* Julio César Mondragón registró con su teléfono lo que ocurrió durante el primer ataque que sufrieron los estudiantes a manos de policías de Iguala, pero ese material no ha sido recuperado

 

* El joven fue visto por última vez con vida cuando huía a pie luego del segundo ataque contra los normalistas, el 26 de septiembre de 2014, señala la institución

 

ALONDRA GARCÍA

 

CIUDAD DE MÉXICO.— La fauna nociva le arrancó el rostro al normalista de Ayotzinapa Julio César Mondragón Fontes, concluyó la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), al presentar un reporte de avances sobre la investigación que realiza sobre el Caso Iguala-Ayotzinapa.

En esta ocasión, la CNDH informó las conclusiones respecto a los hechos y circunstancias en las que fue asesinado el estudiante Julio César Mondragón Fontes, conocido como “El Chilango” entre sus compañeros.

 

Sus últimos minutos

 

La CNDH recreó los últimos minutos de vida del normalista y reveló detalles que no aparecen en el expediente de la Procuraduría General de la República.

El informe revela que Mondragón Fontes “grabó con un celular lo que estaba sucediendo” durante el primer enfrentamiento que sostuvieron los normalistas contra la Policía Preventiva de Iguala, según los testimonios de sus compañeros sobrevivientes.

La CNDH indica que ese material videográfico, de existir, no ha sido recuperado.

Respecto a lo ocurrido con Mondragón Fontes en el primer ataque, la CNDH retoma una declaración dada por un estudiante al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes: “Vi al compa Chilango, le dije paisa, no se agüite, vamos a salir. Estaba parado, recargado en el autobús, estaba bien espantado, estaba serio, le dije no hay problema, vamos a salir. Esa noche le dije que no se agüitara y dijo no, no hay problema paisa…”.

Mondragón Fontes es ubicado después durante la conferencia de prensa que los normalistas dieron tras el primer ataque. En ese momento ocurrió un segundo ataque armado y los estudiantes buscaron refugio bajo los automóviles.

“Julio César Mondragón, hasta ese momento, aún permanecía al lado de sus compañeros. Una vez que cesaron los disparos, los normalistas buscaron protegerse. Julio César corrió hacia la esquina de la calle Juárez. Un grupo de estudiantes logró que les permitieran refugiarse en una casa, por lo que le gritaron a Julio César que fuera con ellos pero no les hizo caso y continuó corriendo. Esta es la última ocasión en la que sus compañeros vieron con vida a Julio César Mondragón”, indica textualmente el reporte.

En este punto, la CNDH retoma el testimonio que un sobreviviente dio al GIEI, quien relató que después de que Julio César se fue corriendo se escuchaban gritos, refirió: “como cuando agarran a una persona”. A partir de entonces, no se tuvo noticia de su ubicación hasta la mañana siguiente que fue encontrado sin vida en el lugar conocido como Camino del Andariego

 

Lo torturaron y lo mataron, pero no lo desollaron

 

El informe de la CNDH hace referencia a la posición y el estado en que se encontró el cadáver de Julio César: “(…) se encontraba un cuerpo boca arriba, (…) sobre una calle de terracería, más o menos a la mitad de la calle (…) no tenía piel en el rostro y la sangre se encontraba seca y sólo con un ojo”.

De acuerdo con la investigación realizada por la Procuraduría General de la República (PGR), el estudiante fue desollado por sus asesinos, pero la CNDH llegó a una conclusión distinta: fue la fauna nociva y no la acción humana la que dejó sin rostro, cuello y sin un ojo a Julio César Mondragón Fontes.

“La pérdida de tejido de la cara y cuello fue producto de la intrusión de la fauna depredadora del lugar, facilitada por la previa destrucción de la piel del rostro, consecuente a los múltiples traumatismos (entre ellos, la fractura de 13 de los 14 huesos de la cara) sufridos en esa región de la cabeza y la presencia de líquido hemático”, se lee en el informe.

De acuerdo con la CNDH, existen “pequeñas lesiones superficiales” que corresponden a roedores. Otro elemento que confirma la acción de depredadores, es la presencia de “bordes irregulares, dentados o en forma de “V”, en las lesiones de cara y cuello, característicos de la mordedura de roedores, bordes que son observables en las fotografías analizadas”.

En la segunda autopsia también encontraron surcos, rayados y “arañazos” observados en el hueso frontal y en el borde inferior de la estructura de la mandíbula.

