Alejandro Mendoza

 

Cuando no hay congruencia entre lo que se piensa, entre lo que se dice y entre lo que se hace, regularmente se trata de una persona con doble moral. Y no se puede negar que haya hombres y mujeres, así, en todas las esferas de la sociedad, incluso en la misma familia.

Es muy común observar a quienes hacen lo que tanto critican y, por eso no cuentan con la credibilidad ni con la confianza de la gente que los rodean. Hay casos en los que la doble moral de las personas es tan evidente, pero al mismo tiempo, tan insolente para quien actúa de esa manera y no se da cuenta.

De acuerdo con Wikipedia la doble moral es un criterio aplicado cuando a un individuo o institución se le acusa de ejercer una doble norma en el tratamiento dado a diferentes grupos de personas, es decir, que injustamente permiten más libertad de conducta a un sujeto que a otro.

La doble moral es injusta porque viola el principio de justicia conocido como imparcialidad, el principio según el cual los mismos criterios se aplican a todas las personas sin parcialidad ni favoritismo. La doble moral viola este principio pues toma en cuenta a las personas según diferentes criterios.

Aunque la doble moral, por lo general, es una práctica que se condena, en la práctica es muy común su empleo. Los esfuerzos para defender una situación en la que se alegue la existencia de una doble moral terminan negando que se esté aplicando, o bien se intenta acabar con la discusión dando una buena razón para el trato diferente.

Este mecanismo es muy común en los centros de poder, como las religiones y los gobiernos.

Aunque los políticos son quienes más se acusan mutuamente de casos de doble moral, lo cierto es que en todas las áreas de la sociedad hay quienes a escondidas continúan practicando lo que tanto critican severamente porque, según ellos mismos, son conductas, comportamientos, acciones que están mal vistas por la mayoría de la sociedad.

La doble moral va muy de la mano con la hipocresía. Se trata de personas que siempre quieren aparentar lo que no son. Resulta hasta irónico observar que con tal de ser aceptadas o ganar simpatías, adoptan conductas y comportamientos que no reflejan realmente la clase de persona que en verdad es.

Todas las culturas tienen plenamente identificadas las acciones buenas o malas, moralmente hablando. Y aunque esos códigos regularmente surgen en las religiones, es evidente que en la actualidad la doble moral se ha convertido en una conducta, muchas veces justificada, en gran parte del mundo, bajo la premisa maquiavelista que “el fin justifica los medios” y no importa que estos sean inmorales, pero cometidos por alguien que quiere pasar públicamente como muy solvente moralmente.

La doble moral no sólo se trata de estar en la línea de fuego entre lo bueno y lo malo, si no es algo más profundo que tiene que ver con el deterioro del ser humano como ente moral y capacitado para discernir entre lo bueno y lo malo.

El problema principal radica en que la doble moral se ha convertido en el estilo de vida de muchas y muchos. De hecho, se trata de conductas propias de su forma de ser.

Hay quienes dicen ser castos y son los más promiscuos; hay quienes critican la corrupción y sin el más mínimo descaro hacen sus propios torcidos; hay defensores de derechos humanos que, en cada acto de sus vidas, atropellan a la gente; y no faltan los que tachan de manera pública a la infidelidad y, sin embargo, son expertos en clandestinos encuentros amorosos con personas distintas a sus parejas.

Un caso terrible de doble moral es cuando se aparenta tener un matrimonio modelo y en la intimidad de sus hogares sobresalen por el maltrato familiar.

Se debe contribuir a frenar la natural tendencia a censurar comportamientos ajenos sin tener en cuenta que los nuestros no son los mejores. Esto es un caldo de cultivo de este cáncer que carcome a nuestra sociedad.

Se requiere de honestidad, transparencia, congruencia y conciencia para dejar de ser parte de las terribles estadísticas de quienes viven una doble moral, siendo que muchas veces quien más puro y congruente se siente, muchas de las veces es la persona con una doble moral insultante.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz

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