librito “Justicia sin Ley” llegó a manos del entonces Procurador General de la República, Jorge Carpizo Mc Gregor, motivando la consignación contra el Ministro Díaz Infante y el penalista Fuentes León.

En octubre de 1994 se localizó en Houston, Texas a Fuentes León, pero del Chacal Alejandro Braun su caso en particular ya era “cosa juzgada”, vaya una ignominiosa aberración por la que los abogados guerrerenses ni pio dijeron.

Hoy veo con indignación y tristeza lo que le sucede al afligido abogado Alfredo López Rosas.

Su hijita recién cayó en las garras de un pedófilo que la tuvo plagiada en un hotelito, pero el personal del Ministerio Público y la Policía Ministerial con su negligencia dolosa permitieron la escapatoria del inculpado.

¿Cómo no montar en furia?, ¿cómo no pensar en hacerse justicia sin ley?, ¿Usted qué haría si eso sucediera en su familia?

Delicado para la flamante administración del gobernador Héctor Astudillo, obligado a poner remedios drásticos cuanto antes en la Fiscalía Estatal y el Tribunal Superior de Justicia.

Gracias al creador la chiquilla salvó la vida y de alguna manera el plagiario se sintió arrinconado para soltarla, pero su padre por su cuenta investigó los hechos, esta triste historia no terminará con que dejaron escapar al plagiario abusador.