• * Irving Eduardo Juanico Vázquez estuvo al borde de la muerte tras sufrir meningococemia con choque séptico, en diciembre; lamentablemente, la enfermedad provocó que perdiera parte de una pierna

Redacción

El estudiante Irving Eduardo Juanico Vázquez regresó a Chilpancingo tras permanecer seis meses hospitalizado en Europa, donde enfermó de gravedad y estuvo al borde de la muerte.

Juanico Vázquez, de 25 años, es estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Gracias a su buen desempeño académico, el joven viajó a España el año pasado para realizar una estancia de investigación.

En el mes de diciembre, para pasar la Navidad, viajó a Marsella, Francia, donde visitó a una amiga.

Al estar ahí, enfermó de gravedad y tuvo que ser internado en el Hôpital Européen Marseille, donde permaneció en cuidados intensivos.

El doctor Jérôme Allardet-Servent le diagnosticó una forma severa de meningococemia con choque séptico.

El diagnóstico era, casi, una sentencia de muerte, por lo que el doctor convocó a su familia para que acudiera a su lado “lo antes posible”.

Familiares y amigos emprendieron una campaña de recaudación de recursos para pagar el viaje de su madre y la cuenta del hospital.

Contra todo diagnóstico, Juanico Vázquez comenzó a registrar mejoría en su salud.

Su padre pidió un mes de permiso en su trabajo para viajar a Francia y acompañarlo.

Cuando se agotó su estancia, no pudo regresar; su vuelo fue cancelado debido al inicio de la pandemia de Covid-19.

La crisis sanitaria hizo que Juanico fuera cambiado de hospital.

Con el paso de las semanas, la meningococemia que sufrió causó secuelas en sus extremidades.

Los dedos de sus pies comenzaron a tornarse negros, pues desarrolló necrosis.

Aunque los médicos trataron de salvar sus extremidades, fue necesario que le amputaran parte de la pierna izquierda.

A través de un video en Facebook, sus familiares reconocieron que el joven se deprimió. Sin embargo, se sobrepuso y afrontó valientemente el nuevo reto.

Irving Juanico regresó a Chilpancingo, casi 6 meses después de enfermar, con una prótesis y un par de muletas que le ayudan a caminar.

Sus vecinos lo recibieron con aplausos, porras y una lluvia de globos de colores que lanzaron desde las ventanas.

“¡Bravo Irving, sí se pudo!”, le gritaron.