Vuelve a ser Iguala

 

Por Chanssonier

 

Durante poco más de medio siglo, la población de Iguala llevó el nombre de Ciudad Iturbide, en memoria del general realista Agustín de Iturbide que fue emperador de México, enseguida de realizarse la independencia, siendo fusilado más tarde en Padilla, Tamaulipas, luego de ser desterrado, dándose las órdenes de fusilarlo de retornar, lo que hizo y le costó la vida.

La palabra Iguala de origen náhuatl, se traduce al español como ya volvió, ya vino, tratándose seguramente de alguna mujer que abandonó el lugar para más adelante regresar.

La importancia histórica del lugar se inició cuando el jefe insurgente, general Vicente Guerrero Saldaña, así como el realista Agustín de Iturbide, la seleccionan para unir sus fuerzas, creando el Ejército de las Tres Garantías, así como el nacimiento de la bandera nacional, cuya tela para su confección tuvo que adquirirse en Tepecoacuilco, siendo el sastre michoacano José Magdaleno Ocampo, el encargado de su confección.

Durante de uno de los gobiernos presididos por el general Antonio López de Santa Anna, ordenó que el antiguo pueblo de Iguala se llamara en lo sucesivo, Ciudad Iturbide, disposición que se llevó a cabo. Por espacio de medio siglo. Sin embargo por decreto del 31 de mayo de 1898 se ordenó reponer el nombre que tenía, dándole el de Iguala como siempre se había conocido.

Si hasta entonces el lugar tenía una escasa importancia, el ferrocarril México-Balsas inaugurado por el presidente de la República, general Porfirio Díaz Mori, contribuyó a su desarrollo económico colocándola como el primer centro comercial del estado, lo cual fue por espacio de muchos años. Cancelado el ferrocarril en 1990, marginado por la Autopista del Sol a partir de 1993, la apertura de una carretera que comunica a la Tierra Caliente con la ciudad de Toluca, fue otro duro golpe; a pesar de eso continúa siendo la ciudad que siempre ha sido, aun cuando sus días de esplendor son cosas del pasado.

 

Fusilamiento de Mariscal

 

A lo largo de su existencia Guerrero ha tenido buenos y malos gobernadores, pero ninguno de sentimientos tan negros como los del general Silvestre G. Mariscal, cuya vida se caracterizó por el asesinato y la venganza.

Originario de Atoyac de Álvarez, nació el 31 de diciembre de 1870. Egresó como profesor normalista, habiendo realizado los estudios respectivos en el Instituto Científico y Literario, con sede en Chilpancingo.

Siendo profesor radicado en Atoyac, en 1914 se afilió al maderismo; de tal manera a la cabeza de un puñado de hombres, se apoderó de Atoyac, San Jerónimo, Tecpan y Acapulco, teniendo entonces el grado de coronel. En Acapulco aprehendió al gobernador Julián Blanco, a quien dio muerte en el castillo de San Diego, junto a su hijo Bonifacio.

A la muerte de Madero no dudó en sumarse a las filas del usurpador, general Victoriano Huerta Márquez, para más adelante afiliarse al carrancismo; designado gobernador cometió graves atropellos en contra de la población, por lo que fue enviado a la prisión de Santiago Tlatelolco.

Mariscal gobernó Guerrero entre los años de 1916 y 1917. Levantado en armas en contra el gobierno federal, fue aprehendido el 31 de mayo de 1920, siendo fusilado en Cinahua, Michoacán, acabando de tal manera sus tormentosos días.