Alejandro Mendoza

En México y, principalmente, en Guerrero la labor de los periodistas es considerado de alto riesgo y más en el contexto de la violencia e inseguridad pública que prevalece en el país. Y como bien describe la profesora Alejandra López Martínez de la Universidad Anáhuac México el ejercicio de los medios de comunicación se debe analizar a profundidad, independiente, de la acción individual de cada periodista. 
El Estado mexicano reconoce en el artículo 6 de la Constitución Mexicana que “la manifestación de ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público”. Sin embargo, ¿este derecho se ejerce efectivamente en México? ¿Dónde está el límite permitido para ejercerlo?
López considera que los medios de comunicación buscan, primero, informar a la ciudadanía sobre los asuntos públicos de forma contextualizada, analítica e imparcial; segundo, ser la arena para debatir la vida pública; y tercero, vigilar al gobierno en favor de la ciudadanía. Para que los periodistas puedan cumplir con esta misión, deben tener acceso libre a medios escritos tradicionales, como los periódicos, revistas, radio y televisión, o no convencionales como redes sociales y blogs, y la libertad de publicar en ellos sus opiniones y piezas de investigación.
Entendiendo este contexto es fundamental que exista acceso a la información, que obviamente no se persiga a los periodistas y se proteja su integridad física. De esta manera se podrá fomentar una ciudadanía informada y activa, que exija a sus gobernantes y haga efectiva la democracia. 
Es cierto que desde sus inicios la relación entre el gobierno y los medios de comunicación en México ha sido compleja. Se puede afirmar que hasta antes de 1994, cuando comenzó la ola democratizadora en México, existía una forma muy sui generis de controlar a los medios de comunicación a través de la compra de espacios publicitarios, además de que los dueños de los principales medios simpatizaban abiertamente con el gobierno y sus noticias tenían una línea editorial clara.
Desde luego que han sido insuficientes mecanismos creados por el gobierno para el acceso a la información como la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, la cual ha ido ganando terreno y se ha vuelto un instrumento muy utilizado por los periodistas para indagar sobre el destino de los recursos públicos y hacer que las dependencias y entes obligados rindan cuentas a la ciudadanía.
Consecuencia de la transición a la democracia, los medios comenzaron a actuar como el cuarto poder al traer a la luz problemas de corrupción, malversación de recursos gubernamentales, impunidad o abuso de poder y movilizar a los ciudadanos.
Pero tampoco se puede ocultar que los medios deciden muchas de las veces optar por el escándalo, el cual siempre es muy atractivo para los consumidores de medios y que puede ser rentable para las finanzas de su empresa. A veces la línea entre la denuncia y el escándalo se difumina y se suele perder la perspectiva.
En este contexto se puede comprender que los medios de comunicación son también un negocio y buscarán presentar lo que su público, es decir, los televidentes, radioescuchas, lectores o seguidores quieren. Y en muchas ocasiones lo que vende es el escándalo. Esto hace casi inevitable que, en algunas ocasiones, se caiga en la tentación de generar polémica infundada.
Es cierto que no se puede negar que los medios de comunicación tienen un gran poder, pero también una gran responsabilidad: utilizar la información en aras del bien común. En una época donde el acceso a la información y los medios para publicarla son omnipresentes, es de gran importancia apelar a la ética profesional.
Como dice López, los periodistas reconocidos arriesgan muchas veces su vida defendiendo la libertad de informar a la ciudadanía. La auténtica libertad de expresión no puede separarse de la verdad, por lo que una prensa libre e informada siempre deberá buscar la veracidad y la ética antes que el beneficio personal. Nuestro reconocimiento público para esta clase de periodistas comprometidos con su labor.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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