* Conciertos y desconciertos
* HAF: recorre zonas calientes de Guerrero
Isaías Alanís
La serie de conciertos del fundador del grupo británico Pink Floyd, Roger Waters en donde hizo una crítica al gobierno de Peña Nieto, presenciados por miles de asistentes que incluyó un letrero: “señor presidente los ojos del mundo lo están viendo, renuncie ya”, e hizo referencia a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa: lágrimas de los padres hermanos y familiares eran las suyas. Le dijo “pendejo” a Trump y a su muro. The Wall es un emblema de la banda y de una Europa dividida por la guerra fría.
¿Quién o quiénes pagaron la estancia y conciertos gratuitos de Roger Waters y toda la parafernalia de luces y sonido que un astro de esa magnitud necesita?
Otros artistas como Bono, Antonio Banderas y los de casa se han puesto en la misma línea de combate contra actos de impunidad como los de Ayotzinapa.
El concierto abarrotó la Plaza de la Constitución, mientras en Sinaloa miembros del Ejército fueron masacrados por fuerzas de elite del crimen organizado. Van cinco militares muertos y diez heridos, algunos graves. El convoy fue atacado con armas de grueso calibre capaces de agujerar los blindajes que utiliza el Ejército mexicano. ¿Cómo será la respuesta del Ejército y contra quién?
En otro plano, el hijo de EPN, Alejandro Nieto Pretelini se liaba a golpes en un antro de San Miguel de Allende con el hijo de un constructor monclovense que se trasladaron a San Miguel para una boda. Bien chachalaco el Jr. Peña Pretelini, según cuentas de tuiter de amigos de los golpeados y diarios locales, le gritaba a su escolta integrada por miembros del Estado Mayor Presidencial; “mételes plomo”. Los jóvenes solo fueron golpeados.
Este contraste entre la violencia generalizada, el crimen contra miembros del Ejército, las críticas de Waters, la muerte elegida de Luis González de Alba, líder del Movimiento del 68, sicólogo, experto en difundir la ciencia, escritor de novelas, periodista, fundador de diarios nacionales y un personaje que muere el 2 de octubre en que se recuera la masacre de estudiantes en Tlatelolco, es un hecho simbólico de congruencia de Luis hasta en la muerte. Nos quiere decir algo, dar una señal de la realidad que vivimos en México.
Ante la muerte elegida del periodista se suma el descubrimiento de otra fosa en la Comarca Lagunera, llamada, “Patrocinio”, en San Pedro de las Colonias a poco más de setenta kilómetros de Torreón. En donde han incinerado cientos o miles de cuerpos en una zona de alto índice de violencia delincuencial por el trasiego de enervantes rumbo a EEUU. Otra perla de impunidad como la del 68. Otra mancha más al tigre mexicano, como la doblez del peso ante el dólar, y como escribió Jorge Zepeda Patterson; México “no es un estado fallido, pero como falla”.
Falla en todo, pero ya nada nos asombra. Hemos perdido como escribió Platón, la capacidad de asombro como principio de la filosofía y pensamiento crítico.
Lo acontecido en los conciertos de Roger Waters, se suma a la serie de desconciertos que se suscitan en México y que no van a parar; la carrera por la corrupción tampoco, pese a que el gobierno federal ha intentado meter en cintura a ex gobernadores, no pasa nada. Moreira, Medina, Duarte Jaquez, Duarte de Ochoa, entre muchos, solo son referente mediático. Porque no pasa nada.
Astudillo Flores: recorridos
En el golpeado estado de Guerrero, por la pobreza extrema, violencia caciquil, suspensión de caminos, desde hace centenas de años, se suma no solo la expoliación sistemática de sus recursos naturales; bosques que han dejado casi pelón el vientre de la Sierra Madre, la extracción de minerales, oro, plata uranio con técnicas como el fracking que han dejado a la entidad suriana contaminada y en pobreza extrema mientras los canadienses se llevan toneladas de lingotes del metal amarillo.
A esto se suma la vieja tradición de la siembra, trasiego de opiáceas, hoy convertido Guerrero no solo en productor, sino en procesador y consumidor de drogas de todo tipo. Y en donde la violencia se ha enseñoreado desde hace decenios.
En este caldo explosivo, el gobernador Astudillo Flores, hace intentos claros por estar donde la violencia se ha generado en forma exponencial. Recientemente ha visitado las zonas “calientes” en San Miguel Totolapan; en la montaña baja, Chilapa que se ha convertido en ruta de trasiego y un campo de batalla entre comerciantes de drogas contra sus homólogos. Este esfuerzo tiene que ser avalado por los tres niveles de gobierno. Existen mecanismos de control de daños que el gobierno astudillista echó a caminar con éxito. “En Acapulco, Iguala, Zihuatanejo, Chilpancingo y Chilapa, ha descendido la cifra de ejecutados”, como lo expresó en entrevista HAF, gracias al Grupo de Coordinación Guerrero.
El domingo 2 de octubre, durante su gira por Tixtla, visitó el municipio número 80.
En la cabecera municipal reitero su solidaridad con los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa en Iguala y con los padres de los estudiantes. Y enfático expresó: “que hará todo lo que está a su alcance para que este grave problema, que ha lastimado a Tixtla y a Guerrero, pueda encontrar pronto la verdad”. Astudillo Flores recordó que su objetivo es recorrer todos los municipios del estado antes de que se cumpla su primer año al frente del gobierno estatal, y celebró que Tixtla se convirtiera en el número 80.
Amén de los graves problemas que enfrenta Guerrero, es muy grato que el gobernador acuda a presentaciones de libros, revistas y que además de estar en el lugar de los hechos se dé tiempo para promocionar la cultura. Algo extraño en un gobernador de Guerrero. Se han mantenido alejados o solo cumplen compromisos culturales extraordinarios, o no les ha interesado.
HAF, participó en la presentación del libro del periodista Tomás Tenorio, “La revolución de Morelos y el Congreso de Chilpancingo”. Y en los 25 números de la revista política “De fondo”, que coordina Florencio Salazar. Eso habla bien de un gobernador en un estado convulso como Guerrero.