ISIDRO BAUTISTA

 

Es lamentable, por donde se le quiera ver, el hecho de que Evodio Velázquez Aguirre, alcalde de Acapulco, haya decidido aparecer por su propia cuenta con la exigencia de que se dé el mismo trato a ese municipio que, en su momento, tuvieron Ciudad Juárez, Chihuahua, y Monterrey, Nuevo León, por la inseguridad, con la entrega de un apoyo de 15 mil millones de pesos.

Ha sido percibido con una actitud verdaderamente arrogante y protagónica, atribuida, a todas luces, rumbo a 2018 y 2021, cuando estarán en disputa los cargos de senador y gobernador.

Aparentemente se ha hecho a un lado del gobernador Héctor Astudillo Flores, pese a que éste le ha dado siempre su lugar, tomándolo en cuenta, respetándolo.

Independientemente de los partidos a los que pertenecen, el alcalde porteño debe corresponder a las atenciones recibidas y a ponderar más al municipio, y por esto mismo, cosechar después lo de sus aspiraciones políticas. La frase que dijo en la Ciudad de México de que “Acapulco está caminando de la mano” con los otros dos órdenes de gobierno debe tener congruencia con sus hechos.

Ahora, de repente, apareció al lado del diputado Jesús Zambrano, cabecilla del grupo de Los Chuchos —en el PRD— cuya fama pública se debe precisamente a que no dan paso sin guarache, pues todo lo ven con signo de pesos.

Es fácil decir 15 mil millones de pesos. Cualquiera los puede pedir, y más por esa tribu.

Difícilmente cabe pensar que un presidente municipal por sí solo tendrá éxito con semejante petición, y más cuando en el caso de Guerrero se ha visto ampliamente la relación espléndida que mantiene el gobernador con el gobierno de la República, especialmente el presidente Enrique Peña Nieto.

Cualquier presidente municipal, uno o más juntos, preferirían mil veces ir de la mano con él ante la Federación, con mayores posibilidades de tener respuesta favorable.

Ahora, ¿a cambio de qué los 15 mmdp? ¿Hay calidad moral o política para pedirlos? ¿Qué tanto ha hecho como ayuntamiento contra la delincuencia, particularmente en prevención? Para comenzar, como lo confesó el mismo secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, puso y se aferró a mantener en el cargo a un secretario de Seguridad de manera irregular, y es el único de los alcaldes de los cinco principales municipios del estado en ser señalado por su nombre en narcomensajes por presuntos nexos con el crimen organizado.

Alfredo Álvarez Valenzuela, ex secretario de Seguridad Pública de Acapulco, acaba de afirmar que “la policía municipal no trabaja para la delincuencia organizada”, sino que “la policía municipal es la delincuencia organizada”. Evodio lo minimizó por haber estado preso, pero lo estuvo por abuso de autoridad, privación ilegal de la libertad, tortura y lesiones, no por delincuencia organizada.

El diputado Ricardo Mejía Berdeja, en entrevista radiofónica de Chilpancingo, expresó su deseo de que si la Federación los otorgara –los 15 mmdp—, “no fueran desviados” con fines electorales, y que la policía certificada que mencionó Evodio al lado de Zambrano es la misma que le dejó Luis Walton Aburto, su antecesor en el cargo.

Todavía hace unos dos meses, con Evodio como edil, Acapulco estaba como la ciudad más violenta del mundo.

Su director de Turismo municipal cometió la imprudencia de revelar que la información negativa de redes sociales relacionada con la balacera del domingo 24 de abril pasado fue “bien orquestada” en la CDMX, por lo que el fiscal general Javier Olea le contestó que fueron “desafortunadas” las declaraciones de dicho funcionario. ¿Así es como Acapulco está caminando de la mano?

La situación de Acapulco, como el resto del estado y del país, no está como para que cada gobierno jale por su cuenta cuando nunca antes la coordinación institucional era tan indispensable.

Aun así, Velázquez Aguirre fue invitado al evento que presidió Osorio Chong al día siguiente de su aparición hecha con Zambrano.

Y está por salir a Estados Unidos al frente de una brigada proAcapulco para rogar que aquel país reconsidere su decisión de cancelar vuelos y cruceros, como si el puerto estuviera como en sus viejos tiempos.

 

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