* ¿Te acuerdas de hace 2 años y medio?
* La ingobernabilidad, herencia del PRD
* Desmemoria, por fracasos informativos

Jorge VALDEZ REYCEN

En Guerrero, el PRI arrebató la gubernatura al PRD en 2015 por la violencia y la crisis de ingobernabilidad en que se sumió desde septiembre de 2014 hasta el incendiario 2015. La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa detonó una fuerte e histórica inestabilidad política, económica y social, aunado a los impactos de huracanes que causaron muerte, desolación y una reconstrucción inconclusa e interminable.
Era Guerrero escenario inédito de ultra violencia: la sede de los partidos políticos PAN, PRD y PRI fueron destrozadas e incendiadas parcialmente. La residencia oficial “Casa Guerrero”, la Contraloría de la Secretaria de Educación Guerrero, el edificio “Tierra Caliente” del Palacio de Gobierno, la sede parlamentaria del Congreso del Estado fueron quemados por una turba de encapuchados que robaban tráileres, vehículos oficiales y bloqueaban la Autopista del Sol cuando querían.
En 2006, cuando inició en La Garita la historia de muerte y ejecuciones, el gobernador Carlos (Zeferino Torreblanca) Galindo acuñó una frase imborrable en los anales de la historia suriana. Respecto a los muertos y la violencia rampante, dijo “Ni quiero… ni puedo”.
En dos años, esa ingobernabilidad heredada por gobiernos emanados del PRD-PT-MC fue controlada por el PRI-Verde. De aquel PRD donde Andrés Manuel López Obrador imponía candidatos como a José Luis Abarca Velázquez, a través de Lázaro Mazón Alonso, se vivió una pesadilla en una Iguala irreconocible por alta incidencia delictiva en secuestros y homicidios dolosos.
Todo ese panorama parece que lo olvidaron los guerrerenses, pero no.
Los terremotos del 7 y 19 de septiembre, el huracán ‘Max’, en septiembre del 2017, volvieron a causar zozobra, incertidumbre y miedo a los guerrerenses. La auto reconstrucción está en marcha en este abril del 2018, en plena etapa electoral.
Ya vino AMLO en la precampaña y fue en Quechultenango donde jugueteó la idea de amnistiar a delincuentes y a integrantes del crimen organizado. No hubo compromisos reales, sólo retórica y posicionamientos diluidos en el tiempo.
La memoria de un pasado inmediato no puede desaparecer, ni con una lobotomía. Entonces, excuso decir que esa pérdida de memoria obedece a los fracasos de planes y programas de acción en materia de información y comunicación. La gente tendría presente esos días aciagos, terribles, salvajes si cada vez a alguien se le olvidan esos episodios. Alguien debiera tener la idea de recordar cómo vivimos en Guerrero y restregarles la verdad a los que eran jefes de prensa de esos nefastos días, y que hoy se curan en salud vertiendo boñiga y disfrutando impunemente del dinero de sus latrocinios y vida frívola.
Uno de los muchos bribones que saquearon al gobierno, hasta dejarlo en la quiebra, con laudos multimillonarios, sin dinero y con faltantes millonarios en la Auditoría Superior del Estado, es un dizque columnista que fundó un periódico, una agencia, un noticiario y hasta preconiza la militancia partidista y el activismo servil a través de un periodismo prostituido. Todos saben quién es. Nadie le exige nada.
La desmemoria atormenta al guerrerense. Los hace creer en quienes lo han defraudado y engañado. Les ofrece perdón y olvido… sin castigo.
Y eso está muy cabrón.
No puedo olvidar, es parte de mi formación periodística. La ética es una vestimenta invisible, hecha a la medida de cada quien.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.