Sadyhel Astudillo

Envío una especial y cariñosa felicitación a mi papá René A. Astudillo Nava, quien cumplió años el sábado anterior. Aunque no pude acompañarte, espero pronto poder darte un abrazo personal. Te deseo siempre lo mejor y que cada día sea mejor que el anterior. Te quiero mucho Pá.

Cuando recién egresé de la licenciatura, mi primer empleo fue de docente de nivel bachillerato, por distintas razones en ese plantel permanecí poco tiempo; pero durante esa estancia entablé una buena relación con mis compañeros, todos ellos con formación académica de docentes, en mi caso y con una gran desventaja por lo que implica la docencia, toda vez que mi formación es de Químico Fármaco Biólogo; sin embargo, ello me permitió la oportunidad de tener una percepción importante por conocer la dinámica que imponían en sus sesiones: además del genero didáctico, preparar e impartir las clases, métodos utilizados para no cansar al alumno, conocimiento de la materia, etc., aprendí de ellos varios tip´s que me facilitaron el poder impartir las clases y evitar los nervios de estar frente a un grupo.

Años después volví a ser docente en una escuela diferente, de igual forma a nivel bachiller; sin embargo en esta ocasión fue diferente debido a que ninguno de mis compañeros tenía la formación de docente, diferencia que se percibía en las aulas. Se les pasaba algún detalle en clase, no las preparaban con antelación, sus formas de evaluar eran repetitivas etc., pero bueno, no todo era negativo, con el tiempo fueron agarrándole el gusto o de plano optaron por retirarse de la escuela. Poco tiempo después se me brindó la oportunidad y participé en otro bachiller y esta misma situación se volvió a repetir, es decir, profesores que no habían estudiado para serlo y que no estaban del todo preparados, situación que lógicamente se percibía en todo momento en el aula.

En estas dos últimas experiencias, en los espacios en que compartimos momentos para tomar alimentos o platicar en un receso de clases, algunos llegaron a comentar que optaron por trabajar como docentes porque no les quedaba de otra, porque no consiguieron el trabajo que deseaban inicialmente o porque alguien les consiguió o los recomendó para ese trabajo y pues, necesitaban el ingreso. De hecho, comentarios como esos pueden escucharse con cierta regularidad, personas que no deseaban ser docentes y que, debido a varias circunstancias que estaban o no en su control, terminaron siéndolo. Afortunadamente algunos de ellos descubren que es su pasión o son personas dedicadas que hacen bien su trabajo; sin embargo esta la otra cara de la moneda, docentes que van a trabajar porque deben hacerlo (casi obligados vaya), que no preparan bien sus clases, que no generan empatía con sus alumnos ni les preocupa que aprendan etc., y desafortunadamente, al parecer este segundo caso es del que más abunda actualmente.

Situaciones como esas, de maestros desidiosos y apáticos causan que muchos de los alumnos también sientan que es una carga el tener que ir a la escuela y recibir las clases de un profesor antipático. Con el paso del tiempo el alumno se harta y pierde el interés en dicha materia y la carga como un estigma durante toda su etapa académica. Vaya, recuerden ustedes cual era la materia que más les gustaba en la secundaria o en el bachiller; estoy seguro que dicha materia se las impartía un profesor que hacia las clases amenas, que se interesaba por ustedes y por qué realmente aprendieran y es que vaya, a los buenos alumnos no los forja únicamente el hábito y los padres, un peso grande e importante recae en las manos y las enseñanza de los profesores.

Entonces amables lectores, esta es una invitación a quienes tienen una formación académica y vocación definida, a no aceptar o buscar un trabajo –sea de docente o de cualquier otra área- que no le interese o apasione, que no va a realizar con ganas. Al hacerlo se le está quitando la oportunidad a alguien que realmente lo desea y que lograría grandes cambios o avances desde ese puesto, además de que a la larga será contraproducente para la empresa o institución que lo contrate, ya que el desempeño y resultados no serán los adecuados, causando una amonestación o quizá un despido y desembocando en un cadena de infortunios.