Noé Mondragón Norato

 

¿Reactivar el Plan Nuevo Guerrero?

 

Con Ángel Aguirre, el apoyo no se hizo tangible. Fue mera pose mediática para impactar a los incautos. Atemperar los devastadores efectos de la tormenta tropical Manuel, con un anuncio hasta cierto punto, desproporcionado: la inversión de 30 mil millones de pesospara fomentar el crecimiento económico y el desarrollo social incluyente, en un marco de transparencia y participación ciudadana”, dijo aquel 7 de noviembre de 2013, el presidente del país, Enrique Peña Nieto. Se trató de la puesta en marcha del Plan Nuevo Guerrero que derivó en un risible fiasco. Una coyuntura obligó a su urgente aplazamiento: la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa ocurrida el 26 y 27 de septiembre de 2014. Y de ahí, el afamado Plan nunca más fue abordado por el presidente. Porque los reflectores mediáticos se posaron de manera natural, en la recurrente petición de presentar con vida a los estudiantes desaparecidos. Pero fue desempolvado ayer por Héctor Astudillo, en su toma de protesta como gobernador de la entidad. Y de ahí se abre lo demás.

¿PLAN POLÍTICO O DEMAGOGIA PURA? De entrada, el Plan Nuevo Guerrero se resumía en tres objetivos: mayor inversión en infraestructura; promoción de proyectos sociales para la productividad; y financiamiento y coordinación de políticas públicas. Peña Nieto prometió entre otras cosas, la construcción de la Autopista Intercostera que conectaría desde Michoacán hasta Puerto Chiapas; la autopista Puebla-Tlapa-Marquelia, en La Montaña y la Costa Chica, y el camino Filo Mayor, en la Sierra de Guerrero. Nada de lo anterior se ha cumplido ni se ha iniciado. Por eso, el gobernador Astudillo Flores apeló a su reactivación. Desde luego, por una razón ligada al sentido común: la crisis en materia de seguridad pública se agudiza cada vez más. Y lo anterior se conecta a su vez, con la pobreza y la ausencia de empleo. Y sin políticas públicas orientadas en ese sentido, la gobernabilidad se antoja muy lejos de conseguirse. Peña Nieto tiene en este carril, dos opciones: 1.- Hacerse el disimulado y continuar apoyando al gobernador de Guerrero y de su partido, tal y como lo hizo con Ángel Aguirre. Es decir, con la misma estrategia presupuestal y financiera. Anteponiendo la marrullería y los discursos demagógicos y de ficción. En el argot político, los silencios y las actitudes pesan demasiado. Y el presidente Peña Nieto al parecer, nada quiere saber del ruidoso Plan Nuevo Guerrero. Tiene una excelente coartada para seguir aplazando una y otra vez su aplicación: la urgencia de encontrar una salida convincente y creíble al espinoso expediente Ayotzinapa. En ese trayecto, la gobernabilidad en Guerrero podría escapársele. No solo al gobernador tricolor, sino a la propia administración federal. 2.- En caso contrario, Peña Nieto está obligado a sacar del baúl político la camisa partidista guardada por 10 años, y aplicarse a fondo en el rescate del Plan Nuevo Guerrero. Los beneficios políticos de esa medida abanicarían en varios frentes. Pero destacan tres en particular: ayudaría a desactivar la protesta magisterial disidente que se opone a la Reforma Educativa, y que amenaza con prolongarse y estallar en el corto plazo; combatiría, aunque en forma parcial, el desempleo traducido en inseguridad, violencia e impunidad; y finalmente, sentaría las bases electorales para que su partido el PRI, mantenga su racha electoral ganadora en la elección presidencial de julio de 2018. Lo anterior permite entender en gran medida, la petición del gobernador Héctor Astudillo, para que el presidente del país, reactive el Plan Nuevo Guerrero. Es un llamado de auxilio en un escenario de aguda crisis financiera, social y política. El mandatario estatal que se estrena lo necesita con urgencia; lo debe tener como una de sus prioridades el presidente del país; y lo demanda el PRI para ganar elecciones. Ese es el punto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hasta aquí

 

 

HOJEADAS DE PÁGINAS…El mensaje político va directo contra el secretario de Operación Política del CEN del PRI, Manuel Añorve Baños. Porque apenas hace unos días, la presidenta de la Comisión de Gobierno del Congreso del Estado, Flor Añorve Ocampo –su recomendada—, lanzó el reto: no permitiría que se volviera a destrozar dicho recinto legislativo. Y eso hicieron justamente, presuntos estudiantes de Ayotzinapa ayer, tras la toma de protesta de Héctor Astudillo. Qué tal.