México le llora al Divo

 

Felipe Victoria

 

Ya desde mucho antes, ese “amor eterno” que cantó Alberto Aguilera Valadez, mejor conocido por su nombre artístico de Juan Gabriel, le dejó un segundo himno al bello puerto que contemplaba con la tristeza de sus ojos desde su casa en Las Brisas, Guitarrón, junto a las del político Ramón Aguirre Velázquez, el tenor Plácido Domingo y otro cantante famoso pero engreído y truculento.

En el monumental Palenque político de Acapulco, del enorme cuadrilátero encordado del estado de Guerrero, la gente enmudeció y lloró al enterarse de la muerte del Divo de Juárez e ídolo muy querido y admirado.

Mi amiga “Wikipedia” nos cuenta en el Internet: “Juan Gabriel, nombre artístico de Alberto Aguilera Valadez (Parácuaro, Michoacán, 7 de enero de 1950 – Santa Mónica, California, 28 de agosto de 2016), fue un cantautor, actor, compositor, intérprete, músico, productor discográfico y filántropo mexicano”

“Fue conocido también con el apodo de El Divo de Juárez; por sus contribuciones a la música popular en América Latina en diferentes géneros como las baladas, rancheras, boleros, pop, música norteña, rumba flamenca, huapango, música chicana, salsa, son de mariachi, música de banda, disco, big band y hasta canciones de cuna dedicadas a cada uno de sus hijos. Estas le hicieron merecedor del reconocimiento de múltiples generaciones hispanoamericanas que desde 1971 han hecho de sus composiciones las melodías que día a día se han convertido en patrimonio cultural del mundo latino. Fue el principal precursor y bastión de la música regional mexicana contemporánea”.

Merece descansar en paz, pero los mexicanos seguirán cantando sus canciones más que nunca mientras dure el duelo. No se sabe si pidió que “lo trajeran aquí” para que sus cenizas sean tiradas a la bahía, o lo dejen en su natal Michoacán o su adorada Ciudad Juárez, en Chihuahua, pero al fin y al cabo reposará en el corazón y memoria de sus admiradores.

Vaya pues que el presidente Enrique Peña Nieto, a cuatro días de la fecha para su cuarto informe, necesitaba un poderoso distractor de la opinión pública para que le den tregua sus malquerientes.

En fin amables lectores, leyeron bien al principio, aquí en esta bella entidad aguerrida e indomable, pareciera que nos encantara no estarnos en paz ni con orden, y pareciera un ring de box y lucha libre o un palenque.

¿Cómo lograrlo si el mal ejemplo de quienes debieran ser próceres de la armonía y la conciliación respetuosa, desde las esferas de poder dan un espectáculo violento a salivazos y lenguazos, sacándose sus trapitos al sol cada que pueden?

Desde que me acuerdo, en Guerrero el único gobernador que se salva de “habladas” sigue siendo don Alejandro Cervantes Delgado; a los demás les tupen cuanta cosa quieren, sin darse cuenta que quienes quedan mal son los malquerientes, porque cuando estaban esos criticados en el poder se les ponían de hinojos con lisonjas.

¿Es culpa del pueblo o de quienes estando en situaciones privilegiadas no arreglan sus diferencias personales en privado?

Como si el estado fuera un cuadrilátero encordado, un ring pues para box o lucha libre entre rudos y técnicos donde se toleran golpes bajos, sin réferi ni reglas, todos meten zancadillas y piquetes de ojos.

Difícil ubicar exactamente quienes iniciaron las agresiones provocando las reacciones; los partidarios de unos se convierten hasta oficiosamente en golpeadores contra los del rival y viceversa; en un santiamén el ring se inunda de personas distintas a los contendientes en el programa, que precavidamente se quedan a distancia contemplando la disputa, para no subirse ellos, ya que como políticos deben estar dispuestos a las reconciliaciones y alianzas, aunque sea de dientes para afuera en el momento que les convenga.

En el redondel de los palenques al menos se ponen los gallos de dos en dos, nunca en montón.

Mientras dan el show, los espectadores se enteran de los desvíos y malos manejos presupuestales en perjuicio de los recursos públicos desfalcados al erario estatal y municipales, cantidades que nunca se reponen pero van aumentando, mientras todos quienes en el chismorreo señalan, siguen tan campantes en libertad, disfrutando de lo malhabido con fortunas reales o falsas, explicables pero injustificables por su procedencia.

¿Qué hace por ejemplo el académico Rogelio Ortega Martínez que ya no llegará a rector de la UAGro?

¿Sirvió de algo lo que Zeferino Torreblanca alegó alguna vez contra Manuel Añorve Baños, lo que Luis Walton Aburto le achacó también y lo que Evodio Velázquez le endilga al antecesor de Luis Uruñuela ahora?

El pueblo se entretiene sin percatarse que resulta ser el pagano, pero la gran perdedora es la confianza y credibilidad en los políticos. Por eso ya nadie vota razonadamente, sino de relajo a cambio de migajas, y estamos como estamos porque tenemos los gobiernos que merecemos.

Serenos morenos. Dejen de estar peleando en público por lo menos. Guerrero necesita concordia y armonía para acercarnos a la paz y el orden, como pretende Héctor Astudillo.

-¡Tilín, tilín!- Suena la campanita escolar.

-Maestra Pizarrina, ¿cuántas canciones de Juan Gabriel se sabe?

-Enteritas menos de diez, pero para corear más de treinta.

-Pues aunque no fuimos de su época de varias décadas, igual nosotros los adolescentes conocemos varias y nos gustan por chidas.