David Martínez Téllez

Tengo acceso a la nueva tecnología. Se llama kindle y aquí puedo leer cientos o miles de libros. Queda, en mí, rechazar esa posición ridícula (sería mejor escribir nostálgica) del libro impreso. Que dice que olor de papel y tinta, que textura de papel -cuando ni siquiera saben distinguir el gramaje- y menos sobre el proceso de encuadernación y todavía más lejana entender el diseño de portada. Es una pretensión quijotesca.

Para el buen lector de literatura la aventura es disfrutar el cómo se escribe, cómo lo inventa. No importa quién sea el autor, sino su habilidad para crear sus frases. Esto es poco entendible; solo lo captan quienes han perdido el confort de la narración para buscar la imaginación en párrafos obtenidos de otras perversidades mentales buscando un objetivo sustentado en sintaxis {huy!, estoy exagerando}.

Decía que leo Pancho Villa de Paco Ignacio Taibo II en esa nueva tecnología. Aprovecho para mencionar ventajas: costo menor; si conoces app –con estas letras ya me brinqué el entendimiento sobre la tecnología moderna- consigues libros gratis, no solo miles sino millones; y se pueden leer como si fuera un libro impreso. Y, como en cualquier nueva tecnología hay que cubrir el gasto de comprar el equipo.

Lo atractivo de la narración, es que Taibo II reúne, sino es que todos, sí la mayoría de textos que escriben sobre Pancho Villa. Es un trabajo decidido, exageradamente meticuloso. En ello radica la belleza del texto.

Siempre he sostenido que el lector obtiene su propia conclusión a partir de los diversos puntos de vista. Es evidente que el autor (Taibo II) nos ofrece su punto de vista; sin embargo, el más importante es el del lector.

Entonces, aquí describo lo que obtengo de los diferentes textos que nos ofrece el escritor de diversos textos, incluido autobiografías.

Pancho Villa actúo, desde muy joven fuera de la ley. En términos llanos fue un forajido; un ladrón, pues.

El nuevo gobierno democrático de Gustavo I. Madero lo buscó -por se popular- para que fuese su aliado. El movimiento del cambio entendió que las alianzas con quienes tuvieran “gente” o “mucha gente” les podría ayudar a vencer el autoritarismo o dictadura de Porfirio Díaz.

No importaba su pasado, es más hasta indultaron a Villa, con el objetivo de que se uniera al movimiento del cambio.

Así es la política. Por eso la palabra moral se pronuncia como recurso de oratoria para convencer a los incautos. Y, sobre ese arenga ocultar los negocios que se practican en el mandato. Quienes llegar al poder, sean quien fuere, desde su posición política realizan negocios. 

Solo apunto el siguiente dato. En el municipio de Chilpancingo se arrendaron 20 camiones para recoger basura. A diversos funcionarios –desde la presidenta municipal, Norma Otilia Hérnandez, hasta sus regiores de su partido Morena- les han solicitado información (oficial y a través del instituto de transparencia) sobre los contratos de esos vehículos. Simplemente ofrece información sesgada o tergiversada. Ocultan los contratos. Esto solo lleva a presunción que la presidenta se encuentra realizando un negocio. Como dice el presidente una mochada. Acto reprobatorio en el discurso, porque se permite en los hechos.

Así lo hizo Pancho Villa, un ícono de la Revolución Mexicana. Esa es nuestra historia real. Y si lo hizo un valuarte del cambio con el uso de las armas, qué esperar de una política que desconoce la historia mexicana y omite hablar de la cultura de la capital; es decir, que le cayó la presidencia por la popularidad de un partido, no de la persona.

Nuestro momento es que gane el más popular; pero esto no indica que sea efectivo. O buen gobierno. Espero y llegue el momento trascender y vigiular por la cualidad y desechar lo cuantitativo.