David Martínez Téllez

Un ejército se construye o crea para defender a su país o a su territorio o a su gobierno. 

Por lo general están capacitados para la guerra. Los soldados que hemos visto todos los días hacen ejercicio. Gritan en sus recorridos matutinos. Son disciplinados y muy aseados. Desde hace muchos años han dejado de lado enfrentamientos bélicos. Si confrontarse con los grupos delincuenciales se considera un acto de guerra, pues consideraría que no están adiestrados porque por lo general terminan perdiendo. No solo por la calidad de armas, sino por la estrategia implementada. O, porque el presidente negocia la captura. Ha ganado cuando lo utilizaron para masacrar a inermes estudiantes. 

México ha evitado confrontaciones bélicas. Tanto internas como externas. Con esa experiencia carece de estrategia y de pundonor. Quienes llegan a alistarse al ejército son gentes (en la mayoría de los casos) de origen muy pobre, porque es la mejor alternativa de su futuro económico familiar. Los salarios son excepcionales.

Es cierto, los profesionistas egresados de las fuerzas militares son sui generis y altamente responsables. Principalmente en el área de la salud. En realidad desconozco sus habilidades en otras profesiones. Dicen que son buenos arquitectos e ingenieros; hasta donde sé (mi ignorancia) no existe la carrera de arquitecto de casas habitación o de condominios o, todavía mejor, en zonas urbanas o rurales. Sí de arquitecto constructor muy cercana a la de ingeniero. 

Si instruyen a ingenieros en comunicación, en computación en electrónica e informática. Pero no para la guerra como lo he mencionado.

En el sexenio de inicio de alternancia (2000) las fuerzas armadas fueron el sector preferido del presidente Fox. Lo mismo sucedió con Calderón. Los salarios de este grupo se incrementaron muchísimo en los últimos tres periodos presidenciales. 

Con el PAN se llenaron de prestigio al acudir a zonas de desastres y colaborar con la población. En el actual se han ganado estrellitas porque han dejado de lado una de sus tareas de colaboración social, para ser administradores de, por lo menos, dos proyectos del presidente: Aeropuerto y Tren Maya.

Se han olvidado de la tarea social para pasar a ser empresarios.

En lo que va del sexenio han ocurrido desastres naturales y ha sido poca la ayuda del ejército en beneficio de los afectados. Están más preocupados por generar riqueza que por coadyuvar a su población.

Si en estos momentos de guerra (Rusia-Ucrania) les pidieran que se involucraran en ese evento, le apostaría a que muchos desertarían. 

La mentalidad del soldado ha cambiado. Ahora es una persona con ideas de inversionista, empresarial. La guerra es para los brutos. Ellos ya se sienten clase “de la alta”. En realidad siempre lo han sido, pero no lo tenían muy claro.

Ya no están para la guerra, están preparados para dirigir el país. Realizan el ejercicio camaleónico. Eramos dirigidos; ahora vamos a dirigir. Espero y me equivoque.