Las letras claves

 

 

Por Felipe Victoria Zepeda

 

Estuvo en Iguala Enrique Peña Nieto, pese al chismerío pretendiendo involucrarlo en un crimen de narcos contra estudiantes normalistas en septiembre de 2014.

Ligera dosis de terapia retórica presidencial para darle ánimo a los igualtecos, desmarcándolos de la tragedia amapolera que vivales “luchadores” sociales explotan, patrocinados desde el extranjero y por grupos enemigos de Peña Nieto.

Ah qué buen orador resulta el gobernador Héctor Astudillo Flores; repetiré pequeñas partes de su emotivo discurso del 24 de febrero:

“El Valle de Iguala reunió a dos ejércitos enemigos; a dos caudillos que se habían enfrentado en feroces luchas, pero que tuvieron la capacidad de pactar la separación de la Nueva España de La Colonia: Iturbide, con el propósito de mantener al régimen decadente de la Corona; y Guerrero, con la idea de impulsar una nueva patria”.

“Este es el lugar del fin y del inicio de dos épocas. Se da en Iguala la tremenda colisión del pasado con el futuro. Y de esas fuerzas en choque surge la Bandera de Las Tres Garantías”.

“Por rebelde, Guerrero ha sido un Estado libertario y también, de difícil gobernabilidad, pero sin extraviar nunca nuestro pueblo, el sentido de justicia para enfrentar los abusos del poder”.

“No podemos ignorar, la profunda herida que significa para los mexicanos, y especialmente para los guerrerenses, la tragedia de Iguala, por la gente inocente que perdió la vida o que resultó herida, y por la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa”.

“En tanto no se esclarezcan los hechos a profundidad y se someta a la ley a todos los responsables, ésta herida no habrá de sanar”.

Palabras muy sentidas y de significado profundo para analizar tranquilos todo el discurso de Héctor Astudillo; pero del dicho al hecho hay mucho trecho.

Cuestión de análisis frío sin tendencias políticas.

¿Qué hubiera sucedido si la PGR no hubiera echado por tierra las pesquisas del entonces procurador Iñaky Blanco Cabrera, al que le resultaron más fosas clandestinas y cadáveres de los que buscaba?

Dar por muertos a quienes pericialmente era imposible determinar su identidad era un enorme riesgo, pero estaba ya en juego el factor “ambición”.

A los familiares de normalistas sacrificados si bien les darían indemnizaciones de por ahí de cien mil pesos por víctima y ante la ocurrencia de ofrecer recompensas de un millón por cada uno primero y, después otro medio millón más de parte de la PGR, la aritmética elemental y la codicia hizo manipulable el dolor de los afligidos padres.

De todos modos reconocían que si sus hijos hubiesen estado dentro del internado aquel viernes, no les hubiera sucedido nada malo. Ningún sicario o policía fue a meterse a la Escuela Normal ‘Raúl Isidro Burgos’ para sacarlos, pero sí hubo un director que permitió la salida a delinquir de los alumnos, y funcionarios estatales que no tomaron las precauciones de rigor

El teatrito lo tiró la PGR con Murillo Karam, no confiados en que con haberse ocultado de las pesquisas iniciales el detallito del autobús cargado de droga que se habían robado los ayotzinapos sería suficiente.

Desde muchos meses atrás, años inclusive, la DEA norteamericana indagaba ya los pormenores del tráfico de heroína desde Iguala hasta Chicago en autobuses, donde los pasajeros eran utilizados de escudo humano inocente, pero la matanza precipitó el final de sus pesquisas en expedientes voluminosos, con nombres, pelos y señales.

Ese precisamente era el secreto que en Tierra Caliente debía preservarse a toda costa, pero a los agentes extranjeros nada les costó filtrar datos en los momentos que consideraron oportunos, acostumbrados a que la PGR nunca quiere actuar prontamente y además, los que comen solos se empachan.

En el caso Iguala ya no quedan muchas incógnitas por descifrar pero sigue vigente el tabú que protege a una cadena de complicidades y por eso no siguieron la línea recta en el esclarecimiento de la verdad histórica, ignorando señalamientos periodísticos atrevidos.

Demasiados personajes intocables e innombrables apadrinan a la mafia amapolera que exporta heroína de Guerrero a Norteamérica, generando ganancias que alcanzan para sobornar conciencias y obligar silencios.

Me enseñaron en la Universidad que toda investigación debe sujetarse a un orden e igual que en el abecedario, tiene que comenzarse por la letra A; en este caso con la A de Ayotzinapa, y de amapola.

Será el gobernador Astudillo el que decida si rompe el círculo vicioso del disimulo e inmunidad hacia los que apadrinan y protegen a los clanes amapoleros.

Un panorama negro, difícil y peligroso por las cuantías que se manejan, sobre todo en estos tiempos que deben surtir por lo menos el doble de heroína a los consumidores norteamericanos.

La maestra Pizarrina dejó recado de que presentaría examen de hamacasutra en la Laguna de Coyuca de Benítez y no vino, entonces les traje a las sufridas acapulqueñitas.

-¡Riiing… salinsliiim!

-Comadre Proculina, ¿me prestas el librito de José Reveles?

-Ya te dije que de ninguna manera pues ni siquiera lo tengo yo y si pudiera ir al DF a conseguirlo, ya sabes que con dinero no se olvidan los encargos.

-¿Y si lo pido por Internet?

-Muy probablemente te lo envíen rapidito, el chiste es que no se les vaya a perder en el camino.