David Martínez Téllez

La primera lectura que percibí desprendida de las declaraciones de Carlos Slim con “la confrontación a nadie beneficia” fue la de distanciamiento del presidente.

Luego de darle vuelta a la esquina (en esos paseos de atardecer) me cayó la idea de estar enviando el mensaje a los adversarios del presidente en el sentido de que ya pasaron los tiempos de los políticos y ha iniciado darle la oportunidad a los empresarios.

Concretamente la recomendación es que el siguiente candidato a la presidencia de la República Mexicana debe (seee! -sic- debe ser) empresario.

Luego de conocer el suceso de la casa gris, donde se testificó que el político llega al poder para realizar negocios, lo cual señala una actividad corrupta, palabra con el que atizó a sus adversarios y les pudo ganar en 2018. Ha perdido calidad moral para los empresarios; no con sus simpatizantes.

El político es sinónimo de corrupción. 

Los empresarios ven la posibilidad de que la mejor propuesta para la sociedad que ya está harta de la corrupción es que se proponga a un empresario exitoso como candidato a la presidencia; tal vez el argumento sea que un empresario ha hecho riqueza a costa de su patrimonio y trabajo. Y, que en comparación con los políticos, están alejados del término sustracción.

El político es equivalencia de ratero.

Ya lo vivimos en el pasado de antaño, en el reciente y ahora en el actual. Así es el político y peor cuando carece de preparación para gobernar.

El tema de la casa gris, desde la presidencia lo han dejado de abordar porque cada nueva información de inmediato se vincula con un negocio multimillonario. No es la casa y su renta o la estancia de los hijos. Sino los negocios de los dueños de esacasa con Pemex y el Tren Maya.

La molestia de Slim es precisamente este tema de negocios. Que a él no le hayan dado una mejor participación en los proyectos de AMLO. Es la preferencia a otros. 

Los empresarios aprovechan la coyuntura o, mejor dicho, el contexto de que los partidos de oposición a AMLO carecen de un excelente precandidato o candidato a la presidencia.

Si no tienen los partidos, los empresarios, pueden proponer con el objetivo de derrocar al actual presidente. Un mandatario obsecado, necio y que se está llevando casi todo “el negocio”.

Además, en una campaña política lo que se requiere es dinero, y, los empresarios lo tienen. 

Es decir, que el escenario sería dinero del pueblo que recibe el gobierno vía impuestos frente a los recursos de los empresarios. En cuanto a cantidad de votos sería: los que reciben uno o varios apoyos contra sectores opositores, los sectores que ha ido perdiendo el gobierno porque han descubierto la mentira y los que logren convencer con el candidato de una gran fuerza política de partidos y empresarios.

Vamos a presenciar una campaña épica, afortunadamente pacífica.