* La rebelión del ceviche

 

Isaías Alanís

 

La rebelión del Ceviche se cierne sobre el cielo de Acapulco, en pleno crecimiento de la violencia delincuencial, el chef y empresario gastronómico acapulqueño, Eduardo Wichtendahl Palazuelos, cambio le toque blanche de chef y se calzó un casco de represor gourmet y le pidió al presidente Enrique Peña Nieto encarcelar a quienes tomen la Autopista del Sol e impidan el libre tránsito, creyendo que La Gavia es un vergel donde crecen tomates y nacen patos asados en peroles. ¿Por qué fue invitado a participar por el jefe de protocolo de la Presidencia de la República a esta ceremonia con su recetario declarativo?

Esta batalla ya no será por la chuleta diaria o por los costosos platillos de su restaurant, Zibu, en la avenida Escénica, si no por una escudilla de ceviche sin molestos manifestantes hambrientos y nacos.

Su comentario es anodino, con alto contenido de colesterol frívolo y  fuera de temporada, cuando en Guerrero la violencia se recrudece y el gremio de periodistas hemos sido espiados y agredidos por paramilitares y cuerpos policiacos. Su comentario ante los dos mandatarios es frívolo, trivial y huero, le faltó más inteligencia al ceviche declarativo, o de plano que le hubieran cedido el micrófono al Costeño, sin dejar fuera de la jugada fotográfica al presidente de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, al que le aplicaron tarjeta roja por faltas al calendario de Galván protocolario electoral porteño por parte de la Oficina de la Presidencia y del Estado Mayor Presidencial encargados de las giras presidenciales.

El manifiesto de la rebelión del ceviche fue leído durante la inauguración del Macrotúnel por el presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador de la entidad suriana, Héctor Astudillo Flores, el pasado lunes 3 de julio. Este distribuidor vial de 3.2 Km de longitud es una arteria toral para desfogar el tráfico durante vacaciones, días festivos, horas pico y que beneficiará a la zona Diamante y colonias populares.

Ante los dos mandatarios de México y Guerrero, invitados especiales como Carlos Slim, la voz del creador del platillo del mes, “ceviche en tinto de sangre a garrote limpio”, carece de sentido común. No es lo mismo limpiar Acapulco de violencia, que la pista del Sol cobre menos, que solucionar los problemas de Guerrero con recetas mentecatas y de violencia anticonstitucional.

Si EPN anda ya en campaña para posicionar al que mejor cuadre con los tiempos difíciles y peligrosos que vive México, lo externado por Palazuelos fue una bofetada al presidente, cuya gestión atraviesa por una crisis de credibilidad, violencia imparable, corrupción, léase el caso de los exgobernadores en fuga o detenidos a medias, o como el “barbas” veracruzano Duarte de Ochoa que “aceptó ser extraditado a México”, donde chance y sea perdonado y no le han tocado a la esposa, la que se sigue mereciendo abundancia; ni toda la riqueza acumulada por transas directas al erario del pueblo de Veracruz. Incitar a la represión social como lo hizo el chef solitario, es inadmisible; en lo que va del sexenio de EPN, las cifras de homicidios denunciados son espantosas en comparación con el mismo periodo de Calderón que sumó 70 mil 700, mientras que en lo que lleva Peña suman 83 mil 210. Así como actos represivos de gobernadores estrella y asesinatos de periodistas, luchadores sociales como los del pueblo Rarámuri de Chihuahua, la batalla de Nochixtlán, entre muchas y el enigma sexenal de los 43 desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa, también bajas en las fuerzas del orden de policías y soldados, tienen mal parada la sucesión presidencial para el 2018, porque a los tres suspirantes más visibles del presidente no les alcanzan las canicas, por eso suena extraño que no tomara el micrófono el “Costeño” y le hiciera publicidad al famoso caldo del extinto “Bar Chico” de Acapulco, “el Prau Prau”, cuya receta secreta incluye cuatete, camarones y chile “miracielo”.

En el perol de aceite hirviendo donde se cuece el futuro de México, la rebelión del ceviche playero en Acapulco es un llamado absurdo en plena traslación natural del presidente por la sucesión presidencial, que se lograría si los órganos reguladores electorales no meten mano negra y es asertivo el lanzamiento de una carta democrática gourmet con tres condimentos abrasivos de colores y se logra desnucar, sin el recetario de Palazuelos, al remolino social que se avecina.

Y como de cocinar bien se trata, no me es ajena la habilidad del chef Palazuelos para cocimentar plátanos en peroles de sangre hirviendo. Y pese a no incluir en su alocución y mezcla de chile piquín y tehuacán como digestivo, y ninguna de las recetas aplicadas en Guantánamo, le recomendaremos mejor consultar el recetario del pintor Leonel Maciel, La comida guerrerense, publicado por la Secultura del gobierno de Guerrero, y en caso de no hacerlo, se le otorgará el grado del Chef republicano al dente, y con garrote en mano convertirse por obra y gracia del caldo de vaca y pozole camagua, en el Mesías tan esperado por la ultraderecha y tantito por la izquierda en la nueva era gastronómica que se avecina en México, fundamentada en su recetario de represor gourmet de rancho.

DE REOJO

No cabe duda, que con esto de las preocupaciones políticas convexas y retráctiles, la cosa se pone buena, ahora todos andan tras los pasos de doña Alianza, una señora exótica como el anillo de doña Chonita y semejante a Dios y al Sancho, que nadie los ve, pero existen y como chingan.

Y para que no haya duda de la posible existencia de Doña Alianza, ahí están los resultados de las elecciones en una Comisaría de Acapulco; PRI, 106; MORENA, 98; PRD, 76. Por lo que se infiere que la ontología electoral presupone la existencia de un ente metafísico superior a las matemáticas, porque de plano a los aliancistas que se buscan y no se encuentran, porque cada cual aspira a más y el otro a más, como se echa de ver, los reprobaron en la tabla del uno.