* Los integrantes del EAAF descubrieron que Julio César Mondragón, encontrado el 27 de septiembre de 2014 en Iguala, no murió de un disparo, sino que fue víctima de una brutal golpiza

 

ALONDRA GARCÍA

 

El cuello y rostro desollados del estudiante de la Normal de Ayotzinapa, Julio Cesar Mondragón Fontes, presentaban “huellas de actividad de fauna”, determinó el Equipo Argentino de Antropología Forense. Sin embargo, no descartaron la intervención humana, ya que el cuello “presenta áreas con sospecha de intervención de instrumento cortante”.

La tarde de ayer, el EAAF publicó su dictamen sobre la exhumación, identificación, causa y circunstancias de la muerte de Mondragón Fontes, uno de los tres normalistas asesinados en Iguala, cuyo cuerpo se encontró la mañana del 27 de septiembre, sin un ojo y sin piel en rostro y cuello.

El dictamen del EAAF se basa en la segunda autopsia realizada al cuerpo del normalista, luego de que fuera exhumado el 4 de noviembre de 2015 a petición de sus familiares.

De acuerdo con los forenses argentinos, Julio César Mondragón Fontes murió “como consecuencia de traumatismo craneoencefálico por instrumento contundente”. Esta conclusión coincide con la presentada ayer mismo por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos CNDH) y deja fuera la hipótesis del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), respecto a un posible impacto de arma de fuego en el rostro del normalista.

La misma conclusión obtuvo la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado (ahora Fiscalía General), en la primera autopsia realizada al cuerpo del estudiante.

En esta segunda autopsia, el EAAF documentó “un número considerablemente mayor de traumatismos en tejido óseo y en tejido blando y se realizó una descripción más profunda sobre las lesiones y su origen especialmente en cara, cráneo, cuello y tórax”.

En cuanto a si presentaba huellas de tortura el cuerpo del estudiante, los peritos argentinos describieron que las fracturas en cráneo sufridas alrededor del momento de la muerte de Julio César fueron severas y abarcaron especialmente el lateral derecho, base de cráneo, área posterior y fragmentación masiva en cara.

En el tórax documentaron por lo menos 12 costillas fracturadas. También hallaron fracturas en dos vértebras dorsales y en una vértebra lumbar que no se habían reportado anteriormente.

La autopsia inicial reportaba lesiones en pulmones, cerebro y abdomen; en la segunda autopsia el EAAF documentó hemorragias en regiones similares (cerebro, pulmones, omentum -peritoneo adyacente a estómago- e intestino y posible daño en uno de los riñones), describiéndolas con mayor amplitud.

“Todas estas lesiones ocurrieron en circunstancias alrededor de la muerte y son de origen contundente”, indica el reporte de conclusiones. El EAAF no encontró lesiones compatibles con el paso de proyectil de arma de fuego.

Respecto a la ausencia de piel en el rostro y cuello del normalista, los peritos argentinos encontraron actividad de fauna, aunque también descubrieron “áreas con sospecha e intervención de instrumento cortante”. Además, la cara presentaba multitraumatismo de tipo contundente severo.

De acuerdo con su informe, “el alto número de lesiones, su severidad y su ubicación en el cuerpo escenifican una golpiza severa con múltiples impactos en zonas de vital importancia como son el tórax y el cráneo”.