Cuestión de Karmas

 

Por Felipe Victoria Zepeda

 

Respeto por igual todas las creencias religiosas, pero recuerdo haber escuchado que las cosas que se hagan bien o mal en esta vida se pagan tarde que temprano aquí…no en el Cielo ni en el infierno.

Entre la clase política sin embargo, existen algunos ilusos que creen a pie juntillas que su buena estrella y magnífica suerte la tendrán para siempre, sobre todo cuando por audaces amasan fortunas faraónicas que le servirán a varias generaciones de sus descendientes para vivir como reyes.

Los jodidos del pueblo de a pie lo creen así, tal vez hasta confían en que la “justicia divina” a veces se tarda pero llega y según las moralejas el bien triunfa sobre el mal; favor de no confundirse con la justicia terrenal de los humanos tan imperfecta, manipulable e inequitativa.

Claro que en México existen dinastías integradas a la plutocracia que por angas o por mangas se mantienen pegados a la ubre y ni quien los separe, digamos Chihuahua, Michoacán, Veracruz etc., los estigmas del desprestigio cuando los portadores se hacen cínicos no duelen y conservarán sus estrechos séquitos de aduladores y veneradores por siempre, incluso a veces hasta homenajes públicos se rinden, porque la vanidad es canija y decirse parientes de alguien que fuera famoso o prestigiado los hace sentirse mejores que los demás seres humanos.

Un claro resabio de las realezas y aristocracias europeas medievales que por tres siglos la rifaron en la Nueva España y con el Emperador Agustín de Iturbide estaban locos de contento porque podrían comprarse títulos de nobleza, pero todo se les vino abajo con la república que fundaran entre otros Guadalupe Victoria el 10 de octubre de 1824, jurando la Constitución para la que aquí todos deberían ser iguales y sin privilegios, cero títulos de nobleza…

Transcurrieron varias décadas convulsas políticamente entre centralistas y federalistas y a mediados del Siglo XIX llegó a la presidencia un indígena zapoteca oaxaqueño, pero preclaro abogado siempre apadrinado por Don Juan Alvarez, primer gobernador en la historia del estado de Guerrero erigido como tal en octubre de 1849.

Los mexicanos ricos y los poderosos del Clero no tardaron en amafiarse para desconocer la República y al presidente Juárez; seguían anhelando un México Imperial que les permitiera comprarse títulos nobiliarios, así que importaron al austriaco Duque Maximiliano de Habsburgo y su esposa  Carlota, descendiente de la reina María Antonieta, decapitada al inicio de la revolución francesa .

Caro pagaron su osadía de venir a enseñorearse en el Castillo de Chapultepec pues el pueblo jodido respetaba a Juárez y no les interesaba poder hacerse “nobles” si ni para comer tenían, así  que hicieron la guerra para sacudirse el segundo imperio.

Porfirio Díaz, el destacado militar que más sirvió a Juárez pero después se hizo presidente, no se alocó autonombrándose Emperador sino tan solo Dictador, por treinta añitos, en que a los ricos les dio privilegios especiales como si fueran aristócratas europeos.

La inspiración espírita de un burgués apasionado por el sufragio efectivo convenció a muchos de rebelarse contra la dictadura, aprovechando el malestar de indígenas, campesinos, obreros, mineros y la clase popular urbana, coincidiendo con caudillos regionales que tomaron las armas y nada torpe el anciano General Díaz emprendió la retirada exiliado a Francia.

Madero como presidente por fin, perdió la brújula sin demostrar vigor  para hacer cumplir las leyes manteniendo el orden y la paz, siendo traicionado por el desleal jefe del ejército Victoriano Huerta, que se convirtió en usurpador y hasta por caudillos como Zapata y Villa, porque Don Francisco olvidó la repartición de tierras que exigía el campesinado…

De ahí en adelante toda una época de calamidades porque quienes ambicionaban la presidencia optaban por mandarse asesinar y al que se le ocurrió reelegirse lo eliminaron también; Alvaro Obregón

Vino entonces el dominio absoluto del “hereje” anticlerical Plutarco Elías Calles por unos años poniendo y quitando presidentes torpes, hasta que se topó con el General Lázaro Cárdenas del Río que de entrada transformo el plan  de cuatrienios a sexenal y puso quieto al gran cacique sonorense.

Desde Manuel Avila Camacho, último presidente militar en los cuarenta se logró relativa paz y progreso, sucediéndose civiles al mando del país desde el veracruzano Miguel Alemán Valdés, pero con eso de que muchos errores los andan repitiendo ahora, el panorama es incierto si llegamos bien más o menos al 2018, porque pareciera que estamos en un porfiriato reformado y transformado, con algunos privilegiados y el pueblo viéndoselas negras con las ocurrencias de algunos voraces burócratas de alto rango que de todo hacen negocio y sacan raja…

No es en vano el clima de insurrección que se respira en cuatro estados del sur mexicano: Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán o la rebeldía en entidades  del norte como Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Sonora y Baja California, con la inconformidad de la zona del Bajío en Guanajuato, Querétaro y Jalisco…

A nadie convencen ya con sus discursitos vehementes sobre la realidad virtual que se imaginan los aristócratas de la burocracia, los mexicanos estamos angustiados, sin esperanza ni opciones para estar felices ni satisfechos.

¿Quo Vadis?…

-¡Tilín,tilín!-Suena la campanita escolar.

-Maestra Pizarrina, se manchó con esa tarea de investigar por qué Vicente Guerrero Saldaña no fue guerrerense…

-Averígüenlo pues.