Alejandro Mendoza

 

Uno de los mitos más populares y extendidos por el planeta es decirle a una persona que ha escondido la cabeza como un avestruz cuando rehúye algún compromiso, no quiera dar la cara en un asunto o tiene una actitud cobarde. Sin embargo, eso está muy lejos de la verdad.

A saber: el avestruz no es un animal que se caracterice por su cobardía. Evidentemente, al no tratarse de un animal depredador, sino todo lo contrario, de los que suelen ser presa de los carnívoros, debe tomar todas las precauciones posibles para no ser cazado, motivo por el que, a pesar de ser un ave que no vuela, puede alcanzar grandes velocidades corriendo gracias a sus largas patas hasta los 90 kilómetros por hora.

Pero el hecho de que en alguna ocasión se pueda observar a un avestruz que mete la cabeza en la tierra se debe a otros motivos, por ejemplo, el de estar cavando para conseguir algún tipo de alimento, entre ellos lombrices y, sobre todo, para cavar un agujero donde posteriormente depositará los huevos.

Traigo a colación esta aparente simpleza en virtud de que así ocurre en la vida diaria. Se puede observar a gente viviendo a través de ideas erróneas, pensamientos equivocados, información falsa, interpretaciones incorrectas, ideologías confusas, en fin, al final pareciera que hay quienes de manera consciente o inconsciente están atrapados en el libertinaje ideológico.

Cuando llega el tiempo del desfile y presentación de quienes aspiran a un cargo de elección popular, primero, al interior de los partidos políticos comienza a darse un ambiente que no se siente de otra manera más que de libertinaje y descomposición de la ética y la moral.

De hecho, hay quienes sostienen fehacientemente en estos tiempos electorales, y en menor medida en el resto del tiempo, que la política tiene que ser sin ética y sin moral, porque de no ser así, simplemente no se avanza. Y pues en este escenario la cosa política ya viene podrida desde antes llegar al espacio de poder o de autoridad.

En realidad, los principios ideológicos o principios filosóficos no importan para la actual praxis política mexicana. El fin justifica los medios, decía espléndidamente Maquiavelo. Y algunos lo aplican literalmente, sin importar las consecuencias laterales de sus nocivas acciones.

En el afán de espacios de poder y dinero, se hacen todo tiempo de alianzas, sobre todo aquellos que ya han sido cegados por la ambición, la vanidad y la codicia. Están ciegos ya no ven el daño que hacen y que se hacen.

Del artículo ‘Libertinaje Político e Ideológico’ de Jorge Oviedo Rueda se puede comprender que si bien la política desde la antigüedad se le consideraba el arte de gobernar y dirigir el destino de los pueblos y la actividad humana para servir a los demás; ahora se invierte en el arte de negociar, calcular o cabildear; el que mejor se arrastra, se corrompe, el que vive a hurtadillas, como diría José Ingenieros, es el que tiene éxito.

Y añade: en ciertos casos admirado por la masa amorfa y aclamado por los ciudadanos que por la pobreza y crisis social, entre su confusión les llama líderes. Causa curiosidad y extenúa la atención, cuando se observan alianzas o acuerdos sin precedentes y argumentos ideológicos en ciertas agrupaciones políticas, tendencias totalmente antagónicas o disímiles.

Es complejo explicar cómo es que la derecha, la banca y oligarquía se han convertido en revolucionarias, o quizá la izquierda, el movimiento social, se esté aburguesando o camina hacia la oligarquía.

Y dice Oviedo: esta reflexión, quizá resultaría para muchos, arcaica, pero no. Álvaro Noboa, cuando aspiraba a la Presidencia de la República de Ecuador, decía que la pobreza no tiene ideología, pero ahora está exiliado en el exterior por no cumplir sus obligaciones al Estado.

En esencia comparto su opinión en el sentido de que hay quienes suelen decir que la ideología quedó en el pasado; pero no, la ideología es el alma de una corriente, grupo o partido político, pues en términos sociológicos, ésta constituye la superestructura del Estado, tal como la cultura, política y la ciencia, que se desarrollan de acuerdo a la estructura y base económica.

Al final de cuentas se debe reconocer, admirar y respetar a quienes mantienen incólumes sus principios, sean de izquierda o derecha o de centro, y predican con el ejemplo. No es pues un mero asunto ideológico, sino hay de por medio esenciales principios y valores que le dan sustento a lo ideológico, no más.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz.

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