Isaías Alanís

En el centro de una confusión institucional, errores estratégicos jurídicos y medianamente aclarada, se soltó una vorágine mediática en contra del gobierno por lo ocurrido el 17 de octubre en Culiacán, capital del narco estado de Sinaloa por la malograda detención de Ovidio Guzmán López, hijo de un héroe nacional. Por tradición en un partido de Estado hegemónico, todo se camuflaba o se borraba de la historia y se escondía en los sótanos de Los Pinos y Bucareli.

Es un caso inédito en la historia contemporánea de México la rectificación del presidente y la Sedena. Si tocamos la llaga, los hechos turbios del Estado mexicano ocultados son miles, basta recordar la matanza de Huitzilac, del General Serrano y su guardia personal. El multi magnicidio de Rubén Jaramillo. El desmembramiento de Porfirio Jaramillo por órdenes del gringo Jenkis y Maximino Ávila Camacho. Las matanzas del 2 de octubre en Tlatelolco. La del Jueves de Corpus, Aguas Blancas, El Charco; la desaparición y muerte de José Ramón García Gómez, ocurrida el 16 de diciembre de 1988, detenido por la policia en Cuautla por el Grupo de Investigaciones Políticas de la Policía Judicial, dirigido por Antonio Nogueda, al mando de Apolo Bernabé Ríos García, durante el gobierno de Antonio Riva Palacio y en plena efervescencia de muertes y desapariciones de perredistas opositores al fraude electoral que ungió a Carlos Salinas de Gortari y en el que murieron cientos de opositores, militantes del entonces PRD, particularmente en el estado de Guerrero.

A esta lista para la cual no hubo un general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa que saliera a cuestionar al Ejecutivo nacional, en tiempos que había tres cosas que no se tocaban; “la Virgen de Guadalupe, el presidente de la República y el Ejército”.

Entre cientos de casos, la jerarquía policial y Ejército, nunca cuestionaron al Ejecutivo. ¿Por qué ahora las declaraciones de un militar son exponenciadas como la suprema verdad de lo acontecido en Culiacán como afrenta al Ejército y a la patria?

Gaytán Ochoa viene de una familia de militares, se desempeñó en el peridodo de Calderón como pieza clave en la lucha fallida, sangrienta o cómplice, contra el narco. Su narrativa, siempre en plural sigue moldes político-empresariales-mediáticos, el presidente “divide al pais“, el presidente “no tiene contrapesos”. El accionar del presidente “nos preocupa y nos ofende“. Y se nota su filiación de ultra drecha al referirse al gobierno; “la ideología dominante, que no mayoritaria, se basa en corrientes pretendidamente de izquierda”. Sin entrar en mayores detalles, estas declaraciones carecen de la mínima disciplina militar y cuando pone sobre la mesa ensangrentada, de la que él fue uno de sus arquitectos, su experiencia —¿quiere chamba?— excluye al presidente que es el supremo comandante de las fuerzas armadas.

La historia de México está llena de casos vaciados al estercolero. El 28 de junio de 1995, la policía de Guerrero asesinó a 17 campesinos e hirió 23 en Aguas Blancas, En Acteal el 22 de diciembre de 1997, fueron asesinados 45 indígenas Tzotziles, Aún no hay detenidos por la masacre. El 24 de agosto de 2010, 72 cadáveres de inmigrantes fueron hallados en una bodega abandonada en el municipio de San Fernando, en Tamaulipas. En 2014, la matanza de civiles en Tlatlaya. El 26 de septiembre de 2014, en Iguala, dan muerte a 6 personas y desaparecen a 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos Alanís” de Tixtla, Guerrero. Michoacán es tomado por la delinuencia que se disputa el control del trasiego de drogas, acero, metanfetaminas, ganado y aguacate, entro otros negocios de la “Empresa” y el CJNG, al mando del enviado de EPN Alfredo Castillo, al alimón desatan una ofensiva contra los michoacanos con visos de guerra civil local. ¿Qué hizo el Ejército? Y los miles de enterrados en fosas clandestinas, y feminicidios y asesinatos en Guerrero, el Itsmo de Tehuantepec, Tabasco, ¿Son producto “mi General” Gaytán Ochoa de un mal gobierno que confronta a los mexicanos?

¿Dónde estaban los militares antes de la 4T? Y una pregunta que habría que hacerle al General Gaytán para que recobre la memoria histórica: ¿Qué declararon los militares cuando se “cayó” el avión de Carlos Madrazo en 1969? ¿Los accidentes automovilísticos de Carlos Loret de Mola el 7 de febero de 1986 y de Manuel Clouthier el 1 de octubre de 1989? ¿Dónde estaban cuando mataron a Colosio en Lomas Taurinas, a José Francisco Ruiz Massiey y a su hermano Mario, y el “accidente” de Pablo Chapa Bezanilla ocurrido en el entronque a Ticumán? No andaban en las calles como ahora combatiendo al crimen organizado, pero existe una inteligencia militar que está informada de todo. Aquí el punto nodal que rompe los esquemas es la existencia de un gobierno que todo lo escondía, nada se tranasparentaba, incluyendo los gastos excesivos de funcionarios, diputados y achichincles.

Ante la furia de medios y redes sociales teledirigidas la Sedena emitió un comunicado donde detalla los hechos de Culiacán: “El pasado 17 de octubre, Ovidio Guzmán López nunca salió de su casa ubicada en el fraccionamiento Tres Ríos. Y por decisión del Gabinete de Seguridad, las Fuerzas Armadas cancelaron el operativo para detenerlo donde fue sometido y obligado a ordenar a su gente parar los ataques en contra de la población y los uniformados”.

Esta declaración es un ejercicio democrático de transparencia, no de debilidad, el Ejército está dando una explicación de un operativo con la verdad, inédito en México, antes todo se ocultaba, solo el presidente y sus cercanos colaboradores conocían la verdad.

De ahí el mensaje del presidente, los mexicanos no permitirán otro golpe de estado como el de Madero fraguado por los gringos y ejecutado por los peores militares de México.

¿Para qué tanto brinco si el suelo está parejo General Gaytán? Quiénes le ordenaron salir a la escena de los sesenta segundos de fama lo pusieron en ridículo, México está cambiando, y si hablar con la verdad es “traición a la patria”, que los malos de México se comiencen a bañar en agua bendita exorcizada por Marcial Maciel.