Fernando Hinterholzer Diestel
Estamos a escasas semanas de conocer la decisión que el presidente López Obrador vaya a tomar, al destapar a su corcholata favorita, que se convertirá de facto en la candidata (o) a la Presidencia de la República por Morena, quien intentará mantener el poder en “una elección de Estado” en donde no se limitaran recursos legales e ilegales, para que ello suceda. A pesar de los esfuerzos que realizaAMLO para disimular el dedazo que hará en favor de su favorita,Claudia Sheinbaum, la nomenklatura morenista es tan sinvergüenza que no solo con “recursos económicos desproporcionados”, sino también con el apoyo cínico de la mayoría de los mandatarios estatales, apoyan con todo a la favorita del autócrata tabasqueño.
Ante esto, es pertinente preguntarse sobre lo que habrá de suceder cuando se conozcan los resultados de los comicios de la jornada electoral el 2 de junio del 2024. Qué pasaría si el presidente no acepte a quien gane la elección, de acuerdo a los preceptos legales, no pasaría nada. Ya que las elecciones “son procesos regulados, institucionales y el presidente no debiera tener intervención mayor antes, durante y después de la elección”. Si el Ejecutivo se inconforma con los resultados, como cualquier ciudadano puede recurrir a las instancias que la ley permite.
Pero la realidad es otra, AMLO jamás reconoció una derrota antes cuando era opositor, y hoy día que detenta “todo el poder”, jamás aceptará “que su corcholata pierda la madre de todas las batallas, y claro, todo estará en manos de lo que dictaminen tanto el INE como el Tribunal Electoral. Existen muchos analistas y “opinadores” que ya prevén que “el gran timonel de la 4T”no reconocerá los resultados de las elecciones y de que las Fuerzas Armadas patrullando el país, no habiendo regresado a sus cuarteles, tal y como lo prometió en la campaña electoral del 2018, más bien fueron provistas, de millonarios negocios y que lo tanto, van a apoyar al régimen de la 4T, para no perder sus privilegios, así sea a costo de reprimir y encarcelar a los miembros de la sociedad civil que nos opongamos a un fraude en las elecciones del 2024.
No hay que olvidar que desde “el pulpito mañanero”, el habitante del palacio ha machacado una y otra vez, que “la oposición derrotada moralmente en los comicios del 2018, jamás y con ningún candidata (o) podrían derrotar a cualquiera de sus 4 corcholatas”. Pero ese escenario cambio hace unas semanas, al aparecer la senadora hidalguense, Xóchitl Gálvez, a quien el mismo presidente ha catapultado, hasta el punto de disputarle el liderato en las encuestas, a su favorita.
De acuerdo a las encuestas y estudios de opinión en este momento, ganaría Morena y su abanderada (o), pero en el escenario que no fuera así, que es real, dado el poco entusiasmo que despierta “la corcholata mayor”, y el crecimiento exponencial de “X”, imaginemos el escenario contrario, donde no gana Sheinbaum, a pesar de la intervención del crimen organizado en la campaña del partido oficial. Ya sabemos de antemano que el presidente López Obrador jugara el papel de “jefe de campaña”, y con toda certeza, las autoridades del INE y del Tribunal Electoral no podrán atajar las violaciones legales que cometa el mandatario, como resultado de ello, el encono y la división en la sociedad, se traducirá en más violencia política.
La recién elegida “mandataria o presidenta” enfrentará una espiral de violencia y una creciente demanda de la sociedad para proteger a la ciudadanía. Es por ello crucial que la nueva presidenta gane con un margen de por lo menos 10 puntos porcentuales para que las impugnaciones no tengan mucha credibilidad y validez. Debemos considerar en el escenario planteado, la posibilidad de traición de políticos cercanos al presidente y a Sheinbaum, y esto actos son los que tentativamente terminar con aspiración de Sheinbaum y del mismo presidente López Obrador.
Es indiscutible que el gran ego del mandatario mexicano y ambición desmedida por el poder, lo volverán a colocar en una posición irreductible, de jamás aceptar el triunfo de candidato que no fuese el suyo y de Morena. La polarización cotidiana ha sido una de los instrumentos más poderosos de López Obrador, y seguramente obligará que la candidata (o) de Morena continúe dividiendo a la sociedad durante la campaña. AMLO no ha entendido que las palabras de un mandatario son importantes, y su protagonismo afecta el proceso electoral.
El discurso de odio que pronuncia el presidente todos los días, aumenta la posibilidad de un escenario de violencia política contra candidatos federales y estatales en un momento donde ni el INE o los partidos no podrán brindar protección a la integridad física de los futuros candidatos de la oposición.
Ni existe una ruta clara de cómo se podrá detener al presidente y la polarización que promueve. Lamentablemente para la 4T, su corcholata favorita no sube en los estudios de opinión y encuestas serias, mientras que Marcelo Ebrard mantiene una ruta hacia arriba con sus propuestas, es decir, mientras más semanas pasen, al día D (4 de septiembre) será punto menos que imposible, que maquine un fraude a través de encuestas cuchareadas, como lo ha señalado el mismo Ebrard en varias ocasiones. Es decir, que si el Presidente realmente quiere, como él mismo lo dijo, no sólo ganar la presidencia y mantener el poder el próximo año, sino también es prioritaria la lucha por la mayoría en las cámaras de Diputados y Senadores, entonces tendrá que pensar muy bien a quién manda a competir en las elecciones presidenciales, no se puede equivocar, la Sheimbaum no es tan competitiva como Ebrard, y si escoge mal perderá todo.
ES CUANTO
ADENDDUM: Otra vez Guerrero está cubierto por el manto de violencia en las últimas semanas. La entidad suriana se encuentra en el ojo de una tormenta de inseguridad y agitación, la semana pasada, una prima de la gobernadora, y sobrina del senador Salgado Macedonio, fue objeto de un ataque a balazos en Iguala, en los hechos falleció su esposo. Se trata del segundo hecho violento contra personas del círculo cercano de los Salgado. El primero fue el empresario José Guadalupe Fuentes Brito en la Autopista del Sol. Mensajes quizá.