Es creada Arcelia

 

Por Chanssonier

 

En la actualidad Arcelia es una de las más importantes poblaciones de la Tierra Caliente; si por muchos años guardó diversos rezagos, en la actualidad tiene un buen movimiento comercial. Este logro ha sido por tener una carretera petrolizada, la que mucho le ha servido en su desarrollo. Este camino lo inició la administración encabezada por el general Héctor F. López (1925-28), concluyéndose la terracería cuando era mandatario el general Baltasar R. Leyva Mancilla (1945-51); años más adelante se le petrolizó.

Como todo lugar que se merece es dueño de una singular leyenda, la que dice por qué lleva tal nombre. En su quinto y último tramo de su mandato, el general Francisco O. Arce fue invitado por los habitantes de Arroyo Grande a visitar el pueblo. Como hasta entonces ningún gobernador había estado allí, los lugareños le organizaron diversos festejos, los que culminaron con un baile al que concurrieron las gentes más significativas; en el curso del baile conoció a una bella joven que mucho le llamó su atención; preguntando quien era, le dijeron se llamaba Celia Medina, cuyos padres eran propietarios de un rancho ganadero.

Realizadas las presentaciones la fémina no anduvo con rodeos, diciéndole al mandatario, cuyo interés por ella era evidente, que pasarían una noche en la intimidad si le ponía al municipio el nombre de Arcelia, en lugar de Ixcatepec como se llamaba; el viejo militar accedió gustoso a la petición. De tal manera el 3 de noviembre de 1892 nació el municipio, quedando encadenados el apellido de Arce y el nombre de Celia.

Los arcelenses para darle vida a la leyenda, levantaron en el jardín principal de la ciudad, un monumento en donde perpetúan el supuesto suceso.

 

Desaparecen poderes

 

Ha sido una constante la desaparición de poderes en la entidad; algunos gobernantes tuvieron que abandonar el poder, porque así lo dispuso el presidente de la república en turno. Otros por la desatención que tuvieron a los asuntos públicos, los cuales dejaron al margen.

En el año de 1933 arribó al poder el general Gabriel R. Guevara Orihuela, quien entró al relevo del depuesto mandatario general Adrián Castrejón; la gente pensó haría una buena administración pero no fue así, ya que el 5 de noviembre de 1935 le fueron desaparecidos los poderes, designándose como nuevo mandatario al general licenciado José Inocente Lugo.

Guevara en lugar de dedicar todo su tiempo a atender los asuntos de su alta investidura, se la pasó de pachanga en pachanga. Varias veces el presidente Lázaro Cárdenas preguntó por él, contestándole la última vez que andaba de cacería. Esa fue la gota que derramó el vaso, pidiéndole al Senado de la República su necesario y urgente relevo.

Muchos años más adelante el depuesto gobernador, lo fue del entonces territorio de Quintana Roo. Los relevos en principal cargo público estatal han sido frecuentes, como en los casos de Alejandro Gómez Maganda, Raúl Caballero Aburto, Israel Nogueda Otero, Rubén Figueroa Alcocer y Ángel Aguirre Rivero. En los dos últimos casos, su salida se disfrazó como licencia para separarse del cargo.