* Tanto es así, que las movilizaciones de los profesores disidentes ya regulan la vida cotidiana de los chilpancingueños

 

Rosario García

 

De unas semanas a la fecha, las movilizaciones de los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (CETEG), regulan la vida cotidiana de los Chilpancingueños en general.

Claudia explica tener el “infortunio” de vivir a 10 minutos de donde normalmente se instalan los bloqueos de los cetegistas al sur de la ciudad en el punto conocido como ‘El Parador del Marqués’, “todos los días escucho las noticias para saber si hay bloqueo o no y saber si podré regresar a mi casa, porque cuando bloquean ya no dejan pasar las combis y tendría que caminar mucho a rayo de sol con mis hijas”.

Comenta que diariamente sale de su hogar con sus dos pequeñas y una maleta con cambia extra para cada una “por si hay bloqueo y nos tenemos que quedar en casa de mi mamá, porque tampoco puedo andar arriesgando a mis hijas ya tarde”.

“No se vale, a ellos les pagan por bloquear, porque no están dando clases y les sigue llegando su quincena, pero nosotros si no trabajamos no tenemos nada que llevar a casa”, se quejó Carlos, chofer de un camión materialista, quien menciona que cada día que hay bloqueo no puede hacer la misma cantidad de viajes y en lugar de ganarme mis 300 pesos, sólo me llevo 100 ó 150 pesos, “y con eso no comen mis chavos”.

Víctor es agente de ventas y cuenta que planea sus actividades en función de las movilizaciones magisteriales, “los maestros cetegistas nos marcan la agenda. Preguntamos todos los días si va a haber marchas o bloqueos; si hay marcha en la ciudad buscamos atender otras ciudades para que no nos atrasen los manifestantes; pero si hay bloqueos mejor ni salimos de Chilpancingo, porque perdemos más tiempo para entrar a la ciudad”.

“A mí patrón no le importa si los maestros marchan o bloquean, yo le tengo que entregar diario 300 pesos y sacar para mí aunque sea unos 200”, señala Luis, un taxista que lamenta que “un día sí y el otro también” haya movilizaciones de maestros, de normalistas, de campesinos, “todo mundo lo hace aquí, Chilpancingo es la ciudad de las marchas”.

Explica que los permisionarios no se detienen a pensar si se puede trabajar o no, “ellos quieren su dinero”, y reciben 300 pesos por cada turno de 12 horas haya o no las condiciones para trabajar.

Los burócratas no están mejor, un empleado del Congreso Local menciona que con frecuencia son desalojados por temor a que sea vandalizado el inmueble legislativo, “y es que en una ocasión ya quemaron el recinto y varios carros que estaban en el estacionamiento y no sólo de los diputados, sino de los trabajadores, y los seguros no responden cuando se trata de pérdidas por vandalismo”.

Un trabajador de la oficina de Recaudación Fiscal lamenta que continuamente tiene que dejar su coche en el estacionamiento del edificio porque los policías los desalojan para que no haya agresiones por parte de los inconformes “y siempre está uno con el temor de que vayan a querer quemar aquí como lo hicieron con el palacio de gobierno, y mi coche es lo único que tengo”. (Notymás)