Por Felipe Victoria Zepeda
Astudillo puso cascabel al tigre
El bello Acapulco se transforma paulatinamente en “Chicagopulco”, porque las mañas someten a los sectores productivos, no hay comerciante pequeño o grande que escape de intimidaciones y represalias por no pagar las cuotas exigidas por malandrines, que quizá protejan algunos malos comandantes y elementos corruptos de la “Polecía Inmundicipal”
Los del pueblo de a pie, ya consideran organizarse haciendo justicia por sí mismos, al estilo Fuenteovejuna, o linchando maleantes, mínimo nalguearlos como en Chilpo. Vaya imagen para promover turismo e inversiones.
Pareciera que el gobernador Héctor Antonio Astudillo Flores estuviera solito en su meta de recuperar e imponer orden y paz en Guerrero; no puede confiarse en las ocurrencias del ambicioso alcalde porteño que ya anda en precampaña por la gubernatura en 2021.
No faltan quienes calculen que Miguel Ángel Osorio Chong, desde Gobernación, ordene alguna remoción por informes secretos de inteligencia de la VIII Zona Naval en Icacos. Acapulco no debe permanecer así, con un suplente de Evodio Velázquez Aguirre impuesto por el exgobernante Rogelio Ortega que anda en la mira por cuestiones financieras oscuras.
Los turistas nacionales por inercia vendrán en la temporada de Semana Santa, como desde siempre pues están curados de espanto.
Acierta Héctor Astudillo Flores atreviéndose a colgarle el cascabel al gato rayado y feroz con su propuesta a la ONU, para que se autorice la siembra y cultivo legal de la amapola en Guerrero con fines médicos, como recurso viable para que la narcoviolencia en Guerrero amaine.
No hace mucho Miguel Ángel Mancera Espinosa se pronunció por legalizar la marihuana, que consume más gente de la que nos imaginamos en la Ciudad de México, ahora en busca de una Constitución, ¿original?
Aquí Héctor Astudillo le echó valor y dio en el clavo: el problema principal es la violencia desatada por la guerra entre cárteles disputándose el control de la producción y trasiego de marihuana y amapola, negociote ante el que sus antecesores prefirieron quedarse callados, hasta que estalló en Iguala utilizando como carne de cañón a vándalos normalistas, que por robarse un autobús cargado de drogas pusieron al descubierto el tradicional sistema de flete en autobuses de pasajeros, por más que quieran distraer la atención buscando fantasmas calcinados en protestas patrocinadas por medio mundo.
Hay razones muy simples: si una tonelada de maíz la mal pagan a 3 mil pesos y un kilo de goma de opio a 6 millones, obviamente los menesterosos se juegan el riesgo y es de lo que se mantiene gran parte de habitantes; entonces y ante la imposibilidad de acostar chaparros o ganarle a los aguerridos narcos organizados aplicando la rudeza legal, debe caber la prudencia y la inteligencia para lograr la paz y el orden sin militarizar el estado.
Si otros tiempos fueran, como cuando aquella “guerra sucia” en que aplacaron como fuera a guerrilleros que igual protegían cultivos clandestinos de marihuana y amapola, sería cuestión de pocas semanas abatir narcosicarios, dar con los cabecillas que los jefaturan y hasta hacerlos revelar quienes son los padrinos de los cárteles que operan en Guerrero, pero esos procedimientos ya desde junio de 1990 quedaron prohibidos y mal que mal respetan y temen a la CNDH y la CODDEHUM.
Por eso algunos altos funcionarios optaron por llevársela tranquilos con las mañas y hasta sacarle provecho a lo grande, al cabo que la cortina de humo siempre fue el pobre Acapulco y su mala famita de la Costera discotequera, donde parte de turistas consumen de todo lo que les pongan enfrente y siempre ha existido “flexibilidad” tolerante.
La idea expresada por el gobernador Astudillo parece la más adecuada en los cruciales momentos por que atraviesa Guerrero; la siembra y cultivo de marihuana y amapola es de tales proporciones que difícilmente se podría erradicar sin derramar más sangre; además, todas las corporaciones policiacas están inmersas en la ley de plata o plomo y las instituciones perdieron la partida hace mucho, porque tienen los mandos pero no el verdadero poder que ahora es de las mafias.
En la década de los cuarenta en el Siglo XX, cuando ocurría la segunda guerra mundial, sembrar y cultivar marihuana y amapola fue absolutamente legal, pero al terminar el conflicto bélico el imperio yanqui cambió la jugada a los países productores, aunque siguió necesitando drogas para el consumo de sus enfermitos y comenzó el turbio negocio, parecido a cuando prohibieron el licor y se generaron mafias contrabandistas estilo Chicago y New York.
Nunca pudieron encarcelar a los grandes operadores, hasta que le encontraron por el lado de la evasión de impuestos tras legalizar el derecho a emborracharse de su gente, pero generando impuestos al fisco.
En Guerrero, si se despenaliza la siembra y cultivo de marihuana y amapola para exportación, se lograría paz y se obtendrían recursos para el estado que ahora se diluyen en sobornos personalizados.
Cualquier capo explicaría que les conviene más pagar impuestos, porque resulta más barato que mocharse con medio mundo para que los dejen traficar; esa legalización a los que no les conviene es a políticos, a quienes les patrocinaban sus campañas los de las mañas.