* ¿El sur en llamas? Visión miope
* El coctel de narcos y maestros
* Peña tiene una tormenta perfecta
Jorge VALDEZ REYCEN
Enrique Peña Nieto tiene frente a su gobierno, estacionada, una tormenta perfecta.
Las severas resistencias a las reformas estructurales impulsadas por su administración han saturado, hasta el hartazgo social, la decisión de llevarlas contra ese viento y marea peligrosos.
Columnistas nacionales se solazan con las penurias de Peña frente al magisterio y la guerra contra cárteles de narcotraficantes. Como agoreros de la desgracia, apuntan a dos damnificados de ese vendaval que, aseguran, es el sur del país en llamas. Es una visión miope, por supuesto, desde el altiplano no es lo mismo que al nivel del mar.
Hace 16 años, más o menos, se advirtió que Guerrero “es un asunto de seguridad nacional”. Se repitió una y otra vez, hasta la saciedad a un Vicente Fox Quesada. Luego a Felipe Calderón Hinojosa, quien reaccionó con furia ante entuertos de negocios y cochupos mal elaborados a su espalda. Pero Guerrero siguió a la deriva.
Hasta que vinieron los huracanes y la tragedia llegó del cielo, en forma de lluvia y viento, voltearon a los montes, rasguñados, pelones y desgajados. Se anunciaron 20 mil millones de pesos para la reconstrucción inacabada, inconclusa, cuando se deja venir la tragedia anunciada de Ayotzinapa.
Y el coctel del magisterio tomó fuerza en medio de un drama de miles de muertos causado por una atroz guerra de pandillas del narco. Grupos antisistémicos vieron la ocasión de abonar más leña al fuego de un país ensangrentado por el control de la amapola, mariguana, heroína y delitos de alto impacto como secuestro, extorsión (modalidad de cobro de piso) y homicidio.
Todo revuelto, convulso. El reto era del tamaño de esa tormenta perfecta que se cierne en Los Pinos, con repercusiones desde Tamaulipas hasta Chiapas.
El tufo de corrupción desde Chetumal, pasando por Xalapa hasta Chihuahua capital, sorprendió a un bisoño presidente del PRI nacional emanado de las angustias presidenciales y el berrinche de Manlio Fabio Beltrones, que le aventó los trastes sucios a quien nunca reverenció como su jefe político. Todo revuelto, convulso.
La ausencia de un control de daños, la omisión de respetar el Estado de Derecho como única vía para salir del caos, atropelló a Miguel Osorio Chong y, de paso, se llevó de corbata al soberbio Aurelio Nuño Mayer. Aplicar reformas a raja tabla, trae consecuencias. Lo mismo que tolerar y hasta permitir que maestros defequen en la Reforma Educativa y usen su movimiento opositor para paralizar la economía de cuatro entidades atrasadas, marginadas, utilizadas por el mesías obsesionado con ser presidente como sea… hasta cuenta los días en que sea ungido salvador del país.
Peña Nieto necesariamente tendrá que matizar las reformas, ceder no es perder. Quitar de en medio a Aurelio Nuño y a Osorio Chong que son lastres. Eruviel Ávila, a Gobernación y el doctor Narro a Educación, sería una receta que llaman los que saben de esto un “golpe de timón”.
Los maestros harán la danza del triunfo, se alzarán con una victoria, sí, pero que fue producto de una conducta prepotente, autoritaria, soberbia y ausente de oficio político.
A Luis Videgaray Caso, el falaz administrador de la Hacienda, mejor dejarlo en su laberinto de ajustes y gasolinazos. No hay mejor propagandista para el Mesías que éste copetón de rala cabellera.
Nos leemos mañana… SIN MEDIAS TINTAS.