SADYHEL ASTUDILLO

 

Aprovecharé el espacio que se me brinda cada semana, en esta oportunidad para enviar una sincera y cordial felicitación a todos los médicos con motivo de la celebración de su día. Gracias por su labor, mis deseos que cada día sigan y sigan mejorando, por su bien y el de todos sus pacientes.

En alguna ocasión en estas columnas, toqué el tema de hablar con total honestidad cuando visitamos a nuestro médico y con hablar me refiero tanto a cuando le contamos nuestros malestares y si se ha medicado o no; hasta cuando el comienza a hacernos sus preguntas de rutina.

Es de vital importancia que seamos completamente honestos ya que, en base a nuestras respuestas y a los resultados de los estudios (si es que los hubiera), el médico podrá emitir su diagnóstico y recetar el medicamento y las precauciones o recomendaciones pertinentes. Si le llegásemos a mentir, inevitablemente repercutiría en la visión y pronóstico que tiene de nuestro malestar y podrá medicarnos erróneamente. Quizá eso no parezca algo realmente grave, pero, conforme avance la lectura de la colaboración, notaremos que si lo es.

Como todo sabemos, en cada consulta existen ciertas preguntas “de rutina” que el medio inevitablemente nos hace y si somos personas que regularmente visitamos al médico, quizá ya hasta nos sepamos algunas de memoria. Con el pasar del tiempo y al seguir yendo a consulta, comenzamos a relacionar síntomas con enfermedades y enfermedades con medicamentos, relación que se hace más evidente cuando efectivamente le “atinamos” a la enfermedad que tenemos y/o al medicamento que se nos recetó.

Entonces llegamos al punto de pensar: “Si ya sé lo que tengo, y también se cómo medicarme, para que ir a una consulta. Mejor voy yo directamente a comprar mi medicamento”. Si fuéramos egresados de la carrera de medicina o alguna afín al área de la salud, podríamos ir con toda certeza y seguridad a auto medicarnos; pero si nuestra profesión no está relacionada con la salud y simplemente lo estamos haciendo por pura inferencia, estamos cometiendo un grave, grave error, y lo peor del caso, no solo nos afectará a nosotros, sino a lo que nos rodean también.

Se han dado cuenta de que, de unos años al presente, es más común escuchar que tal bacteria se volvió más resistente y ciertos medicamentos que antes las inactivaban y eliminaban, ahora ya no surten efecto en ella.

Sobre el porqué de estos cambios y mutaciones se han escuchado muchas teorías, que sin son eventos, que si alguien en un laboratorio las crea, etc. El verdadero origen de estas mutaciones y “mejoras” que tienen las bacterias, tiene una razón de ser y origen más común del que creemos: la automedicación.

Cualquiera podría pensar, tengo cierta enfermedad y ya sé con qué medicamento controlarme, por ende lo compramos sin aviso médico, en el mejor de lo casos nos curamos; otra  conclusión puede ser que no teníamos lo que pensábamos y solo complicamos la enfermedad, eso la sabremos a simple vista.

Sin embargo, a nivel microscópico, las bacterias que se encontraban causándonos daño, serán atacadas por el medicamento, pero ¿Si no lo compramos con la dosis adecuada o no lo tomamos cada determinado tiempo? Eso causará que no todas las bacterias sean eliminadas y un pequeño remanente de ellas siga viviendo en nuestro interior.

Además de eso, al entrar en contacto con el medicamento y sobrevivir a este, causará un cambio a nivel genético en su descendencia; las bacterias “hijas” de las sobrevivientes obtendrán como herencia genética una resistencia a ese medicamento al que sobrevivieron sus progenitoras, esas bacterias y todas las que les prosigan serán inmunes.

Eso ocurre con una sola persona que se auto médica, saquemos cuentas de cuantas personas no lo hacen diariamente y cada una de ellas esta “creando” microrganismos multiresistentes. Además si alguna de esas personas está infectada por una bacterias ya resistente a X medicamento y se auto médica con otro, estará reforzando a esa bacterias y dándole inmunidad a un mayor número de compuestos médicos.

Es por ello que hoy en día, aunque nos enfermemos de algo “común”, los medicamentos clásicos ya no surten efecto y nos tienen que medicar con tratamientos nuevos, lo cuales irremediablemente son más caros, y si seguimos así, se hará un ciclo interminable de generar bacterias resistentes y crear medicamentos nuevos cada determinado número de años.

Por ello, cuando nos enfermemos y aunque tengamos la certeza de saber qué es lo que nos aqueja, visitemos al médico, el tendrá un punto de vista diferente al nuestro y sabrá orientarnos y medicarnos de manera correcta. Dediquémosle tiempo a nuestra salud, ya que el bien no quedará simplemente en nosotros, indirectamente será también para los demás.

 

letrasadyhel@outlook.com