Héctor Contreras Organista

“Hoy, Campuzano se va al Campo Santo”, dijo un compañero periodista…Dolorosa expresión, por su certeza.
Cierto. Hoy es el adiós para siempre a un talentoso periodista guerrerense como lo fue Andrés Campuzano Baylón a quien hace muchos años conocí en el restaurante del Conjunto Jacarandas.
Al paso de los años lo vi reporteando con mucho entusiasmo, siempre muy inquieto. Quería saberlo de todo y su inclinación reporteril que comenzó con la entrevista a políticos fue abarcando a temas actuales pero profundos que han sido una gran aportación a la historia no sólo de Guerrero sino de México.
Por sí mismo se colocó entre los periodistas surianos que alcanzan el respeto de sus lectores y particularmente en el mundo político.
Su incursión a temas profundos lo llevó a ser corresponsal de la muy importante revista ‘Proceso’ y a crear su periódico ‘EL REPORTERO’ donde escribía su columna ‘LIBRETA’ que era muy leída.
Hizo muchas amistades, tuvo muchos amigos por dondequiera pero especialmente tuvo uno, ya fallecido, que fue funcionario de la Secretaría de Educación Pública y con quien se llevó muy pesado, tanto, que un buen día, en la portada de su periódico, Campuzano lo exhibió cuando aquél acariciaba los senos a mujer posiblemente en un prostíbulo, y se armó un escándalo de aquellos en el mundillo político guerrerense.
Tuvo las características de un excelente periodista: Era atrevido, fue osado, pero reflexivo y educado.
Como buen periodista provocaba muchas veces a sus interlocutores para que “soltaran la sopa”. Y lo mejor es que lo lograba, por eso hizo varios libros muy interesantes los cuales tuve la dicha que me los obsequiara con una dedicatoria y su firma valiosa.
Tuvo sus programas de radio y alguna vez me invitó a uno de ellos a platicar.
Fue asiduo cliente de la cafetería “La Covacha” donde platicó ¿con quién no?
En 2002, si no mal recuerdo tuvo un accidente automovilístico viniendo de Tixtla. Sus piernas quedaron prensadas y eso, a partir de entonces, le impidió caminar normalmente. Se apoyaba en muletas.
Tuve en suerte colaborar con él con mi columna ‘COSMOS’ durante un buen tiempo, cuando tenía el taller de su periódico y su hogar por el rumbo del Palacio Legislativo. Era su compañera entonces una señora morena hija de un buen amigo mío, originario de Costa Chica.
Después se hizo pareja con una señora locutora que vino del norte del país y a quien conocí en una grabación que a dos voces hicimos con ella para algún evento de la Comisión de Derechos Humanos de Guerrero, invitado en mi caso por el licenciado Juan Alarcón Hernández.
Precisamente en “La Covacha” alguna vez me acerqué a Campuzano y le expliqué cuán grave es la enfermedad del alcoholismo y sus consecuencias y que uno puede salir de él, si se quiere.
“Mi estimado Héctor, te voy a pedir un favor como amigos: No me hables de esa chingadera”.
Casi las mismas palabras, cuando temblando de una cruda estaba sentado en el soporte de una jardinera de la rampa que era del ayuntamiento, me dijo hace años un compañero que vino de Morelos y trabajó aquí como un extraordinario reportero pero que falleció a consecuencia del alcoholismo:
“A mí no vengas con esas pendejadas”, y a pocos meses falleció. Me dan pena los lapsus, pero ya ni de su nombre me acuerdo.
El tema del alcoholismo y de una posible recuperación lo he platicado con otros compañeros a quienes veo que con frecuencia dejan de trabajar por andar “alegres” y su charla es de crudas, de bares, de bohemia, como si fuera para ellos encumbrar en la cúspide la “socialité” quelitera de mi pueblo o se hubiesen ganado un galardón especial. Presumen su estupidez. Suponen que morir en la borrachera es el más alto honor a la que pueden aspirar…
Se va para siempre mi querido compañero periodista don Andrés Campuzano Baylón.
Agradezco ahora a su esposa, la señora Noemí García Escárcega, quien alguna vez tuvo la paciencia de escucharme en un diálogo que le solicité en torno al problema de Andrés Campuzano.
Duele, cuando un ser humano tan valioso se va, pero duele más cuando ese ser humano pudo prolongar su vida y no lo aceptó, no quiso.
Descansa en paz, querido amigo Andrés…