* Magnifican medios fenómeno criminológico

* No todos los homicidios tienen mismo móvil

* Las ciencias criminalísticas, sin especialistas

 

Jorge VALDEZ REYCEN

 

No hace muchos meses, un especialista en materia de ciencias penales y criminalística forense, con varios años de experiencia a nivel nacional, consideró que en Guerrero la ausencia de formadores y estudiosos de la materia criminal, constituye uno de los graves problemas ancestrales que enfrentará repercusiones durante la implementación del nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio.

Y abundó que la incidencia delictiva en la entidad es compleja, en cuanto a delitos de índole patrimonial (robo) considerado el de mayor recurrencia; el homicidio doloso, con repunte en cuanto al fenómeno de disputa de bandas delictivas; el secuestro, que va a la baja después de un incremento en el 2013 y 2014.

Hoy en día los medios de comunicación adolecen de reporteros con conocimientos elementales del Derecho Penal y las ramas de medicina forense y sus derivados, en parte porque la llamada “fuente” de la nota roja se asigna a quienes empiezan en la profesión, o simplemente porque así conviene a las mesas de redacción de los diarios.

La escasa experiencia y la falta del conocimiento de los bisoños reporteros, en cuanto a la comisión de los delitos, el ‘modus operandi’, los protocolos de actuación del Ministerio Público, peritos y policías ministeriales en cada escena del crimen (su preservación para evitar contaminar o alterar evidencias cruciales de cada caso) vienen a generar confusión en la mala redacción y el uso de términos coloquiales, propensos al sensacionalismo y acaparar la atención de lectores.

El especialista reprochó que la prensa lucre con hechos dolorosos, pero a contra sensu le argumenté que es el periodismo y su derecho a la información que lo alienta y estimula, no solo a documentar la nota roja, sino sus consecuencias sociales, económicas y políticas.

Lo cierto es que de acuerdo al especialista en Criminología, en Guerrero hay un déficit en la formación académica de peritos en todas las ramas de las ciencias periciales y forenses. No tienen la capacidad, ni cursos de actualización y operan con una pesada carga laboral que hacen tediosos, cansados y hasta tortuosos los trámites.

Es verdad, todo. Existe un tenebroso trasfondo de todo lo anteriormente citado por el experto, cuyo nombre debo reservarme, porque tocó en su plática informal con el reportero, temas actuales y de gran trascendencia.

La procuración de justicia padece un gran bache desde hace varios lustros en la formación de abogados penalistas, técnicos y peritos, donde el fenómeno de la corrupción ha cimentado y urdido una estructura paralela silenciosa, a través de códigos de conducta ilícitos que constituyen el enorme desafío para la mudanza de un sistema de justicia penal, que ya es inminente este 2016.

Múltiples interrogantes formulé a dicho especialista, quien guardó silencio en presentar diagnósticos más puntuales, porque ello implicaría, obviamente, el uso de su fuerza laboral que no puede ser fortuita o producto de su generosa contribución intelectual a la ciencia.

Guerrero tiene un comportamiento delictivo que la criminología no ha investigado en su causa-efecto con rigor y eficiencia. Las consecuencias se han pagado, al confundir, por ejemplo, los casos de feminicidio con homicidio simple.

La prensa llama “ejecuciones”, cuando deberían ser homicidios. Y magnifica el modus operandi al confundirlo con escenarios distintos al móvil. Es decir: no todo homicidio es producto del narco, o la disputa de bandas rivales. Ese hecho no puede ser catalogado, en un cartabón, sin antes someterlo al proceso de la investigación que determine la causa o móvil. Y para ello entran en función los peritos de las ciencias penales y forenses, que recaban evidencias en cada escena del crimen.

Sumar a todas las víctimas de un delito como el homicidio, bajo el tamiz del efecto narco, es una torpeza e ignorancia supina, me dijo.

Lo urgente es abrir bolsas de trabajo, con salarios atractivos, que detonen la raquítica presencia de especialistas bien equipados académicamente. Atacar este fenómeno desde la raíz, debe ser la lectura de quienes tienen la responsabilidad de procurar justicia. Es parte de una formación integral que ya se perdió en su esencia, precisamente por el olvido gubernamental de preservar el Estado de derecho y a salvo de tentaciones.

Si no hay voluntad política de ver lo que no se quiere ver, seguiremos arando en el mar, con políticas inconexas, esfuerzos aislados, descoordinación y fracasos… Nos leemos, SIN MEDIAS TINTAS.