* Beto “Delfín” Fares, una leyenda

* Reproduzco un artículo del “Delfín”

* A la memoria del buzo acapulqueño

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

–Estoy buceando a 65 metros de profundidad, en un panorama totalmente gris oscuro. Soltando mis desbocados tristes recuerdos, del hundimiento del barco de guerra Canadiense Restigouche. Ha sido la noche más amarga en la historia del buceo Mexicano.

Así escribió Beto “Delfin” Fares en el blog Bahía de Santa Lucía. Y agregó:

–Ahora a 15 años de distancia, tocando el recio acero del barco, mis ojos se cubren de lágrimas. Un increíble proyecto de arrecife artificial, fue brutalmente atacado, dando la orden de contingencia. Sellaron el fatal destino de una nave que era vital para el buceo acapulqueño.

Como demonios sueltos, la perritura de algunas personas dieron al traste con el fabuloso proyecto. Cada año, desde el 2001, he venido una vez a bucearlo y siempre se me llenan los ojos de lágrimas amargas. Todos mis sentimientos explotan de impotencia. ¡No pudimos salvar al Restigouche!

Los buzos quisieron amarrarse al barco. Era doloroso ver como en plena oscuridad de la noche, lo llevaban lejos de su destino.

Arbitrariamente, sin escrúpulos, se dio la orden de contingencia, remolcando al heroico Restigouche, con un barco de recreo, que por el mayor peso del barco de guerra, era jalado. Una maniobra pésima, después de varias horas de alegatos, entre las autoridades, buzos y prensa, que acompañamos el triste destino del barco Restigouche, muy retirado de donde debieron, por piedad haber vertido al Restigouche, en un estúpido afán de esconder sus porquerías de la maldita corrupción.

Lo hundieron en la oscuridad de los abismos profundos del mar, en medio de millones de burbujas, haciendo un gran remolino, levantando la proa en posición de una regla vertical. El Restigouche fue hundido sin honores, ha sido la noche más amarga del buceo Mexicano. La perritura no tiene límites.

Unas 15 veces he buceado el famoso Restigouche. Siempre le he llevado regalos, banderas mexicanas, collares de caracoles, pulseras de delfines. Lámpara en mano recorriendo al Restigouche, en buceos de veinticinco minutos, con cuatro paradas de descompresión por más de una hora treinta minutos, cargando cuatro tanques, dos de aire comprimido y dos tanques con oxígeno enriquecido al treinta y seis por ciento. Es un buceo para buzos técnicos, peligroso, un error puede ser de consecuencias fatales; siempre llevamos un plan de inmersión, bien detallado y estudiado, dos lámparas, por si falla una, nos ponemos muy buzos, checando tiempo y profundidad. He buceado con el rey del Restigouche, el buzo Suizo profesional Benny Hess, con el campeón en apnea Armando Torres, que allí entrenaba a pulmón, con Ricardo Garibay, Raymundo Cabañas, el instructor de empresarios ejecutivos Pedro López; la campeona de buceo Sofía, con Benni Gómez, la Argentina Cristina, mi maestro Mario Treviño, buzos técnicos de la UNAM. He tenido la gran fortuna de tener excelentes hermanos buzos de compañía.

A pesar de todos los errores, tenemos un barco Restigouche, con mucha vida, hay peces muy grandes, corales, caracoles, abanicos, parece un jardín marino, cuando alumbras con tu lámpara submarina, solo es para buzos profesionales, ese es el problema. Mientras tenga salud, este buzosaurio seguirá retando los profundos abismos. El RESTIGOUCHE, bien vale visitarlo”.

Alberto Fares Del Rio murió, pero dejó un legado inmortal: al “Delfín” Fares. Era el “Muñeco de Sololoy”. Admirador de Jacques-Ives Cousteau, el francés que recorrió y buceó todos los mares del mundo. Cronista del buceo porteño, devoto guadalupano, incansable promotor de Acapulco y ecologista del fondo marino. Su legado como buzo y su obra está a la vista y no ha sido en vano.

Evoco su memoria al escribir estas líneas con profundo respeto a su invaluable contribución a la vida submarina y su amistad sincera, dentro y fuera del mar.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.