Por Ricardo Castillo Barrientos

Históricamente el estado de Guerrero ha vivido a la zaga o en el cabús del desarrollo nacional. Desde tiempos inmemoriales ha tenido poblaciones indígenas asentadas en intrincadas zonas de difícil acceso; actualmente las brechas y caminos de terracería se han venido transformando en carreteras o caminos artesanales.

Los gobernantes guerrerenses han pronunciado en sus líneas discursivas que están sentando las bases estructurales para la superación de la pobreza, el desarrollo social y económico de la entidad. Las buenas intenciones quedan en eso, pues las condiciones de sobrevivencia de la gente permanecen intactas. El statu quo se mantiene inalterable, a pesar que se quiera dar la impresión de algunos signos de progreso, naturales a través del tiempo y por el crecimiento demográfico.

La descoordinación interinstitucional de los tres niveles de gobierno ha sido el factor prioritario de la dispersión de esfuerzos y recursos gubernamentales e impedido que incidan en el mínimo crecimiento comunitario y por ende en el desaliento o sufrimiento de la gente por las carencias ancestrales de todo tipo: alimentaria y de empleo, principalmente, quedando inmersos en un eterno círculo de la pobreza, no tan solo en las zonas rurales, también urbanas.

El eterno problema de la pobreza en Guerrero radica en la falta de visión e interés de los gobernantes responsables de las políticas públicas sociales, por no dar un seguimiento y supervisión eficaz a las actividades educativas, productivas, de salud, entre otras. Prácticamente las dejan al garete por la lejanía donde se desarrollan.

Los programas sociales –aunque generosos— han resultado insuficientes para superar la aguda problemática social. Se requiere más que eso: que las acciones gubernamentales confluyan en una sola ruta de coordinación interinstitucional y social.

La migración de los paisanos es la puerta de escape para mejorar sus condiciones de vida y de sus familias, a través de remesas que envían desde la Unión Americana. Son la salvación familiar.

El estado de Guerrero, junto con Chiapas y Oaxaca, permanecen desde hace décadas en los últimos lugares del desarrollo nacional. Otras entidades que estaban en semejantes condiciones, como Tlaxcala, Hidalgo, Veracruz y Tabasco, también con altas poblaciones indígenas, han logrado avanzar y salir adelante. ¿Y Guerrero, porque no? ¿Estamos condenados hasta la eternidad?

Marea Baja.— Resulta titánico formar parte de un grupo cultural porque muy raras veces reciben algún apoyo de las autoridades culturales, sea municipal, estatal o federal. Los dejan a su suerte.

Esto viene al caso porque el grupo de danza Xocoyotzin Acatlán, integrado por jóvenes y adolescentes sanluistecos, se han organizado para rescatar y fortalecer la cultura de la Costa Chica, mismos que han sido invitados para asistir al Festival Zacatecas Folk del 15 al 21 de marzo. ¿Con que ojos divino tuerto van asistir si no cuentan con algún apoyo oficial?

Hacen un llamado solidario a los amantes de la cultura para que los apoyen y les depositen al número de tarjeta  5256 7829 9201 7395 de Citibanamex, a nombre del profesor César Miguel Ocampo García, (741 100 04 40)

Marea Alta.— Después de una relativa ausencia hizo su reaparición en Guerrero el Frente Popular Revolucionario (FPR), del Partido Comunista de México (Marxista Leninista), cuyo máximo dirigente es el camarada costachiquense Omar Garibay Guerra. Vienen con todo para apoyar las luchas populares de trabajadores, campesinos y colonos de las distintas regiones de la entidad.

Esta combativa organización social cumplió 20 años de su fundación y tiene como objetivo constituirse como un gran Frente Popular Revolucionario, para dotarle al proletariado mexicano, a los campesinos pobres y los sectores populares de un instrumento de combate para la revolución proletaria. Esta combativa organización seguramente será una piedra en el zapato para funcionarios corruptos e irresponsables.

Maremoto.— El senador Manuel Añorve Baños se perfila como el próximo presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, una vez que el INE invalidó la reforma estatutaria promovida por Alejandro Moreno (conocido con el mote de Alito), Presidente del CEN, quien pretendió prorrogar su periodo estatutario para después de las elecciones del 2024 y así decidir todas las candidaturas de ese partido que se disputarán en el inminente proceso electoral.

El senador Añorve funge como vice-coordinador de la fracción parlamentaria priísta en el Senado de la República y por su estrecha cercanía con Alito se perfila como su más probable sucesor en el mes de agosto. Sin embargo, también le disputarán la dirigencia nacional el diputado Rubén Moreira, líder de la bancada priísta en la Cámara Baja, y la secretaria general del PRI Carolina Viggiano (quien por cierto es su esposa), frustrada excandidata al gobierno de Hidalgo.