Por R. Salgado L.

En los últimos meses hemos observado con profunda preocupación las justificadas y encendidas manifestaciones de jóvenes que conscientes de una realidad que apunta hacia  insólitas proporciones, está en el grave escenario que representa el severo cambio climático que está sufriendo de manera acelerada nuestro planeta.

Han sido precisamente los jóvenes, quienes seguramente convencidos de que si no se frenan drásticamente todas aquellas circunstancias que están impactando en el calentamiento global, correrán la suerte de una aguda crisis de sobrevivencia, que motivará sin duda alguna el reclamo exigente sobre las generaciones actuales, las que  se han desentendido de hacerle frente a un grave fenómeno que está ante la inminencia de amenaza irrefrenable.

Estamos ante una  espantosa realidad que debe preocuparnos a todos, ya que cada día que trascurre nos vemos sometidos  ante la implacable contaminación del aire, del agua y de la tierra y que las repercusiones de fuerte impacto empiezan a revelarse ante las delicadas notas informativas de rotativos nacionales que señalan que en los últimos tiempos miles de niños han estado enfrentando delicados padecimientos en su salud, señalando casos de infantes con anemia, cáncer en el hígado y en las vías respiratorias, como producto de afectaciones por las diversas fuentes de contaminación

El agua se ha vuelto un recurso cada vez más escaso, los temporales año con año son más irregulares, los mantos acuíferos sufren desmedida explotación, la sequía se ha registrado en mayores niveles ante los  altos  impactos del calor  que acaban con lagos, ríos y escasos contenedores de agua y lo que es peor; la gran mayoría de afluentes sufren alta contaminación ante el deshecho de materiales, fertilizantes, plásticos que de acuerdo a estudios recientes en 2017 se recolectaron 8 millones de toneladas de  este material  nocivo tirados al mar atentando con la vida de las especies marinas; todo esto ,   han  venido ocasionando que el agua sea un medio de consumo de alto riesgo.

En el aire, vital para la subsistencia, corre advertible ante la portación  gérmenes y bacterias recogidas en basureros a cielo abierto, miles de animales que defecan en lugares públicos, la utilización indiscriminada de gases contaminantes por incendios de bosques, de basureros y de arraigadas costumbres para prender fuego a todo aquello que nos estorba y de que fácilmente recurrimos a la forma más fácil para eliminarlo.

La tierra, a la que hemos convertido en área como alarmante foco de contaminación por razones explicables y atribuibles a los repulsivos malos hábitos de quienes la habitamos y que aunado a las severas afectaciones que nos producen el agua y el aire con altas dosis de contaminantes, hacen que el planeta enfrente un serio fenómeno de calentamiento global, como producto a las múltiples fuentes emisores  de gases tóxicos que ponen en grave riesgo a la salud, a la economía y consecuentemente a la sociedad entera.

Los polos cada vez se deterioran ante el flagelo de la radiación solar y nuestros bosques cada día se consumen ante el implacable calentamiento del planeta y a la irresponsable actitud de quienes han hecho de su explotación una forma fácil de vida, a costa de la  degradación criminal del medio ambiente.

No podemos seguir inadvertidos ante las graves alteraciones que ha venido sufriendo nuestro sistema climático, como tampoco asumir pasivas posturas ante el calentamiento global que sufre el planeta.

Urgen Políticas del Gobierno Federal que delineen una Cruzada Nacional para reivindicar al medio ambiente, legislar con exigencia para que los ciudadanos definan una ruta social precisa, objetiva y de ser necesario sancionadora para lograr un  mejor comportamiento colectivo e infundir en las aulas escolares de manera inaplazable hábitos y actitudes de fuerte compromisos que generen sólidas conciencias que permitan darle certeza y viabilidad a la subsistencia humana.

Hagamos lo que nos corresponda hacer, nuestras nuevas generaciones merecen un mejor destino.