Por Jorge VALDEZ REYCEN

  • Ortega y Saldaña, un pleito cazado y sin tregua
  • “Debo, no niego…” o la retórica bufona foxiana
  • PGR en la peor crisis de credibilidad y confianza

El rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán, desde febrero pasado sostiene un diferendo ríspido con el gobernador Rogelio Ortega Martínez debido –entre otras cosas— a que varios funcionarios de la universidad cobraban al mismo tiempo en las nóminas de la Secretaría de Administración y Finanzas como servidores públicos, lo que se tipifica como “aviadores” y crearía un escándalo a la imagen universitaria. Hoy el pleito ya es declarado.

Ortega Martínez ignoró al rector en su justificada indignación de mantener las formas y evitar actos de dudosa probidad y honestidad. El gobernador conformó desde noviembre y diciembre el gabinete estatal,  al que invitó a Germán Cerón Silverio, como Tesorero; a Roger Bergeret, en una coordinación medio escondida y a Cuauhtémoc Saavedra, lo designó director de Comunicación Social, cuando tenía el mismo cargo en la UAGro.

Cuauhtémoc vivió una de las peores ofensas a los 14 días de su nombramiento, cuando sin decirle nada Ortega lo cesa fulminantemente y designa a Misael Habana de los Santos, quien era un gris y opaco director del organismo público descentralizado Radio y Televisión de Guerrero. Saavedra, muy dolido por la falta de respeto de Ortega fue cobijado por Saldaña, quien lo reintegró a la UAGro.

Ese episodio –que revela mucho sobre la personalidad de quien detenta el poder— aunado a los de dilación en el pago del subsidio, trato seco, cortante, prepotente y grosero se fueron repitiendo en los meses subsecuentes. Ortega ignoró a Saldaña una y otra vez. La semana que concluye, Saldaña Almazán declinó públicamente en radio Capital Máxima una invitación muy discreta, con sutileza y tacto político, por parte del gobernador electo Héctor Astudillo Flores, para ocupar la titularidad de la Secretaría de Educación. Y dijo quedarse a concluir su rectorado.

El rector dijo que no iba a la SEG y de refilón hizo revelaciones sobre la sucesión gubernamental de Ángel Aguirre Rivero, la víspera de aquel sábado 26 de octubre del 2014. Lo que no dijo fue si a él lo invitaron a ser gobernador y declinó… por Rogelio Ortega Martínez, entre un cuarteto de prospectos.

Todos ya sabemos la historia delirante, decepcionante y francamente mala de Ortega al frente del Poder Ejecutivo estatal. Saldaña Almazán, con sobrada razón, está que le hierve la sangre porque ahora le dice “mentiroso” el gobernador sustituto y que “no le debe ni un centavo” a la UAGro. Y hasta con sorna, ROM no se lo manda decir: “debo, no niego; pago… ¿de dónde?”, en el compendio de su conveniente ignorancia retórica foxiana.

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En caída libre, desde aquella desafortunada frase “ya me cansé” de su entonces titular Jesús Murillo Karam, la Procuraduría General de la República (PGR) se desvanece en su esencia como garante de una procuración de justicia y pilar insustituible del Estado de Derecho en México.

Grave que hasta el ex presidente Ernesto Zedillo Ponce de León aviente piedras sobre el tejado y haga leña del árbol caído. La señora Arely Gómez con voz titubeante, lejana a una lectura comprensible e hilada en su dicción y prosodia, compareció ante Senadores en un mero trámite de lo que ya se sabía y confirmaba.

El presidente Enrique Peña Nieto lo dijo en su mensaje del Tercer Informe: enfrentamos la peor crisis de desconfianza y credibilidad. La PGR no entendió ese mensaje del 1º de septiembre pasado. Estamos en octubre y sigue en caída libre… La falta de pruebas en la acusación por el delito de lavado de dinero y peculado contra de Carlos Mateo Aguirre Rivero, tras ocho meses de un cautiverio injusto, obligado, ilegal, con tinte político, genera dudas sobre una procuración de justicia apegada a derecho… Nos leemos SIN MEDIAS TINTAS.

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