Además, alrededor del cuerpo de Mondragón Fontes encontraron huellas de patas de perro. La acción carroñera que sufrió el cuerpo del normalista ocurrió cuando ya se encontraba muerto, según el peritaje forense de la CNDH.

“De haberse encontrado con vida al momento en que sufre la pérdida de tejido en la cabeza (cráneo y cara) y cuello, la ropa que vestía y su cuerpo —en las zonas descubiertas (brazos y abdomen)— se habrían maculado de sangre, lo que no ocurrió. Por esta razón, entre otras, es posible establecer que la pérdida de la piel del rostro y cuello de Julio César Mondragón Fontes, ocurrió en etapa post mortem”, concluye el informe.

La CNDH también contradice la conclusión del GIEI respecto a la causa de muerte del normalista: no fue por un disparo en el rostro, sino por “traumatismo craneoencefálico producido por objeto de tipo contundente, bordes romos, con extremo angular”.

“Con la segunda necropsia se corroboró radiológicamente que no existió en cara y cráneo trayecto de proyectil disparado por arma de fuego como lo había considerado el perito en Medicina Forense del GIEI. La peritación de la CNDH también excluye la posibilidad de que una bala de fusil alemán de asalto G36 se hubiera utilizado para asesinar a Julio César Mondragón, como se menciona en el documental “Exportaciones Mortales” del cineasta Daniel Harrich”, se indica.

 

Sometido y torturado brutalmente

 

El informe de la CNDH revela datos sobre la tortura a la que el estudiante normalista fue sometido por sus agresores, quienes lo sometieron y lo golpearon hasta matarlo.

El informe también revela que, a pesar del sometimiento, Julio Cesar Mondragón Fontes trató de defenderse y luchar por su vida.

“En la peritación de la CNDH se confirmaron las fracturas de varios arcos costales de predominio izquierdo y de vértebras cervicales, torácicas y lumbares que no se habían detectado en la primera necrocirugía. (…) A Julio César le fueron provocadas fracturas en los 8 huesos del cráneo y en 13 de los 14 huesos que conforman el esqueleto de la cara, la más severa producida en el macizo facial. El cuerpo de Julio César presentó múltiples fracturas en 19 huesos del tórax y columna, 10 de ellas en arcos costales (7 del lado izquierdo y 3 del lado derecho). En suma, a Julio César Mondragón Fontes le fueron ocasionadas 64 fracturas en 40 huesos de su estructura ósea”, detalla el informe.

“La presencia de infiltrado retroperitoneal izquierdo así como las hemorragias en epiplón y colon demuestran que las lesiones inferidas a la víctima, fueron producidas en etapa pre mórtem por traumatismo directo con agentes vulnerantes de consistencia dura. El pulmón izquierdo de Julio César presentaba datos de contusión o traumatismo directo. Es dable precisar que su existencia no contribuyó a la causa de la muerte a pesar de que esta condición lleva a insuficiencia respiratoria cuyos signos no fueron detectados en el cadáver en razón de que la muerte fue inmediata y súbita por la afectación del bulbo raquídeo provocada por el traumatismo craneoencefálico, afectación que produjo, a su vez, paro cardiorrespiratorio”, agrega.

El peritaje de la CNDH también corroboró la presencia de múltiples lesiones provocadas previamente al momento de la muerte, tales como equimosis (moretones) y excoriaciones (raspones) en diversas partes del cuerpo –en las extremidades superiores y hombros- que “indican, con alto grado de probabilidad, maniobras de sujeción y sometimiento”.

Sin embargo, a pesar del sometimiento, la CNDH concluyó que Julio César “realizó maniobras de defensa, lucha y forcejeo contra sus victimarios, durante la sujeción, sometimiento y agresión”.

 

Las conclusiones de la CNDH

 

Desde la perspectiva de Derechos Humanos, Julio César Mondragón Fontes fue denigrado, afectado en su seguridad personal, privado de la libertad, ostensiblemente dañado en su integridad física y privado del derecho a la vida.

“Fue víctima de tortura física, golpeado brutalmente con saña y crueldad por la acción conjunta y complicidad de miembros de la delincuencia organizada y servidores públicos del Municipio de Iguala; atrozmente agredido y sometido por más de un victimario; recibió múltiples traumatismos en cráneo, cara, cuello, tórax y abdomen (…) a pesar de que realizó intentos de defensa, lucha y forcejeo”, concluye el documento.