*Los presuntos asesinos entraron en la Institución justo cuando varias docentes estaban presentes, las cuales entraron en shock al escuchar los disparos

 

 

Por lo menos dos hombres armados irrumpieron en el Jardín de Niños “Ignacio Manuel Altamirano”, ubicado en la parte alta de la colonia PRD, y ante las miradas de algunas maestras ya presentes, asesinaron a balazos al intendente de la Institución Educativa.

Alrededor de las 07:45 horas, dos civiles armados ingresaron al kínder, buscaron al conserje Francisco Miranda Urióstegui, de 38 años de edad, con domicilio en la calle Emiliano Zapata, manzana 21, lote 3, de la colonia Plan de Ayala, en esta capital, el cual, al darse cuenta de que era buscado, corrió a través del patio, pero de nada le sirvió porque los pistoleros le dispararon, lesionándolo en la espalda.

Pero Miranda Urióstegui siguió corriendo ye  incluso intentó salir del plantel saltando la malla ciclónica, pero tuvo la mala suerte de caer en una barranca de tres metros de profundidad. Los pistoleros llegaron hasta donde se encontraba, le dieron el característico “tiro de gracia” y se dieron a la fuga con rumbo desconocido, a bordo de un vehículo cuyo chofer ya los estaba esperando.

Cabe señalar que mientras los presuntos asesinos disparaban contra el ahora occiso, diferentes profesoras observaban con pánico y terror el incidente, lo que provocó que muchas de ellas tuvieran ataques nerviosos y se refugiaran en las aulas, mientras que otras entraron en shock.

Al lugar se presentó el agente Auxiliar del Ministerio Público, quien se encargó de realizar las primeras diligencias.
Posteriormente el cuerpo fue trasladado a las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo) por su personal para la práctica de la necropsia.
El cuerpo fue entregado más tarde a sus familiares, los cuales se encargaron de realizar los trámites de ley posteriormente lo enterrarán.

Debido a este lamentable acontecimiento, los directivos del Jardín de Niños decidieron suspender clases hasta nuevo aviso, por lo cual los padres de familia acudieron presurosos a llevarse a sus hijos, por temor a que volvieran a repetirse actos violentos.