Isidro Bautista

 

Ahora resulta que Marco Antonio Leyva Mena, presidente municipal de Chilpancingo, busca justificarse ante el problema de la basura, que no se le ve fin.

“El Congreso (local) y pueblo merecen estar informados de cómo resolveremos el problema de hace más de 15 años”, dijo en relación a la inminente comparecencia que tendrá ante los legisladores.

Implícitamente culpó a quienes lo antecedieron en el cargo desde el año de 2000, del muladar en que está convertida hoy la capital del estado, la cual gobierna desde casi años y medio.

Pareciera que se trata hasta de un síntoma de chantaje político.

Que se sepa, Chilpancingo no ha sido basurero de entonces a la fecha; es más, nunca, nunca, había padecido como ahora ese problema. En efecto, ha habido ciertas deficiencias en el trabajo de su recolección, como en cualquier otra localidad, pero hoy, concretamente de uno y medio años a la fecha, o sea desde que él llegó al cargo de presidente municipal, ha pasado a ser no sólo la localidad de Guerrero sino la capital más sucia del país.

Llegó incluso a culpar al alcalde de Tixtla, Hossein Nabor Guillen, porque no se pudo tirar la basura de Chilpancingo en aquel municipio.

A Chilpancingo le representa un altísimo costo el hecho de mantenerlo en el cargo. Le sale muy caro.

Es posible que sí trabaje, que sí le eche ganas, que sí recurra a sus buenos oficios, que sí sepa hablar, pero no al nivel de la capacidad que Chilpancingo requiere. Sí hay avances en su actuación de gobernante, pero lo cierto es que ha fallado en el problema de la basura, el número dos después del de agua potable, que ése sí data desde hace más de 30 años.

Ayer, cuando hizo entrega de equipamiento a su policía, como patrullas, no apareció con la mayoría de los miembros del Cabildo, en un claro signo de desdén.

La regidora Nancy Cruz García, del PRD, señaló en su Facebook que “es la segunda vez que se nos cita a la misma sesión (de Cabildo) y nuestro presidente (Leyva Mena) ¡no llega!”, por cuya inasistencia, según añadió ella misma, el síndico Miguel Ángel Hernández Gómez, del PRI, tuvo que iniciarla.

Tiene, pues, una relación ríspida con el resto de los integrantes de su propio ayuntamiento, incluidos los que pertenecen a su partido. Así no se puede trabajar plenamente.

Dice Leyva Mena que acudirá “con gusto” a comparecer ante la Comisión de Medio Ambiente del Congreso, donde “explicaré los avances en materia de basura”.

¿Avances?

Urge. Urge comenzar. Se han escogido en lo que va de su administración como siete predios como posibles tiraderos, y todo vuelve a cero, como si no se hiciera nada.

Al rato asistirá también “con gusto” por el problema del agua, que cada día empeora, y tampoco tendrá empacho en justificarse.

isidro_bautista@hotmail.com