* El habitual cinismo de Rogelio Ortega

* FGE detuvo a policías de Iguala y sicarios

* PGR atrajo investigación 22 días después

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

Rogelio Ortega Martínez, fiel a su costumbre mitómana, incurrió en un embuste  –otro más— al declarar a una agencia de noticias una sarta de mentiras que nada aportan a lo que todos sabemos. Tacha de omisos a los gobiernos federal y estatal, pero escurre su responsabilidad con su habitual cinismo.

Amnésico de su declaración sobre la admiración que le profesaba a Ángel Aguirre Rivero –“es un tanque de la política”, decía—, ahora a toro pasado lo tilda de omiso. Y para refrescarle la memoria, habría que recordar que la Fiscalía General actuó el mismo 27 de septiembre de 2014 en la detención y desarme de todos los policías municipales de Iguala, incluido el recién capturado Felipe Flores Velázquez.

El entonces fiscal Iñaki Blanco Cabrera personalmente ordenó a la Vicefiscalía de Control de Procesos Penales y a agentes del Ministerio Público a recabar las declaraciones ministeriales de todos los gendarmes y su jefe en torno a lo ocurrido la noche del viernes 26 y la madrugada del sábado 27 de septiembre del 2014.

Fue necesario que personal del 27 batallón militar custodiara a los policías municipales que comenzaron a movilizar a sus familiares y a gente “extraña” mientras se realizaban las indagatorias ministeriales en torno a los hechos en los que seis personas perdieron la vida por disparos de arma de fuego en distintos lugares de Iguala. Aún no se conocía la suerte de los 43 estudiantes normalistas reportados como desaparecidos 72 horas después de iniciadas las actuaciones legales de la FGE.

Iñaki Blanco ofreció una serie de conferencias de prensa desde el lunes 29 de septiembre, donde se presentaron los informes preliminares de la detención de dos sicarios, que habían declarado haber privado de la vida a varios estudiantes a los que habrían sepultado en fosas clandestinas en el cerro del Zapatero. El propio Iñaki subió las colinas y encabezó la búsqueda en compañía de peritos, agentes del MP y policías ministeriales.

Esas primeras actuaciones en 20 días de trabajo día y noche en la FGE se entregaron a la PGR de Jesús Murillo Káram. Declaraciones, testimoniales, peritajes, pruebas de balística que resultaron positivas a los policías que dispararon sus armas de cargo esa noche terrible.

La FGE solicitó que la PGR a través de la SEIDO interviniera cuando los sicarios aprehendidos a horas de los hechos rindieron sus declaraciones admitiendo pertenecer a la célula criminal Guerreros Unidos, la misma que estaba protegida e infiltrada en el gobierno municipal de José Luis Abarca Velázquez. La FGE aducía que la competencia era de la SEIDO, por tratarse de delincuencia organizada.

Todo esto lo ignoró Ortega Martínez. Se le olvidó o de mala memoria (y leche) acusó a quien se le antojó. ¿Con qué utilidad u objetivo?

Su desparpajo en hacer declaraciones impertinentes lo exhibe como un exgobernador carente de sentido común, insensible al daño que pueden producir sus falaces comentarios.

La PGR de Murillo Káram tuvo en sus manos las primeras investigaciones ministeriales. No comenzó de cero, ni tampoco ignoraba los homicidios cometidos en Iguala contra del síndico municipal Justino Carvajal Salgado y el dirigente Arturo Hernández Cardona, relacionados y no esclarecidos todavía.

Las cosas aún están candentes como para que el exgobernador interino Ortega reaparezca en público para decir estupideces y curarse en salud, cuando en un año que estuvo de interino fomentó la corrupción desmedida y dejó un boquete financiero de cientos de millones de pesos, que hoy tienen sumido a Guerrero en penurias y falta de recursos.

¿Ortega se vino a burlar de todos?

La impunidad que goza lo hace decir eso y más.

Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.