Gratitud para verdaderos apóstoles magisteriales
Felipe Victoria
Admirables y venerables tantos que honraron y aún hay los que dignifican la enseñanza básica, media y superior con cariño, devoción y vocación
Claro, el sistema por muchísimo tiempo se olvidó de hacerles justicia laboral retribuyendo adecuada y justamente sus esfuerzos; hasta tiempos de la cacareada revolución mexicana la instrucción escolar era privilegio de ricos y clasemedieros, los del pueblo jodido en el campo y las ciudades no aspiraban a mucho porque no había modo de plano.
Dos décadas convulsas de disputas a muerte por la Presidencia no dejaban tiempo para pensar en la importancia de la enseñanza pública. Pacificado el país se pugnó por establecer bases mínimas, así se llegó a hacer obligatorio que la gente supiera leer y escribir cuando menos, gracias a escuelas públicas laicas y gratuitas
Doroteo Arango, mejor conocido por Pancho Villa, siendo analfabeta, soñaba fundar muchas escuelas gratuitas porque la esclavitud del pueblo se debía a su ignorancia
Al paso de las décadas ese ideal revolucionario fue concretándose y como sea los gobiernos federales y estatales se vieron obligados a invertir en escuelas primarias, por lo menos, para lo que llamaron educación básica
Después se lograrían secundarias y preparatorias, apoyando más a las universidades, para que aún los no hijos de ricos pudieran hacerse profesionistas.
Medianamente comenzaron a darse mexicanos libres del analfabetismo, aunque sin muchos grados académicos superiores a la primaria, en gran porcentaje trunca. Pocos eran los privilegiados que se formaban en escuelas particulares.
Lo malo para los verdaderos maestros y profesoras de aquel entonces era que su trabajo no estaba correctamente aquilatado y se les pagaba con miserias, así que llegó el tiempo del sindicalismo magisterial que dio la batalla por mejores condiciones salariales y prestaciones.
Creció y se fortaleció tanto, que el gobierno federal manipuló su fragmentación apoyando la caída de Carlos Jongitud Barrios, para que la audaz Elba Esther Gordillo llevara las riendas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, pero cuando la vieron empoderarse y como peligro político, le fabricaron la disidencia con las Coordinadoras Nacional y estatales que se le salieron del huacal y desde el principio se destacaron por ser más violentos y de plano anarquistas.
En la rebatinga y el alucine sindical, dejaron atrás el requisito de que maestros y profesoras tuvieran obligatoriamente que ser egresados de las escuelas normales donde se capacitaran.
Comenzó así la plaga de individuos que heredaban la plaza de parientes que se morían o jubilaban, llegando después a subarrendar y hasta comprar esas posiciones con mejores prestaciones y el magisterio se convirtió en feroz chambismo, donde lo importante es demostrar fuerza de maniobra en vez de la calidad académica del alumnado.
Prácticamente desaparecieron aquellos apóstoles de la enseñanza que se preocupaban por la buena ortografía y el civismo inculcando valores en sus pupilos; no les quedaba tiempo porque se la pasaban en manifestaciones, marchas, plantones y protestas.
El mal resultado fueron muchas generaciones con certificado de primaria, secundaria y preparatoria, pero muy pocos conocimientos reales.
De la enseñanza pública aprendieron malos ejemplos de hacer revueltas, creyendo que pueden exigir derechos sin cumplir antes con obligaciones, y no faltó el adoctrinamiento subversivo bajo el manto de la indisciplina y la nula consideración hacia los demás, la rebeldía sin razón a todo lo que signifique autoridad.
Son ya varias generaciones, en décadas, que egresaron como amantes del desorden, mal instruidos y poco “educados”.
El peor ejemplo de esa podredumbre, por desgracia lo tenemos en Guerrero, para ser precisos en la negramente famosa Escuela Normal Rural ‘Raúl Isidro Burgos’, del poblado de Ayotzinapa, en Tixtla, donde se forman anarquistas marxistas que se gradúan como guerrilleros urbanos y vándalos calificados de alquiler para mafiosos y enemigos de la paz y el orden por oscuros fines politiqueros, sin importarles ser utilizados de carne de cañón, que sin haber tenido clases exigen que les pongan diez en las materias que no cursaron por andar de violentos en las calles.
Qué penoso que gobiernos sin carácter ni voluntad política hayan dejado crecer esa maleza, mientras sí se ocupaban de saquear y desviar presupuestos en contubernio con el sindicato nacional y la fracción disidente repartiéndose la asignación de “aviadurías”.
Claro que por eso ahora que Enrique Peña Nieto urdió la reforma educativa, no les agradó y prefieren participar en una insurgencia nacional, previa a una nueva revolución que pudiera estallarle en las manos al candidateable Aurelio Nuño, que le toca hacerla de verdugo.
Por supuesto que sí quedan todavía auténticos maestros y profesoras a quienes felicitar, reconocer y admirar; un cordial abrazo a ellos y a tantos otros con gratitud y veneración.
Vienen días muy pesados de parte del magisterio insurrecto que defiende indebidos privilegios y corruptelas.
En lugar de provocaciones y enfrentamientos con cientos de miles de asalariados del ramo, lo acertado sería con inteligencia policiaca-política, poner en orden a los líderes para que los demás se estén en paz.
Indebido tolerar que delincan impunemente robando a la niñez su derecho a la enseñanza y que exijan cobrar por lo que no desquitan.
Sobran pseudo maestros apócrifos y faltan plazas para verdaderos normalistas desempleados con qué sustituirlos.