¿Fiscalía como tigre en subasta?

 

Felipe Victoria

 

Era de esperarse una semana acapulqueña cruenta pues los ajustes entre mafias porteñas nunca son tersos, los grupos que se hacen de posiciones estratégicas se resisten a dejarlas aunque se les acabe la chamba en el Ayuntamiento.

De mal gusto anunciar con mantas colgadas las acciones entre  rivales porque ningún objeto tiene ya hacer denuncias formales ante las autoridades, pues hay complicidades evidentes; entonces prefieren ajusticiarse por sí mismos y de paso intimidar a los nuevos gobernantes con crear clima de inseguridad y psicosis en los habitantes…

Quien se hubiera imaginado que al famoso abogado defensor laboralista de un millar de policías preventivos en paro durante la administración de Luis Walton, lo fueran a matar frente a su domicilio, minutos antes de la conferencia de prensa a que había convocado Lemus Beltrán.

Tampoco que un día antes igual mataran al abogado Loyo Malabar, pero se perdió la capacidad de asombro y lo único que en el chismerío de cafetería se preguntan es ¿quién sigue?; los “por qué” ni importan pues los protagonistas bien saben las que deben y a cada capillita le llega su fiestecita.

Lamentablemente esas vendettas mafiosas grupales se llevan el plus de crear condiciones adversas para los responsables del estado y el municipio porque la gente común y corriente se apanica y sugestiona, el rumor siempre origina temor y terror.

Hablar de un “toque de queda” en lugares turísticos además de tabú sería un harakiri, aunque lo cierto es que el fiel turismo nacional que sigue prefiriendo Acapulco, ya está curado de espanto pues en sus lugares de origen también hace aire…

La inseguridad pública actual no es exclusiva de Guerrero ni de Acapulco, ni culpa de Astudillo y Evodio, es a nivel nacional de costa a costa y de frontera a frontera, porque hace años que las autoridades de todos los niveles dejaron de serlo y las que ahora reparten el pastel son las mafias colocando en el poder a sus patrocinados, para que disimulen en su favor y los dejen traficar y extorsionar; así que “ajo y agua” y serenos morenos, no hay que perder la calma si se es ajeno a andanzas al margen de la ley…

Nada hay que permanezca oculto en esta modernidad cibernética, donde no hay fronteras ni censura y como bien dijo Sir Francis Bacon, la verdad es hija del tiempo, no de las autoridades; siempre sale a flote tarde que temprano.

Por desgracia algunos gobiernos que no cuentan con sistemas eficientes y eficaces de ofrecer y garantizar seguridad pública, ni de procurar justicia honestamente o aplicar las leyes imparcialmente, mienten tergiversando hechos que conmovieron a la opinión pública, mientras tapan pozos con niños ahogados y fosas clandestinas con desaparecidos.

Los funcionarios poco se dan cuenta de que los gobernados sí se dan cuenta de todo, aunque no les queda más que resignarse y callar espantados, o manifestarse protestando, cosa que les permiten para liberar la presión peligrosa momentáneamente.

La desilusión y el descontento popular enferma y rasga el tejido social, nada peor que perder la confianza y credibilidad en los funcionarios públicos y las instituciones.

Los valores fundamentales desde los hogares en las familias se fueron descuidando y las generaciones actuales poco respetan los derechos de los demás y no tienen noción de sus obligaciones primordiales como requisito para poder exigir lo que sea…

Se perdió la disciplina necesaria para que haya orden en las comunidades y la cultura legal es casi inexistente, cada quien hace lo que le viene en gana sin que se vea voluntad superior para prevenir y evitar ilícitos, mucho menos decisión para aplicar sanciones a los transgresores de las leyes; caímos en el anarquismo que genera ingobernabilidad y a la gente buena le va mal mientras a los malos les va bien…

Retornamos al primitivismo de la ley del más fuerte que justificaba la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente cuando la gente se hacía justicia por propia mano ejerciendo la venganza privada.

En vano entonces que se crearan tribunales para que jueces, magistrados y ministros apliquen las leyes a quienes caigan en manos de guardianes de la ley y tras ser investigados los consignen los encargados de procurar justicia.

En Guerrero al gobernador Héctor Astudillo Flores se le ve con ganas de poner remedios, ya designaron como presidente del Tribunal Superior de Justicia al jurista Robespierre Robles Hurtado y lo que parece complicarse es dar con alguien adecuado para procurar justicia, mencionan desde a Erit Montúfar Mendoza como a Javier Olea y hasta a mujeres como Blanca del Rocío Estrada Ortega, pero habrá que ver quienes se inscriben en la convocatoria respectiva.

El clima social actual desasosiega a los habitantes por los ajustes de cuentas y rivalidad entre grupos disputándose el control de plazas, rutas, trasiego y comercio de drogas, igual que la extorsión a los sectores productivos cuyas raíces parecen estar en las corporaciones policiacas.

En Guerrero necesita decretarse cuanto antes no un “toque de queda” inhibidor del turismo, sino la cero impunidad y aplicar sin miramientos las leyes vigentes, para enderezar el rumbo hacia el orden y la paz con justicia y seguridad que necesitamos todos.