¿Robespierre Robles viento en popa?
Felipe Victoria
Aprovecho la ocasión para felicitar al licenciado en Derecho, notario público y ahora magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Guerrero, el empeñoso Robespierre Robles Hurtado, quien terminó exitosamente sus estudios del Doctorado en Ciencias Políticas, cuestión que le costó muchos viernes y sábados de tenacidad, sacrificando familia paseos y descanso.
Qué contento estaría su padre, mi camarada Don José Rubén Robles Catalán, quien fuera un aplicadísimo alumno de la Universidad Autónoma de Guerrero, donde a muchos les gustaba presenciar sus exámenes orales por la capacidad que demostraba, a pesar de tener que trabajar para mantener a su familia recién matrimoniado con su adorada Georgina, que también trabajaba.
Don José Rubén fue político importante y funcionario encumbrado en Guerrero, y sus hijos e hija ya no pasaron por las privaciones económicas que él sufrió en Acapulco, cuando dejó su natal Cacalutla; sin embargo, los educó en la cultura del esfuerzo para que después no fueran unos juniors nocivos y desde chamacos los enseñó a trabajadores para merecer.
¿Se imaginan al ahora presidente del Tribunal Superior de Justicia cuando fue “cerillo” empacando compras y llevando el carrito en una tienda departamental, o ya en la universidad Lasalle del DF de cajero del estacionamiento de la Central Camionera del Sur en Taxqueña para sostenerse con menos carencias?
Alguna vez habrá renegado de la férrea disciplina familiar, pero el tiempo le dio la razón a sus progenitores, que le inculcaron ante todo comportarse decentemente, ser sencillo y humilde, respetuoso y solidario con los demás; cero lujos y mucho orden.
El honroso cargo que ahora ocupa no es ningún premio por cuatitud con el gobernador Héctor Astudillo, como algunos malquerientes intrigosos lo atacaron el año pasado para impedir que llegara a donde se perfilaba, pues no pocos anhelaban la codiciada Presidencia del Tribunal, confundido con mina de oro comerciando con la administración de justicia en contubernio con el amañado Ministerio Público y algunos litigantes inescrupulosos
La Presidencia del Tribunal, magistraturas y juzgados han sido plazas en subasta algunas ocasiones, por lo rentable que es torcer la interpretación de las leyes. A muchos que por escalafón creían tener mejores derecho para relevar a Lambertina Galeana no los dejó conformes ni tranquilos el arribo de un Notario Público sin carrera judicial previa.
Les gustara o no, Robespierre Robles satisfizo los requisitos legales para ser Magistrado y además resultó electo presidente porque entre sus principales características fue no estar maleado ni contaminado de la praxis judicial tan manida por tradición en Guerrero, en que ocurren milagros oscuros a favor de la delincuencia.
Sin nexos ni compromisos previos llegó al Tribunal para instrumentar grandes cambios y su modernización de pe a pa. Esperamos que ya no se condene a inocentes por no contar con dinero para sobornos en el MP y el juzgado, menos aún que se vendan libertades indebidas a malhechores por la astucia de sus defensores y lo blandengue de algunos jueces.
La principal y gravísima hambre y sed de los guerrerenses es por justicia honesta, imparcial y eficaz, donde se de lo que corresponda a cada quien sin trastupijes, para que la gente no siga inclinándose hacia la venganza privada y la justicia por mano propia que genera violencia.
Robespierre Robles será uno de los mejores instrumentos para que Héctor Astudillo se acerque a lograr orden y paz en Guerrero; esperamos que nada corte la carrera de ambos.
Debe el magistrado tener ya trazada su ruta futura, pero primero está cumplir con la responsabilidad que contrajo sin excusa ni pretexto; nada de distraerse con eventuales alcaldías interinas que pudieran propiciarse por los errores de algunos desbocados que se pusieron a escupirle a la federación, a despilfarrar y a medrar soñando con faraonismos indignantes y como faroles de la calle y oscuridad de sus casas.
Los grados académicos logrados a pulso por Robespierre Robles son conquistados nítidamente y no tienen el tufillo de apócrifos, como los de algunos ingeniosos y tramposos que se pasan de listos amarrando navajas como en los palenques.
El cambio al sistema oral de justicia es un reto descomunal en México y ardua tarea para litigantes y empleados de procuradurías, fiscalías y juzgados, a quienes hay que capacitar urgentemente, pues no se trata de caricaturas cubanas como aquella “Tremenda Corte” radiofónica de Trespatines, Rudecindo y Nananina, ni tampoco de un mal clon de las series televisivas norteamericanas con los gustados temas de juicios emocionantes y controversiales.
Muchísimo por hacer para Robespierre Robles que está en edad de aguantar el trote forzado y la emoción de servir a Guerrero, como lo hizo con pasión su padre en calidad de abogado y político.
-¡Tilín, tilín!- Suena la campanita escolar.
-Maestra Pizarrina, ¿ya abrieron academias de cursos intensivos para hablar en público, especiales para litigantes?
-Hasta el momento no conozco ninguna, pero solo falta que quieran enseñar eso en línea por Internet, ja, ja, ja, ja.
-Ujule teacher, pareciera que en adelante los que tengan más saliva tragarán más pinole y los que sean lentos para razonar, discurrir y revirar improvisando al momento, podrían perder sus casos.
-Para improvisar hay que conocer antes, si no es puro cantinfleo.
-¿Hasta dónde calcula que Robespierre llegue?
-Serenos morenos, primero que demuestre en lo que ya está.