Alejandro Mendoza

La vida es un mosaico de sucesos y experiencias que pueden resultar muy esperanzadoras o decepcionantes. Hay casos en el que la persona se frustra o termina derrotada. Pero lo importante es tener conciencia de la existencia y la posibilidad de hacer el bien siempre.
Hay oasis o espejos en alguna etapa de la vida en la que se piensa que tal ilusión o vaga fantasía puede ser lo mejor que está pasando, pero en realidad resulta un grave riesgo para el futuro.
En el momento en el que se venden los principios o no se hace caso a la conciencia, algo así como una oferta de 2 x 1 pensando en hacer negocio, es decir, si los vendes al mejor postor en un primer puesto, al último puede significar un mal paso con consecuencias desoladoras.
Es terrible para quienes se han elevado en la estratósfera debido a su falta de peso, pues quedan eternamente vacíos, despersonalizados, sin gravitación para sus seres queridos, amigos, afectos y todo aquello que tiene que ver con la esencia humana.
En un primer momento parecen personas ganadoras, pero sin nada que brindar y solo parecen títeres del momento que viven, y luego pasan a una categoría de gente irracional y sin destino.
En la actualidad hay muchos casos que viven en medio de esos escenarios. Triunfadores a costa de lo que sea, pese a lo que sea y aunque se pase por encima de quien sea. Se traiciona, se engaña, se miente, se destruye, se aniquila con tal de lograr el perverso objetivo.
Contrario a esto, hay quienes se esfuerzan en ser buenas personas o personas de bien. Hay quienes tienen ese bienestar interno y que buscan la paz.
En difícil en estos días encontrar el corazón sereno y la sabiduría en la vida. El pensamiento ganar, ganar, ha generado una actitud fría, ruin, calculadora y hasta frívola en el propósito de los objetivos a como den lugar.
En el proceder de las personas prevalece una acción egoísta, materialista, individualista, codiciosa, ambiciosa y avariciosa en la acumulación de poder y riqueza.
Hay un extravío en el entendimiento humano pues a lo bueno le llaman malo y a lo malo bueno. Los principios y valores están desvirtuados, y en el peor de los casos ni siquiera existen.
Por eso se torna difícil la esperanza de un mundo mejor o que las cosas mejoren en la sociedad, o en la política, o en el gobierno, o en la educación, o en la economía o en la cultura.
La corrupción nace en la corrupción del entendimiento y del interior del ser humano. Este terrible mal sólo se refleja en las condiciones tan terribles que se viven todos los días y en todos lados.
Es cierto es que si los principios y los valores universales permanecieran intactos, así como la conciencia del ser humano, las cosas podrían ir mejorando poco a poco. La realidad dice lo contrario.
Me parece pertinente esta reflexión: Podrás ser un ganador, con estrellitas y todo, pero si con suerte quedas envuelto para regalo —porque a veces ni para regalo— vacío y solo, de qué sirve. Ir o no a la facultad no hace la diferencia en la vida, porque muchos pasan por sus aulas o por la vereda académica, ambos tienen la responsabilidad de honrar la vida. Si no se hace eso que es básico, puedes cursar tres carreras y diplomarte, pero si no honras la vida, cuélgate con los diplomas en la pared.
No te dejes arrastrar por las ideas de una sociedad de consumo y falta de valores. Todos tienen una vida individual y una vida social. Cultiva tus valores a diario, dándote bienestar y también a los demás, cada vez con más entusiasmo, sin abrumarte, ni confundir tu faro, tu objetivo, tu meta, tu vocación.
Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.
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