KARMELYNDA VALVERDE

 

Las vísperas

 

No quisiera adelantar vísperas, pero qué bueno que estas llegarán en un par de  días. Por aquello de que no hay día que no se llegue ni plazo que no se cumpla y a don Yeyo Ortega ya se le está llegando el día en que ha de agarrar monte. Y casi en la víspera le pega el síndrome del bailaor de flamenco ¡y a aplaudirse solo se ha dicho! Dice orondo y lirondo que se va “satisjuecho”, como diría la paisanada afromestiza.

Los insatisfechos somos casi el grueso de la cuatitud pozolera, que tuvimos que padecer su desgobierno y despiste existencial. Al pobre hombre lo agarraron fuera de base, al sacarlo de su mundo académico y enjaretarlo a producto de gallina en el gobierno de mi mezcalero  estado. Pero ya ni llorar es bueno… lo ídem es que ya casi se chispa.

Ahora mi congoja es el tremebundo paquetón al que se va a enfrentar don Héctor Astudillo. Pero neta que hay esperanza y confianza en sus buenos quehaceres, aunque no debemos fincar nuestras esperanzas en exacerbadas expectativas. El futuro gober no es Dios, sino de carne y hueso, aunque eso sí un político experimentado y un hombre de valores bien afianzados.

No quiero ni pensar la mega chandera que va a encontrar don Héctor. No, neta que no quisiera amargarles la miel de la conserva de calabaza, pero de qué va a encontrar chandera, ¡la va a encontrar! Y tingadera y media. Pero confiamos en que va a estar más enfocado en establecer estrategias para consolidar el orden y la paz en nuestro chilenero estado, que en andar sacándole los trapitos nejos a quien corresponda. Como lo hiciera en su momento don Zefe, que arajo, se llevó más de un año después de haber asumido la presidencia municipal del lunamielero Acapulquito, tingue que tingue a Manuel Añorve. O “Juele” con don Alberto López Rosas.

Y es que cuando se pierde la brújula y no se haya por dónde agarrar al toro por los cuernos, se salen por la tangente con incontinencias diarreicas y otros chunches. Pero no, esta vez me late que se va a imponer la prudencia, la armonía y los deseos de armonía y paz que todos queremos. Porque Guerrero somos tochos morochos. ¡Y ay que nervios porque ya lleguen las vísperas!

Digo, no por mucho madrugar amanece más temprano. Ojos vemos… choninos no sabemos. O lo que es lo mismo “estos chícharos dulces me hacen daño”.