Alejandro Mendoza

 

¿Se puede considerar la posibilidad de ganar la Presidencia Municipal de Chilpancingo por parte de una coalición de partidos políticos opositores el PRI? La respuesta es sí.

Para tal propósito se requiere cuando menos un escenario positivo. La coalición entre PRD y Morena en el ámbito federal quedó totalmente descartada con el Frente Amplio Democrático, por consiguiente, todo parece indicar que también en lo local, por eso cuando menos debe garantizarse que el PRD, PCM y el PAN hagan el FAD en Chilpancingo al lado de otros partidos políticos, ya sea en coalición o con candidaturas comunes.

Desde luego que los dirigentes de los grupos del PRD deben considerar a los diferentes liderazgos de la capital de manera justa y objetiva de acuerdo con su trabajo, fuerza y liderazgo ciudadano, de no ser así, se anticipa un resultado negativo en la capital de Guerrero.

Y claro que vendría a dar fuerza a un posible triunfo, la suma de liderazgos progresistas del PRI que busquen que las cosas en Chilpancingo se hagan de una manera distinta, por una capital mejor. Lo cual no es imposible.

Nos tocó en la elección del 2012 sacar adelante la campaña de Andrés Manuel López Obrador como candidato a la Presidencia de la República. Entonces iba como candidato ciudadano de la coalición PRD, PT y PC (hoy Movimiento Ciudadano) a la Presidencia Municipal de Chilpancingo.

Ayudamos, en gran medida, en la integración de la estructura territorial, electoral y la promoción del voto, pues en ese tiempo el Movimiento de Regeneración Morena (Morena) tenía una organización y estructura muy deficiente.

En el caso de la capital del Estado, aunque AMLO traía un arrastre por su propia figura política, lo cierto es que tampoco el PRD ni el PT ni el PC contaban con una estructura organizativa que hiciera a la coalición competitiva en la organización territorial, electoral o de promoción al voto.

En la elección del 2012 la oposición al PRI ha logrado la mayor votación histórica en cuanto a la elección de ayuntamiento. Y nos tocó encabezar ese esfuerzo político-electoral, precedido por la elección anterior, pues era la segunda vez que competía. Tales participaciones nos permitieron contar con equipo y estructura propia hoy aglutinada en la Asociación Civil Amor por el Prójimo.

Lo cierto es que muy a pesar de las grandes posibilidades para ganar la capital del estado, no se logró el objetivo. No obstante que había elementos políticos y condiciones sociales muy favorables para que eso ocurriera, no se consiguió el objetivo. Hubo otros intereses de por medio que lo impidieron.

Hoy hay quienes observan posibilidades reales para que el PRI pierda la Presidencia Municipal de Chilpancingo. Puede ser, pero se requiere mucho más que tener percepciones favorables o negativas.

Primero, el dilema de la falta de unidad de la izquierda debilita esa viable posibilidad. Si con AMLO en el 2012 y con un “gobernador amigo” del mismo partido político, no se puso arrebatar la alcaldía al partido político que lo ha gobernado por ochenta años, se antoja de entrada más retador el objetivo con la división entre los seguidores de AMLO con su Morena y los militantes y simpatizantes del PRD. Y una coalición entre el PRD, PMC y hasta el PAN no sería suficiente. Aunque no imposible desde luego.

Segundo, que haya un verdadero interés de los dirigentes del PRD por volver a este instituto político competitivo en la capital del estado, porque tal pareciera que ese interés genuino no existe. En Chilpancingo, el PRD camina en dos rutas primordialmente, para negociar otros espacios territoriales de la entidad, o para obtener una regiduría por los grupos políticos perredistas.

Tercero, la fuerza territorial del PRI y su organización de su estructura electoral y promoción del voto de sus diferentes grupos políticos internos, a diferencia del PRD que no la tiene como partido político. El voto duro del PRI se mantiene, aunque haya una percepción negativa o positiva del gobierno municipal en turno. En su momento, el presidente municipal Marco Antonio Leyva tendrá que hacer su parte que le corresponde, y no será el alcalde que entregue el ayuntamiento a alguien que no sea de su partido, y eso lo tiene claro.

Cuarto, el interés del actual gobernador Héctor Astudillo Flores por conservar la capital en poder del PRI, partido al que pertenece, y de la que ha sido dos veces presidente municipal.

Por eso quien diga que el PRI ya perdió la capital de facto, está muy equivocado. Lo cierto es que creo, estoy completamente convencido, que a pesar de todo esto, finalmente es Dios, quien quita y pone a los gobernantes. Y en política, todo puede ser posible y nada está escrito.

Los errores fueron míos, los aciertos de Dios, sonría, sonría y sea feliz

almepa10@yahoo.com.mx