Alejandro Mendoza
 
La expresión un niño grandote hace referencia a la condición de algunos jovencitos y jovencitas que ante la sobre protección de los padres y su constante consentimiento de ellos, los han incapacitado para enfrentar los retos y problemas propios de su edad.
Hoy se puede observar a una generación de jóvenes despreocupada, insensible, conformista y hasta cierto punto irresponsable con todo lo que le sucede a su alrededor. Jóvenes que sólo quieren estar en el celular, en las redes sociales o en la televisión viendo “pelis” o series, a través de todos distintos canales o sistemas de cable o plataformas digitales como Netflix o HBO, bombardeados con la cultura de la narcoviolencia y el sexo implícito.
La falsa concepción sobre la disciplina o la corrección a los niños y niñas, de no hacerlo para evitar una trauma o abuso físico, psicológico o emocional, ha traído como consecuencia la formación de jóvenes irrespetuosos, apáticos y desinteresados con los problemas y circunstancias que le rodean.
Jóvenes que no respetan a los padres, ni a los maestros, ni a ninguna autoridad, como resultado de no haber sido guiados ni instruidos correctamente desde sus propios hogares por sus padres y madres. La desintegración familiar ha sido una causal terrible de la falta de visión y compromiso de muchos jóvenes para salir adelante y progresar.
También existe el extremo de padres que les dan todo a sus hijos e hijas sin mérito alguno y solapan toda clase de conducta inapropiada, sin que prevalezca el menor interés por enseñar en casa principios y valores para aportar a una mejor sociedad.
Si de por sí hay jóvenes que vienen con serios problemas de desorden emocional y psicológico resultado de sus condiciones familiares, económicas, sociales y culturales, las adversidades que tienen enfrentar en la vida los terminan noqueando al punto que las cifras de los llamados ‘Ninis’ son alarmantes en nuestro país.
México se coloca en el quinto país con mayor número de jóvenes entre 15 y 29 años que no trabajan, no estudian, ni se capacitan con 22.1% de este sector de la población en esta condición, arrojó un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Entre los 34 países de la OCDE, la República Mexicana es superada únicamente por Turquía, Italia, Grecia y España. Aunque en la última década la tasa de los llamados Ninis ha disminuido, aún está catalogada como alta.
En el 2015, sólo uno de cada seis jóvenes mexicanos que no estudiaban ni trabajaban buscaba activamente un empleo, comparado con una media de cerca de uno por cada tres en el resto de la OCDE.
En este contexto es mucho más preocupante que la única salida que muchos adolescentes y jóvenes eligen es el dinero fácil a través de la delincuencia.
El diagnóstico de las y los adolescentes que cometen delitos en México realizado por la investigadora Elena Azaola, de la UNICEF, tras entrevistar a 278 adolescentes que representan al 70% del total de los que se encuentran privados de su libertad por haber cometido los delitos graves, revela que casi la mitad, 47% de los adolescentes, abandonaron sus casas por varios días o meses. Los principales motivos que los llevaron a abandonar sus casas, fueron: la separación o la violencia entre los padres, y el maltrato o el abuso sexual hacia los propios adolescentes.
Sobre su futuro, 28% de ellos dijeron no tener sueños, no confiar en nadie y no saber ni querer pensar en su futuro; 68% señaló que les gustaría salir para apoyar a su familia, para construir una familia propia, para tener una casa y un trabajo y/o para estudiar alguna profesión, desempeñar algún oficio o poner su propio negocio; 45% considera que saldrán de la institución igual o peor que como entraron; 27% piensa que saldrán mejor, y 28% dice que, al final, dependerá de cada quien lo que decida hacer con su vida.
Los desafíos que plantean la reinserción social y familiar de esta población, aunados a la difícil situación que priva en muchos de los centros de internamiento del país, son enormes y de urgente atención. Como bien lo expresa la autora de este estudio, se encuentra en juego la posibilidad de dotar a los jóvenes de herramientas que les permitan reincorporarse de manera sana y productiva a la sociedad frente al riesgo de que se arraiguen en una carrera delictiva. Y eso es lo que pasa actualmente en el contexto de la exacerbada violencia.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz
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