Jorge VALDEZ REYCEN

 

* Magisterio pierde lucha y apoyos

* CETEG: No renunciar a privilegios

* SEG inflexible en el despido masivo

 

Ni Antonia Morales, ni Ramos Reyes, ni Walter Emanuel Añorve tienen como líderes el respaldo mayoritario de maestros fieles a una CETEG dividida, fracturada, reñida entre ellos por privilegios, dádivas y canonjías, traducidas éstas en plazas, bonos y dinero.

El liderazgo magisterial disidente está severamente partido en tres por las ambiciones y envidias que lo corroen. Su movimiento –reducido a no más de tres mil mentores fieles a movilizaciones, que sabían lo complicado que será conservar una plaza sin soporte presupuestal, otorgada por migajas o la venta ilegal de quienes han lucrado con espacios docentes y no docentes— vive el peor momento de su resistencia a la reforma educativa.

Reacios a la negociación –que ellos mismos se negaron, cuando sí hubo voces de llegar a acuerdos con la SEG— ayer, hoy se aferran a un movimiento amorfo, sin capacidad para definir una agenda educativa que sea capaz de obligar al gobierno federal a escucharlos, al menos, y hacer un balance de daños al interior de su movimiento. Ya no.

La arrogancia los sepultó. Las bravuconadas de Walter Emanuel Añorve y de Ramos Reyes fueron colosales errores de cálculo político, o al menos no tuvieron un contra argumento para no ser llevados por Rubén Núñez, de la 22 de la CNTE-Oaxaca, al callejón sin salida de negociaciones vanas.

Cuando desalojaron el plantón de Bucareli, Ramos Reyes ni siquiera estaba en la CDMX. Antonia Morales estaba aquí en la capital y Emanuel Añorve en Acapulco. Todos distanciados, cada quien por su lado, como ha sido recurrente en los últimos meses de lucha.

La gran lección es que la CETEG ya no tiene opciones, ni porcentajes de llegar a obtener algo. Es más: ya no tendrá privilegios que durante lustros obtuvo de sus chantajes a las autoridades educativas. Podrán tomar edificios, quemar mobiliario, marchar con pies cansados, encuerarse o hacerle caso a un conocido locutor radical que los azuzó desde el micrófono de XEUAGro a quemar las casas de supervisores de la SEG. Delitos y más delitos se acumulan en carpetas de investigación que algún día serán llevadas a jueces y se aplicará la ley.

La SEG en voz de su titular José Luis González de la Vega ha sido inflexible en aplicar lo que la SEP de Aurelio Nuño Mayer ha dispuesto y ordenado tajantemente: despido a los mil 280 maestros faltistas y aplicación de descuentos salariales a quienes faltaron a su trabajo.

Nunca antes la SEP había sido estricta en no caer en ese juego de perversidades de estira y afloja. Nuño Mayer ha sido inflexible con los intolerantes e intransigentes. La SEP ha sido enérgica en aplicar la ley a quienes se mofan de las autoridades. Y esto ha sido muy bien visto, secundado y reconocido.

La CNTE y sus filiales de Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Guerrero, CDMX ya no tienen mucho que ofrecer a una desgastada, moribunda y descompuesta lucha de intereses facciosos en que convirtieron su necedad opositora a la Reforma Educativa. Jamás supieron utilizar argumentos legales. Siempre operaron como pandilla, no como un colectivo coordinado… más bien descoordinado.

La CETEG ya acusaba un aislamiento, por ello se colgaron de Ayotzinapa y del dolor por los 43 normalistas desaparecidos y lucraron con lo que pudieron. Ya no. Los del GIEI pusieron en claro que el Caso Iguala no podía ser contaminado con otros movimientos, por lo que era necesario su deslinde. Y la CETEG dijo chao a los 43. O viceversa: los padres de los 43 prohibieron a la CETEG seguir usando y lucrando con su dolor y rabia.

Pero en el colmo de su paranoia, acusan que hay una “campaña” en su contra. Como si no fuera suficiente su propia estulticia en la forma como operaron su disidencia simulada convenientemente.

La CETEG es un ente desprovisto de banderías políticas. Su bandera es el fuego, la piedra, el motín, vandalismo, anarquía… porque de tumbar la Reforma Educativa ya no puede ni el loco del Pejelagarto.

Nos leemos mañana… SIN MEDIAS TINTAS.