* Números y nombres: ¿cuántos faltan?
* ¿Cuándo regresan los millones sustraídos?

Isaías Alanís

No cabe duda que hay de todo en la viña de la señora corrupción y un punto clave es la complicidad. Van de la mano como siameses integrales de un sistema que ha basado su accionar desde las esferas oscuras o a plena luz, en esa polaridad mancomunada que durante sexenios es la causa de tantos males a la Republica y a los mexicanos.
No fue necesario que los mafiosos Meyer Lansky y Frank Costello financiaran al partido emanado de la revolución como en Las Vegas, con los casinos. La figura del caudillo como un Huey Tlatoani se encarnó en el sistema político logrando que la rectoría del Estado y las instituciones orbitaran en torno a sus decisiones personales, fobias, preferencias o rivalidades, todo se arreglaba bajo la dirección del ojo poli vidente del presidente en turno, fueran correctas o incorrectas para la Republica. Nadie osaba desobedecerlo, por muy extrañas y desnacionalizadoras que fueran sus órdenes, incluso, no solo contrarias a la Constitución y al programa e ideario del partido en el poder, de espaldas al pueblo, al que mantenían al margen de la verdad de sus intenciones, con una prensa cooptada y la televisión comprada con prebendas, contratos millonarios y canonjías casi eternas.
Lo siniestro de todo esto es como a lo largo de la historia de México, surgieron personajes no solo de las filas del tricolor metidos en esa cloaca, sino también miembros reaccionarios de la ultra derecha afiliados al PAN y hombres y mujeres de la izquierda atomizada y canina. Hacer un recuento no es la intención de esta nota periodística y como el salmo responsorial del actual presidente Andrés Manuel López Obrador es cero tolerancia a la corrupción, la llamada ‘estafa maestra’ por la cual Rosario Robles esta detenida y en espera de un juicio, los hombres de todas sus confianzas, Emilio Zebadúa González, economista de profesión, y Ramón Sosamontes, Herreromoro, aparecen como firmantes, según la Fiscalía General de la República “suscribieron al menos siete convenios que causaron daños al erario por mil 630 millones 616 mil 503 pesos. Así se desprende de los datos vertidos durante la audiencia judicial del pasado 12 de agosto, en donde se vinculó a proceso, por ejercicio indebido del servicio público, a quien fue titular de esa dependencia y jefa inmediata de ambos, Rosario Robles Berlanga”. (La Jornda/19/9/2919).
La misma dependencia precisa que: “entre 2013 y 2016 ex subordinados de Robles Berlanga firmaron 25 contratos y convenios con sus respectivos anexos, entre la Sedesol y la Secretaría Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), con universidades, así como con sistemas de radio y televisión estatales”. Lo que suena mal, pero muy mal, es que los fondos desviados fueron etiquetados para la erradicación de la pobreza mediante el programa ‘Cruzada Nacional contra el Hambre’. El hambre real fue la de estos pillos que valiéndose de su posición como funcionarios cercanos, no terminaron de saciar su hambre de robar los recursos destinados para la SEDESOL, primero, y después la SEDATU. Los cartones marcan que se despacharon con la cuchara grande: “Los dictámenes técnicos de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) practicados a la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEMor) en 2013 indican que Emilio Zebadúa, ex oficial mayor de la Sedesol presuntamente suscribió tres convenio con el ex rector Alejandro Vera, por 675 millones 305 mil 448 pesos, para distribución de equipo y material de apoyo para la operación de promotores al interior de la Ruta Sin Hambre en 400 municipios marcados como prioritarios por la secretaría”.
En la síntesis escrita por Eduardo Murillo: “Robles Berlanga firmó en forma directa el convenio suscrito con la Universidad Autónoma de Chiapas, por 60 millones 952 mil 400 pesos, en mayo de 2013”, recursos para inventar bagatelas sociales. Y en esa diáspora del dinero, ahora los adultos mayores entraron a escena: se etiquetaron a la Universidad Nacional Autónoma del Estado de México (UAEM) 21 millones 177 mil 406 pesos, para la implementación y puesta en marcha de ventanillas de atención por la demanda para la incorporación de los beneficiarios del Programa de Pensión para Adultos Mayores y la Sedesol; y en el 2014 la dependencia signó otros ocho convenios diferentes con dicha casa de estudio y la UAEMor por un monto de mil 234 millones de pesos”. (La Jornada/19/8/2019).
Y como la Fiscalía General ha seguido los pasos de la ‘estafa maestra’ que ya dejó de serlo o nunca lo fue, ex colaboradores de Robles Berlanga cantan: “el director general de Geoestadística y Padrones de Beneficiarios de la Sedesol, José Antolino Orozco, Simón Pedro de León Mojarro, ex titular de la Unidad de Coordinación de Delegaciones, signaron en 2014 un contrato también con la UAEMor por 77 millones 847 mil 14 pesos. Dos años más tarde, en 2016, cuando Antolino era titular de la Unidad de Políticas, Planeación y Enlace Institucional de Sedatu, firmó otro contrato con la Universidad Politécnica de Tlaxcala por un monto de 178 millones 634 mil 588 pesos”.
Todos esos montos deben de estar en algunos bancos. La Unidad de Inteligencia debe de ratrear depositos y transferencias bancarias desde México y los paraísos fiscales como Andorra, donde mexicanos de pedigrí realizaron cuantiosas operaciones. Pese al salmo responsorial del presidente de que no es vengativo, rencoroso, que el pueblo diga si se mete al bote a ex presidentes, secretarios y sus operadores, en este caso, como Zebadúa y Sosamontes, no se trata de un acto unipersonal. Se trata de hacer valer la justicia. Que no manche el ciudadano Presidente.
DE REOJO
Y en la renovación de la Mesa Directiva del Senado y la dirigencia nacional de Morena, en pleno juicio a una ex militante de “izquieda”, Martí Batres y Eduardo Monreal se sacan sus trapitos al sol y a Yeidckol Polensky se le hace bolas la masa al tratar de imponer en la dirigencia nacional a uno de sus satélites. Si hay bronca, el dedo flamígero se encargará de poner orden en Morena. ¿La realpolitik mexicna, ha cambiado?