DAVID ALEJANDRO DELGADO A.

 

Hay un lugar en la región de la Montaña de Guerrero llamado Olinalá, famoso por sus cajitas de madera hechas con Linaloe que convirtió en poema Gabriela Mistral, en letra de una canción Raúl Isidro Burgos, que musicalizó Antonio Isidoro Delgado Casarrubias. Dichas cajitas son hermosas por arte exterior como las bellezas naturales del gran Estado de Guerrero, desde sus entrañables montañas, sus imponentes ríos, además de sus hermosas bahías y lagunas; con influencias orientales por la Nao de China, que de vez en vez llegaba al puerto de Acapulco para desembarcar los sueños de otros confines del planeta; pero con el pulso y toque de los pueblos originarios.

Asimismo, al abrir una de esas cajitas de Olinalá despliega un característico aroma desde su interior, que hace remembrar, imaginar y evocar lo que hay en su interior.

Esta tierra guerrerense que aparece como un actor en el concierto de la federación en 1849, ya había sido protagonista de momentos clave en la historia de la patria, como la proclamación de los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón en 1813 desde la Iglesia de Santa María de la Asunción, que como autor de un libro sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado, se me hace todo un tema de interés estudiar la sesión del Congreso del Estado en la Iglesia cada 13 de Septiembre, además de subrayar como curiosidad lo que decía Morelos sobre la duración y salario de los Vocales.

O bien, el abrazo de Acatempan entre Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide que permite consumar la independencia y a refirmar un Nosotros, aún y con todas las problemáticas que se vivieron, origen de nuestra bandera nacional confeccionada en Iguala; escena del Acuerdo trascendente que siempre veía con agrado en la Oficina de mi compañero Vocal Ejecutivo de la 06 Junta Distrital Ejecutiva del entonces IFE, Felipe Arturo Sánchez Miranda, actualmente Consejero Electoral del Consejo General del Instituto Electoral del Estado de Guerrero.

En 1845 Julio Verne escribió una novela corta titulada “Un Drama en México”, que le fue publicada hasta 1851, y en la cual consta lo que sigue: “El terreno ascendía cada vez más. La inmensa meseta de Chilpancingo, en la que reina el mejor clima de México, no tardó en extenderse hasta los confines del horizonte. Esta región, perteneciente a la zona templada, está situada a mil quinientos metros sobre el nivel del mar, y no experimenta ni los calores de las tierras bajas ni los fríos de las zonas elevadas”.

Con la fundación del Estado de Guerrero, se integran en una sola unidad política, regiones con falta de atención por ser lejanas y difícilmente accesibles de tres entidades federativas como lo eran Puebla de donde era lo que hoy conocemos como Región de la Montaña y Costa Chica; Michoacán a donde pertenecía una parte de lo que hoy conocemos como Tierra Caliente y Costa Grande; y finalmente del Estado de México, que se extendía principalmente por lo que hoy conocemos como Región Norte, Centro y Acapulco.

La tierra guerrerense es contrastante por su intensa actividad sísmica, meteorológica, sus altos niveles de marginación como contener el municipio con el menor índice de desarrollo humano del país como Cochoapa el Grande, con afrentas cercanas por los intensos eventos de Violencia Letal, pero también con Violencia Social y Política, que hace a su gente palpitar de un dolor que busca gritar, transformar, cambiar, pero no seguir igual. Y en ese camino, la formación de la cultura del respeto, la legalidad y la transparencia es fundamental.

Al igual que la convicción de que las instituciones y particularmente las electorales, son fundamentales para transitar hacia ese Nosotros y transformar positivamente la realidad. Por ello muchas gracias a ese 57% por ciento de los ciudadanos que votaron en las elecciones de 2015, aún y cuando había un movimiento social de boicot hacia las elecciones. Porque difícilmente podría haber dedicado 25 años de mi vida a la función electoral sino creyera intensamente en que es con el sufragio colectivo como el pueblo ejerce su soberanía. Aunque también soy de los que creo que la calidad del voto debe ser mejorada, para que no sea sólo una lucha de personajes, sino también de proyectos e ideas, recuperando los fundamentos de la lucha política.

Guerrero, ese estado donde en Acapulco mis padres tuvieron su luna de miel. Guerrero, donde se encuentran las grutas de Cacahuamilpa, lugar a donde se dirigió una excursión de mi Primaria en Salamanca, Guanajuato; que mi Mamá no me permitió ir; pero que en estos 6 años que viví en esta Entidad Federativa pude conocer y maravillarme. Guerrero, lugar donde por vez primera recuerdo haber visto el mar, en mi primer viaje sin papás ni escuela, solo con mi hermano a Zihuatanejo, a mis 15 años.

Es momento de partir, de evolucionar hacia otro reto; Guerrero no deja de ser entrañable, por lo que deseo que su vida política colabore para mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, al igual que en todas las entidades federativas que a lo largo de mi vida he vivido (con Guerrero ya llevó 6), siempre desearé que mejoren sus condiciones, colocando al ciudadano por encima de cualquier interés político personal o de grupo. Pero también colocando al trabajo y a la innovación por delante, además de abriéndose al mundo en armonía. Porque si le va bien a Guerrero, le va bien a México.

A lo largo de estos casi 6 años como Vocal Ejecutivo de la Junta Local del IFE y luego INE en Guerrero, conocí a infinidad de personas con grandes capacidades y querencia sobre Guerrero, muchos fueron los que me apoyaron institucionalmente a desempeñar mi labor; sería una lista muy grande de agradecimientos, pero por el espacio que en los últimos meses me fue concedido, quiero hacer un agradecimiento especial al periodista Federico Sariñana y al director de El Sol de Chilpancingo, Lic. Pedro Julio Valdez Vilchis, por la confianza otorgada a un servidor. Cierro pues mi cajita de Olinalá, la llevo conmigo y parto para Michoacán.